Pagar Viudez

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Hay muchos que piensan, que a todo el que renuncia a la llamada “robolución”, hay que recibirlo con vítores y hasta con cohetones . . .


 

  En la crónica cotidiana de la política nacional, hemos leído las declaraciones del dirigente Henry Ramos según las cuales, Acción Democrática, no va a respaldar ningún candidato con pasado chavista.

En esto del tratamiento que se le debe dar a quien abandona filas del oficialismo, cada cual hace de su camisa un sayo.

Hay muchos que piensan, al contrario de Ramos, que a todo el que renuncia a la llamada “robolución” hay que recibirlo con vítores y hasta con cohetones. Una manera de sumar, no de restar, porque si a gente como Baduel, Rojas Suárez, Ismael García y hasta la misma Marisabel, se les maltrata, aquellos que sienten la necesidad de abjurar del chavismo porque se han dado cuenta de la patraña, no darán el paso, porque hacerlo significará que quedarán sin el chivo de la disidencia y sin el mecate, esto último lo escribimos sin segundas ni terceras intenciones.

 

El cronista, tiene su propia opinión en la materia. Para expresarla de manera gráfica existe un símil. Me refiero a la obligación de las damas honorables de pagar viudez.

Una señora, que al día siguiente de darle cristiana sepultura a su amadísimo, inolvidable, adorado e irrepetible esposo se aparece con otro galán, ya está. Se hace merecedora de las especulaciones más venenosas: ¿Se conocieron en el propio velorio, camino al  cementerio o el amorío venía de antes? No faltará, incluso, el calificativo de araña negra, si el recién enterrado, además de los encantos de la inconsolable mujer, legó fortuna que administrar.  

 Si el nuevo amancebamiento comienza tan prematuro y he aquí lo más grave ¿cómo saber, a ciencia cierta, quién es el padre, si a los seis o nueve meses, se produce un alumbramiento?

Los ex chavistas, ahora convertidos en opositores, deben ser tratados con respeto, consideración, como hermanos, porque no es el caso de calificarlos de traidores, vendepatria, cobardes, como hemos oído en los “Aló, Presidente”. Pero deben pagar viudez. En particular, para evitar dudas  en torno a la paternidad de sus acciones políticas.

Es una buena analogía. Una campaña electoral, como un embarazo, es un proceso esperanzador, propicio para los sueños, pero con sus malestares característicos. Ambos, producen aumento abdominal, en un caso, por causas biológicas y en el otro, por la abundante ingesta de sancochos y cervezas, porque candidato que no bebe y come, opíparamente, con sus electores, no es candidato. El día de las votaciones equivale al paritorio, el acto de proclamación a la partida de nacimiento, hasta llegar los llamados “aires de familia” útiles para predecir como será el comportamiento del bebecito.

¿Y a quién habrá salido ese muchachito, gritón, bocón, matón, chorizón, verrugón, pero sobre todo, tan compulsivo, en el uso de pañales para lo menor y lo mayor, al mínimo susto?

Una gobernación o alcaldía encabezada por Marisabel, Rojas Suárez, Baduel o Ismael García, se prestaría para las consiguientes maledicencias, porque se desconocerá la verdadera sangre burocrática que corre por sus venas.

Claro, siempre hay signos delatores de la genética, pero ocurre como con la tuberculosis y con el llamado síndrome Arias Cárdenas. Al principio difíciles de diagnosticar y fáciles de curar y al final, fáciles de diagnosticar y difíciles de curar.

Un bracito arrasador de la Tesorería Pública en la cuna, como en una alcaldía, sería producto del ADN de un individuo como Diosdado. Si es difícil determinar si es niño o niña, tal ambigüedad en un cargo de elección como en un muchacho, obedecerá a los cromosomas del ministro de la frase “rojo, rojito”.

 ¿Cuánto debe esperar una viuda, sin perder su condición de honorable y recatada para iniciar un nuevo romance? Supongo que la obligada cuarentena será menor, a la de un político que salta la llamada talanquera. Hablamos de una mínima precaución de los electores, siempre indefensos, para evitar que las criaturillas políticas de los próximos meses, no sean hijas de una noche loca, casquivana, abarraganada y adulterina, con Hugo Chávez.

© 2008 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio