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Una lectora, M.P. de P., reporta que leyó en voz alta "Llegar a viejo" en medio de una cena celebrada el sábado antepasado, para deleite de las señoras asistentes quienes coreaban todas y cada una de las descripciones contenidas en dicho artículo, al tiempo que señalaban con sus dedos acusadores a esposos, novios, secretarios privados y demás clases de compañeros, como destinatarios de los vacilones contenidos en la publicación. Otra lectora, C.H. de G., nos informa haber enmarcado el artículo en cuestión con el objeto de que su esposo, el Dr. P.G., viejito gozón en sesión permanente, se resigne a lo que para todo ser humano - menos para él - resulta inevitable. Naturalmente que uno de los más afectados por la publicación de dicho artículo, fue este su seguro servidor, a quien le fueron remitidos tanto desde la Capital, como desde el interior del país, no sólo cartas con las cuchufletas más inmisericordes, sino también toda clase de objetos alusivos a mi pretendida ancianidad, entre otros una caja de preservativos enhiestos a base de almidón, una horqueta con un texto al pié cuyo contenido no revelo por respeto a los lectores, una grúa portátil, un rosario con su misal, y unos números atrasados de la revista "Mecánica Popular" para distraer mis supuestos ocios a partir de las cuatro de la tarde. Han sido días difíciles. Pero más aún, acopiar datos para la prometida publicación de este artículo dada la negativa de las damas consultadas a suministrarnos la información más mínima por temor a un posible agradecimiento público, pero más que nada a un pretendido desconocimiento, por una pretendida lejanía del tema central de la presente Antología. De cualquier manera y de acuerdo a nuestro ofrecimiento de darle a las señoras los indicios de cuando es el momento de irse de compras a una mercería en lugar de invertir su dinero en dietas, cirugías estéticas y en los salones de belleza, les ofrecemos a continuación nuestro test correspondiente. Domingo 1:30 de la tarde. Su esposo está echado en la cama mirando la televisión. Usted se pone su wonderbrá y sensualmente le hace la siguiente pregunta: Papi ¿ quieres que te compre algo para el almuerzo?. Su marido le contesta: a) Yo lo que quiero es wonderbrá a la brasa y se le avalanza como el lobo a la caperucita; b) su esposo se hace el que no oye; c) el hombre le pide dos hamburguesas con queso, ración de papita frita y una merengada de mantecado; se queda echado en la cama, y remata el asunto de la siguiente manera: " ... y antes de marcharte, me buscas por favor el control remoto de la T.V. ... ". Sábado 10:30 de la noche. Usted se encuentra en la barra del Bar del Hotel Tamanaco tomándose una copa en compañía de dos contemporáneas. Llega al sitio un galán de su agrado: a) Usted sigue conversando y tomándose su trago como que si nada. B) Usted voltea hacia el galán y le lanza una mirada tipo vampiresa levantándose levemente la falda. C) Usted se deja de malos ruidos, se le acerca al galán y le pregunta: ¿ Hay carne en el gancho?. Si seleccionó c) en algunas de las mencionadas preguntas, usted ya llegó a la edad provecta. Si seleccionó b), también llegó a la edad provecta, y si seleccionó a), usted hace tiempo se encuentra en la edad provecta, porque eso de estar contestando test es cosa de damas que han llegado a la edad provecta. Y además, pava no usa wonderbrá ni pierde tiempo en la barra del Tamanaco un sábado a las 10:30 p.m. Lo de ellas es directo para la Panamericana.
© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio
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