2010
ha resultado “horibilis” para los ex gobernantes forajidos del Planeta. Alí
Hasen Al Majad, “El Químico”, primo-hermano de Saddan Hussein fue ministro
de la Defensa, del Interior, jefe de Seguridad y gobernador militar del
Kuwait en los días de la recordada invasión por parte de Irán.
“El
Químico”, fue ejecutado en la horca, el 25 enero. Algo que deploramos porque
siempre hemos sido acérrimos detractores de la pena muerte.
El prontuario
de Alí, pone los pelos de punta. Bombardeo con gases venenosos a la
población civil kurda; represión contra shiítas después de la guerra del
Golfo en 1991; persecución generalizada a opositores políticos con saldo de
alrededor de 200 mil desplazados, todo eso sin contar numerosos asesinatos
individuales, muchas veces por rivalidades amorosas o antipatías personales.
Hay que
hacer, sin embargo, una acotación:
“El Químico” al contrario de
ciertos de sus émulos asumió su responsabilidad. “Fui yo quien dio las
órdenes al ejército de destruir los pueblos y de desalojar lugareños. No me
disculpo. No he cometido error”, había dicho refiriéndose a la represión de
la rebelión kurda (1987-1988) que causó casi 180 mil muertos.
Después le
tocó el turno a José Rafael Videla. El pasado 22 de enero un tribunal de
Nuremberg, ordenó su detención, orden de captura internacional y
extradición. Es dudoso que esta última, la conceda Argentina. Videla
permanece –en atención a sus 85 años- recluido en su residencia. Allí tendrá
que esperar la muerte, porque sobre su cabeza pesa sentencia a cadena
perpetua.
Los crímenes
de Videla, durante la presidencia de Argentina estremecen. Organizaciones de
Derechos Humanos contabilizan 30 mil, entre muertos y desaparecidos.
Además, ha sido declarado culpable del infame secuestro de los hijos de sus
víctimas, algo de un sadismo que lacera, todavía, a un considerable número
de familias.
¿Proceden los
sobreseimientos – al estilo del que en mala hora liberó a los golpistas del
2 de febrero de 1992 en Venezuela- prescripciones de la pena, leyes de
olvido o de obediencia debida, contra tal clase de infractores?
El caso
Videla lo desmiente. Durante la presidencia de Carlos Menem, fue promulgada
una ley de amnistía. Pero los tribunales la declararon inconstitucional, con
base en el principio ya expuesto, vale decir: los criminales atroces no
pueden recibir perdones ni beneficios procesales
Los jueces
alemanes han declarado que tienen jurisdicción para sancionar los delitos de
Videla y he aquí la parte de más filo. Cada día existen menos burladeros
jurídicos. Menos aliviaderos o santuarios para los delincuentes de lesa
Humanidad. Es así como un tribunal del otro lado del océano ha librado orden
de captura por un delito cometido en territorio argentino.
El episodio
más reciente ocurrió este lunes. Manuel Noriega, ex presidente de Panamá,
fue extraditado a Francia desde Estados Unidos. Antes, en específico, el
pasado enero la Corte Suprema de Justicia norteamericana le había negado una
apelación para que no se lo entregaran al Estado francés. Ahora será
juzgado, por vinculaciones con la narcoguerrilla y crímenes contra la
Humanidad.
En Estados
Unidos, Noriega, estuvo 17 años preso a los cuales sumará los diez años que
le esperan en la cárcel de La Santé, donde se tropezará con “El Chacal”,
Carlos Ilich Ramírez. Y si llega salir vivo, a su eventual retorno a
Panamá, cumplirá 60 años de cárcel, por una ristra de cohechos, asesinatos y
crímenes asociados con el narcotráfico. Se pudrirá en la prisión, en otras
palabras.
Y aquí
llegamos a donde no queríamos llegar: a las odiosas comparaciones. Ciertos
gobernantes en ejercicio, se irritan, se molestan, cuando uno hace cualquier
símil con personajes como los mencionados. Y no es que nadie quiera que
algún Presidente, Jefe de Estado o sus colaboradores más inmediatos, corran
la misma suerte. Las obligadas comparaciones obedecen a motivos totalmente
contrarios. Advertencias para recordarles lo que les espera, si no
rectifican a tiempo.
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