Tonga, con
apenas 178 kilómetros cuadrados y 119.000 habitantes, es uno de los países
más pobres del Planeta. Por esto último, quizá, un grupo –nunca faltan los
envidiosos- al enterarse que las festividades habían costado una cifra
superior al presupuesto nacional de dos millones y medio de dólares anuales,
levantó su voz de protesta. Pero no contaban con la agudeza mental del nuevo
monarcas, quien ni corto ni perezoso, respondió con una de sus declaraciones
más ingeniosas: “Ukalala-conga” que en dialecto tongonés, a la letra,
significa: “Nosotro hacemo lo que nos sale del forro po’que pa’ eso semo
gobielno. Y al que no le guste que se vaya a llorá p’al Valle”.
Reseña
Associated Press, que a la coronación asistieron 1.400 dignatarios del
mundo, incluida una nutrida representación de la realeza, como Naruhito,
príncipe de Japón, Maha Chkri Sirindhour, princesa de Tailandia y los
archiduques británicos de Gloucester.
En medio
de tal convergencia de gente de sangre azul, la mosca en la leche –como
siempre- la pusieron los oligarcas de la prensa. Aseguran que el nuevo
monarca cuando se enteró de la presencia de un corresponsal español, se
atavió al igual que su hija, quien funge de Primera Dama, al estilo del Gran
Gatsby, aquella versión fílmica de la obra de Scott Fitz-Gerarld,
protagonizada por Robert Redford y Mia Farrow. La pretensión de, Su
Majestad, era comenzar a figurar en la “¡Hola!”. Pero antes de dar inicio a
la ansiada entrevista, el corresponsal extranjero puntualizó de forma un
tanto altanera, casi, como el propio monarca de la Madre Patria:
- Qué
“¡Hola!”, ni qué “¡Hola!”, yo, de donde soy reportero, es de “Discovery
Salvaje”.
Según
pauta la tradición tongaza, el nuevo monarca tenía que haber sido coronado
en 2007, a un año, exacto, de la muerte de su padre, Taufa’ Ahau Tupou IV.
Sin embargo, disturbios acaecidos a finales de 2006 en la capital del país,
en los que ocho personas perdieron la vida y varios edificios fueron
supuestamente incendiados por los contestatarios, obligaron a posponer la
coronación. Las manifestaciones eran por lo de siempre. Autoritarismo,
concentración de Poder, nula autonomía judicial, armamentismo –con la
subsiguiente rebatiña entre los generalotes, por las comisiones en las
compras militares- represión a la disidencia, intrusión en los asuntos de
los países vecinos, nepotismo y aquí llegamos a donde no queríamos llegar: a
la fruición, a la comezón, a la picazón, de todos los miembros de la familia
real, desde Su Majestad, pa’ bajo, Madre, Padre y Espíritu Santo,
incluidos, por meter mano en Tesorería Pública y disponer de esta última,
como si se tratase de sus propios conucos.
En
anteriores columnas hemos efectuado diversas clasificaciones de las
republiquetas. A saber, republiquetas bananeras, republiquetas de la ex
Unión Soviética, republiquetas africanas, republiquetas suramericanas,
republiquetas de algún atolón del Pacífíco, republiquetas forajidas,
petrobolivarianas y desvergonzadas. No volveremos a realizar tal tipo de
taxonomías que tanto disgustan a los adherentes de estas últimas. En lo
adelante lo nuestro será, exclusivamente, los asuntos de la realeza.
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