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La corrupción bolivariana es un recurso natural, mal comprendido y peor explotado . . .


 

  La corrupción bolivariana es un recurso natural, mal comprendido y peor explotado. Allí radica el problema. Porque no es cualquier cosa. Nos referimos a la actividad nacional que moviliza más dinero, después del petróleo pero que a diferencia de éste, no paga IVA, derecho de frente, seguro social, ni patente de industria y comercio. Además, dado su carácter semiinformal, no permite que nuestra economía se beneficie del efecto colateral de toda empresa en expansión.

 

Días atrás, por nombrar un caso, presenciamos con estupor la diatriba entre el un diputado regional y la familia Presidencial con motivo del supuesto enriquecimiento ilícito de esta última.

Tal estado de agitación, de zozobra, genera desconfianza, con el subsecuente éxodo de divisas. No es lo mismo invertir con cara seria, en un latifundio en Sabaneta o en la flotilla gandolas para transportar los alimentos de Mercal, que verse compelido a viajar al Cajuán para colocar el producto de los latrocinios en el siempre azaroso negocio de la narcoguerrilla. Sí, está bien, que disfruten de la fabulosa tasa de retorno que les ofrece esta última ¿pero quién sufre la fuga de capitales?

El precandidato de oposición a una alcaldía, denuncia cohecho en el manejo de los fondos de las denominadas misiones; otro, se queja, prueba en mano, de prevaricación en las adquisiciones de material bélico ruso;  el de más allá, del desvío de fondos en las donaciones al “hermano” Evo.

Total, mas flores para la misma corona de guachafita, burla, agitación, sobresaltos. Esa descomunal masa de dinero peligra, porque los industriales del "cuanto hay pa' eso" y "del bájate de la mula", demandan el sosiego y la formalidad que les brinda cualquier paraíso fiscal.

Existe un paralelo evidente, entre nuestra corrupción y la extracción del oro en el Alto Orinoco. Ambas son hechas a cielo abierto, a plena luz del día, en forma masiva, pero mediante el empleo de métodos artesanales, que se traducen en evasión fiscal, contaminación de nuestras cabeceras y rendimientos decrecientes.

 Una forma de acabar con esa explotación rudimentaria sería crear el ministerio del ramo: Ministerio del Poder Popular para la Corrupción Bolivariana, el propio ministerio bolivariano. Un traficante de influencias, no necesitará, como ahora, ir de una oficina a otra, retratarse en una alcaldía o ponerse querendón en un puesto de la Guardia Nacional, con la consabida pérdida de dinero, tiempo en antesalas, congestionamiento de tránsito, aumento del smog, pero sobre todo, riesgo de equivocarse de corrupto.

La gente se espanta con las comisiones ilegales que cobran en las aduanas y en los entes de infraestructura. Ese tipo de problemas desaparecerá si se sanciona una normativa específica para cada sector. Como rara vez son denunciados - castigados, sólo cuando los execra el dedote gacho, del Nerón de Sabaneta- el guisador venezolano carece de parámetros confiables para juzgar cuánto vale su trabajo y lo que es más atentatorio: desconoce lo que cobran sus competidores, con la consiguiente distorsión de las leyes de la oferta y la demand

Existen numerosos miembros, eminentes, de la llamada Quinta República, dispuestos a asumir la cartera ministerial correspondiente. Gente capaz de sacrificarse, incluso, sin salario normal, porque el anormal, se lo rebuscaran ellos. El Ministerio del Poder Popular  de la Corrupción Bolivariana, Mipupu, porque hasta acrónimo tendría, establecería cuotas contingentes; incentivos especiales; millajes por viajero frecuente; tarifas mínimas, de lujo, VIP; y hasta subsidios a los pequeños y medianos rascabucheadores de la Tesorería. Además, decretaría el cierre, con el consiguiente ahorro, de ese elefante blanco que es la Contraloría General de la República. Lo siento, caro Clodosvaldo, pero es tu cuota de sacrificio, en aras del Socialismo del Siglo XXI.

Hablamos del segmento más emprendedor de la revolución bolivariana. Su  urgente atención por las autoridades constituye un deber impostergable. Sobre todo, porque se sabe cuando comienzan pero, nunca, cuando terminan  atajaperros como el presente.

 

© 2008 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio