Franklin Brito

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Brito, fue despojado de su pequeña finca. Antes del episodio no era, ni partidario, ni opositor de la sedicente revolución . . .


     LOCURA O REPRESION

 

  La hospitalización del agricultor, Franklin Brito, a la fuerza, contra su voluntad, so pretexto de instintos suicidas y bajo cuidados de unos médicos que no los escogió, él, ni ninguno de sus familiares, constituye un atropello que coloca al gobierno de Venezuela en la cota más baja de la transgresión. Resulta comprensible, que el señor Chávez, se enoje, se irrite, cada vez que alguien lo compara con Manuel Noriega, con Milosevic, Saddam, Mussolini, Nerón, Tomás Funes y que a partir de tales paralelismos, prediga finales pocos auspiciosos.

 

Pero en lugar de preocuparse por los adjetivos, los gobernantes deben ocuparse de lo sustantivo, vale decir, abstenerse de abusar del Poder, lo que incluye prefabricar demencias para reprimir.

Brito, fue despojado de su pequeña finca. Antes del episodio no era, ni partidario, ni opositor de la sedicente revolución. Pero para reclamar,  sobre todo, para exigir que le regresaran lo que es suyo, se declaró en huelga de hambre. “Iba a morirse de inanición” alegó el comandantón, que dirigió el piquete que lo secuestró y lo acarreó como un fardo al Hospital Militar de Caracas. Solo que en Venezuela, al contrario de otras legislaciones, suicidarse no está tipificado como delito. A nadie, por consiguiente, en nuestro país, puede privársele de su libertad bajo la premisa que quiere atentar contra su propia vida.

Menos aún procede argüir, para haberlo hospitalizado a la fuerza, que es un chiflado. En este último supuesto, en todo caso, la declaratoria correspondía a un juez, no unos diputados oficialistas capaces de afirmar cualquier cosa con tal de adularle al amo. Mantener al falso demente incomunicado y prohibirles a su mujer e hijos que lo visiten, convierte a sus celadores en reos de delitos atroces. Los médicos, enfermeros y pretendidos “loqueros” de Brito, incluidos los generalotes que dicen acatar órdenes, deberían reflexionar. “Cuando la hora sea llegada” como lo recitaba nuestro Fernando Paz Castillo, no les cabrá alegar “obediencia debida” ni habrá escondrijo para que evadan la justicia penal internacional.

La coartada de declarar “mentalmente inepto”, al objetor, al adversario, al diferente, para reprimirlo es una treta que por vieja, no es menos cruel. Basta el talante tiránico para utilizar.

Durante tiempos de la Inquisición, por la mínima disidencia te declaraban “poseso” y terminabas en la hoguera. En hospitales como el de Salpetriere del siglo XVII francés, mucho indeseable social, inválidos, vagos, borrachines y huérfanos, entre otros, fueron víctimas de la eutanasia. Hitler ¡Ah, ya se me escapaba, Hitler! implantó el programa “Aktion T4”, para la eliminación “médica” de adultos improductivos –judíos incluidos- lo mismo que de niños con pretendidas taras hereditarias. En la extinta y poco noble Unión Soviética, el prominente psiquiatra Andrei Snezhnevsky creó una nueva subclasificación: la esquizofrenia de progresión lenta. Este diagnóstico le permitió a la tiranía stalinista la reclusión en manicomios y sin fórmula de juicio, de millones de hipotéticos anticomunistas. Años después, cuando Snezhnevsky fue desenmascarado, no soportó el oprobio: jamás se atrevió a regresar ni a un solo congreso internacional de su especialidad.  

 Más recientemente, el psiquiatra Thomas Szasz, (Hungría, 1920), en su obra “Hacia un Estado Terapéutico” cuestionaba la “hospitalización involuntaria”, en Estados Unidos, de individuos no peligrosos. Por mucho menos de lo que ocurre aquí con Brito, Szasz, llamó fascista al gobierno de  George W. Bush.

Más grave aún, es que a los pretendidos pacientes psiquiátricos los sometan a torturas encubiertas, lobotomías, electro-shok,s terapias convulsivas –en la Cuba de los Castro se cuecen habas- o se les apliquen drogas para idiotizarlos de por vida.

Franklin Brito tiene derecho a reclamar de manera vehemente, que le devuelvan sus tierras y los demócratas del Mundos a reclamar de manera vehemente su libertad. Recluirlo en un psiquiátrico para callarlo, hermana a quienes lo hacen con los tiranos más repugnantes de la Humanidad. 

 

2010 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio