Retorsión

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Lectores me han solicitado que opine sobre las consecuencias de la institucionalización del insulto . . .


Algunos lectores preocupados por el enrarecimiento del clima social, me han solicitado que opine sobre las consecuencias de la institucionalización del insulto, de los sobrenombres vejatorios, de los adjetivos al adversario, como herramienta de convivencia y lucha política.

 Preguntan estos amigos, incluso, que si en medio de tal ambiente, nuestro jefe de Estado una tarde de éstas, puede cumplir su amenaza de enjuiciar por vilipendio o traición a la patria a cualquiera de los muchos opinadores o adversarios que lo critican a veces, con expresiones un tanto afrentosas.

Pienso que no tiene autoridad moral ni legal para hacerlo. Pero antes de formarnos un criterio definitivo, veamos el significado de la segunda acepcion que trae el DRAE, del término que sirve de título a la presente crónica. Retorsion: Acción de devolver o inferir a uno el mismo daño o agravio que de él se ha recibido.

En otras palabras, quebrantar el precepto cristiano, revolucionario de veras, de volver la otra mejilla cuando se nos hiere, porque retorcer o acudir a la retorsión, no es otra cosa que poner en práctica la vieja ley del Talión. Independientemente que es lo que provoca en muchos casos. Porque no deja de ser irritante que quien nos mata a hierro, venga luego a morir a sombrerazos o en su cama. No digamos que en paz, porque los malhechores no la logran jamás, pero al menos con el consuelo de abandonar este mundo sin haber recibido el trato que merecían.

Una práctica incivilizada. Aparte de poco cristiana, retorcer, en el sentido que analizamos, es una práctica incivilizada. Es permitir que cada uno de nosotros se convierta en juez y verdugo de sus querellas. Es renunciar a la venerable práctica de darle a cada cual lo suyo con imparcialidad, al unicuique suum que invocaban los jurisconsultos romanos, que en ningún caso puede quedar bajo la administración de los más fuertes, de los más tramposos, ni de los más desaforados.

Puede parecer extraño en pleno siglo XXI. Pero en situaciones excepcionales, quedan vestigios de la autorización legal de hacerse justicia por sí mismo. Una de ellos, es la retorsión en los casos de insultos, como los que escuchamos y leemos en nuestros medios de comunicación.

Para marchar más de prisa, me voy a permitir recurrir a unos cuantos ejemplos:

Un vecino suyo, sale enardecido a la calle. Acaba de apagar la TV despues de mirar un ¡ Aló, Presidente ! que le ha exacerbado sus instintos más bajos. Usted ni le regaló el televisor, ni le recomendó que sintonizara programas de tal naturaleza. Pero tiene la desventura de ser el primero de tropezarse con esa fiera. El hombre de solo mirarlo lo insulta. Lo llama cuartarrepublicano, moribundo, putrefacto y por si fuera poco, le echa en cara un episodio, hasta ahora desconocido incluso por usted mismo, segun el cual en su epoca de muy niño fué acusado de rascabuchear, a mano boba, a su maestra de segundo grado.

En tales circunstancias, el injuriado queda en libertad de acudir a la autoridad. Claro, es poco probable que ningún funcionario de nuestro partidizado poder judicial, vaya a otorgarle reparación, en especial si está de por medio una imputación tan grave como la de cuartarrepublicano.

Pero usted puede optar por la retorsión. Asi lo autoriza nuestro Código Penal y aquí, la parte educativa de la presente crónica. La devolución de las ofensas como catarsis y único sucedáneo de nuestro postrado sistema de justicia. Una verdadera licencia para insultar concedida por el primero que afrenta, porque la ofensa recíproca en los términos del artículo 448 del citado Código, deja sin castigo a  todos los involucrados en la trifulca verbal.

Los insultos recíprocos en la política. Esto que en algunos casos puede aplicarse en la vida cotidiana, rige pero en términos casi absolutos en la lucha política.

¿ Califica usted de Frijolito o de escuálidos a sus adversarios? Queda ipso facto o ipso iure, inhabilitado para considerarse agraviado cuando de vuelta le disparan un dardo de similar calibre. De modo que pese a su alta investidura, sus agredidos pueden ponerle un flamante remoquete, sin arriesgarse a ser procesados por vilipendio o por traición a la Patria. " Mamá Dolores " o " Doña Juana ", por ejemplo, en clara referencia a que usted, en lugar del aire marcial de todo paracaidista, adquiere cada día el aspecto de una cocinera martiniqueña, regordeta, nalguda y cocinera al fin, proclive al chisme y a la pendencia intrascendente. Con el perdón de las trabajadoras del fogón, por esta comparación que les resulta tan desfavorable.

Complacidos, pues, los lectores que nos escribieron. Así, que a comprar su Código Penal, memorizar el articulo 448 y aplicarlo a la letra. Quien sabe si después de hacerlo amanecemos mas retorsivos, mas higienizados por la catarsis, pero sin duda, menos civilizados.

 


© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio