La Maleta de Pandora

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Al articulista, siempre le ha despertado interés el funcionamiento de la justicia norteamericana . . .


 

  Sigue la acumulación de megatones o gigatones, en el llamado escándalo de la maleta. El fiscal Thomas Mulvihill no cesa en la recopilación de evidencias, ni en la preparacion de cargos por delitos más graves, de modo que las perspectivas de un presidio largo, inabarcable, para unos jóvenes que no pueden exhibir mayores escrúpulos, constituye estímulo irresistible para las vituperables delaciones o las eufemísticas “colaboraciones con la justicia”. Califíquelas como a usted más le agrade.

Al articulista, siempre le ha despertado interés el funcionamiento de la justicia norteamericana. Un sistema punitivo, represor, poco accesible a los pobres, omnipresente en demasía, al extremo, que ha conducido a la judicialización de parte considerable de la vida de sus ciudadanos.

 

Pero que más allá de nuestras aprensiones, les funciona o por lo menos, así se lo piensan ellos que es lo que cuenta. Total, que ahora que hemos permanecido unas cuantas semanas en Miami, no hemos desperdiciado esta oportunidad de seguir muy de cerca un  proceso con detonación a miles de kilómetros de Venezuela, pero con onda explosiva con perspectivas de hecatombe en Miraflores.

Comencemos por la casi inminente ampliación de los cargos fiscales. Al contrario del sistema que rige en Venezuela, el equivalente a nuestro Ministerio Público luego de formular acusación por delitos si se quiere, leves –en este caso no haberse registrado como agentes de Estado extranjero- se reserva la posibilidad de presentar nuevas acusaciones por infracciones  graves de veras. Hasta ahora, las evidencias recabadas contra los empresarios vinculados con el gobierno de Hugo Chávez, presagian que vienen imputaciones por los peores delitos: legitimación de capitales, asociación para delinquir (RICO Act), corrupción en el extranjero con incidencia en EE UU (Foreing Corrupt Act) y obstrucción del curso de la justicia (perverting the course of justice). Perpetraciones que el punitivo sistema de justicia norteamericano, al cual hacíamos referencia puede castigar con acumulados impensables en Venezuela, 100 a 150 años de presidio.

También advertíamos al comienzo, que el acopio de pruebas por parte de las autoridades norteamericanas, no cesó con la apertura del juicio contra los venezolanos detenidos en Miami. En particular porque el aparato de seguridad de EE UU parece obedecer, desde meses atrás, a los mecanismos previstos en la Patriot Act, que permite, escuchas telefónicas y grabaciones ambientales sin autorización judicial, ni mayor límite de tiempo, así como la intercepción de comunicaciones fuera del territorio de Estados Unidos, lo que prevé la utilización en los juicios por abrirse, de conversaciones entre altos funcionarios venezolanos, desde y hacia Miraflores, incluso, a través de aparatos inalámbricos o celulares, quizá, uno de los elementos más temidos por los posibles implicados.

A comienzos de 1987 se iniciaron en Tampa y en Miami, Estados Unidos, varias investigaciones relacionadas con el narcotráfico comandado en Panamá. A medida que avanzaron, llovieron las delaciones y entrega de documentos bancarios de los socios y compinches de Manuel Antonio Noriega que lo relacionaban con los delitos. Fue cuando el dictador, en cuenta de la avalancha que se le avecinaba, acudió la típica maniobra de huir hacia adelante. A saber: excacerbación de su nacionalismo ramplón,  querellas y diferencias con países vecinos, reivindicación de su supuesto antiimperialismo, desplantes de guapetón, lo que de ninguna forma pudo impedir el desplome de su gobierno dilapidador y corrupto, con inconfesables vínculos con el crimen internacional.

El drama de los venezolanos, tenemos que resolverlo nosotros. Sin desembarcos de marines, ni paracaidistas extranjeros deshonrando nuestro cielo. Algo muy distinto a las inevitables comparaciones entre dos personajes afines. Sobre todo, ahora, que en Miami comienza a abrirse la pestilente maleta de pandora y los compinches del gobierno forajido, conjugan el viejo y poco noble sálvese quien pueda.

© 2008 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio