¡Plomo al hampa! Bolivariano

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“¡Cementerio o cárcel, para los hampones!” lanzado el jueves pasado por el generalote, Antonio Benavides . . .


 

 

Electorero, demagógico, incitador a la brutalidad policial. Así debe calificarse el grito “¡Cementerio o cárcel, para los hampones!” lanzado el jueves pasado por el generalote, Antonio Benavides, secundado, no uno, sino dos días consecutivos por el presidente de la República.

Corría febrero de 1999, el teniente-coronel Chávez, se estrenaba como jefe de Estado en un acto en “Fuerte Tiuna”, cuando  le escuchamos otra expresión no menos desafortunada. Nos referimos a su célebre comentario a la entonces presidenta de la Corte Suprema de Justicia, según el cual “todo el que tiene hambre puede robar”.

Pero aquella frase, que pudo ser interpretada como circunstancial o producto de una novatada de quien tenía pocos días en el cargo, a través de estos casi doce años se ha traducido en una verdadera política de Estado.

Diversos especialistas en la materia y otros que no lo somos, tenemos meses advirtiéndolo: tras la impunidad, tras el estado de preanarquía que campea fueros en Venezuela, en la que la vida y las propiedades se encuentran a merced del hampa, se agazapa la corrupción y la ineptitud de los organismos policiales. Pero también se encuentra todo un plan de emplear el hampa para reprimir, para aterrorizar a la población, para inhibir cualquier disidencia política, en el especial en las barriadas más depauperadas. ”En un grupo de ovejas –escribía el psiquiatra Viktor E. Frankl- habituado a recibir maltratos de quienes las pastorean, los animales, por instinto, pugnan por colocarse en el centro del rebaño pues allí se sienten menos vulnerables a la crueldad de sus arrieros.  Ese intento de mimetizarse, de sumergirse en el anonimato, de hacerse invisible para salvar la vida, se da en el ganado, como en los humanos”.

Si usted, yo, residimos en un cerro en el tenemos que pagar peaje, en el que nos hallamos a merced de las bandas que disputan, a muerte, los territorios para traficar drogas, lo último que haremos es hacernos visibles al encabezar una protesta por la inseguridad, los apagones o por los pésimos servicios públicos. He allí, la nuez de aquella incitación al pillaje a la cual hacíamos referencia al comienzo. No es recurrir al delito como un medio igualador o de redistribución de la riqueza. Es la utilización del hampa, para reprimir para cohibir cualquier disidencia.

Pero el problema se les salió de las manos. No hay ciudad o paraje, por muy apartado que sea, inmune a las arremetidas del crimen. Aquella admonición  según la cual “En Venezuela, no existen razones para no robar” ha alcanzado cotas dramáticas. Ahora no hay razones para robar, pero tampoco las hay para no matar, para no violar, para no cometer toda clase de crímenes.

Sin embargo, este mes hay elecciones y las encuestas no le cuadran al oficialismo. Por eso se recurre a este “¡Plomo al hampa!” electorero, irresponsable, espasmódico, de última hora, que nada resuelve, porque el combate contra el flagelo es un haz de herramientas: empleo, educación, civilidad, política carcelaria y por supuesto, verdadera profesionalización de los cuerpos seguridad.   

 Nada de ello, ha sido acometido por el señor Chávez, por lo ahora nos salen con esas consignas baratas. Como las del mencionado generalote en contra de quien, dicho sea de paso, cursan varias denuncias de maltrato contra manifestantes pacíficos.

¿Y quién va a dictaminar quién es delincuente y quién no y por consiguiente  merece vivir o ser colocado debajo de tierra?

Escribía Augusto Mijares: “Desgraciado el país, en el que los ciudadanos honestos, tiemblan al ver un policía”. En Venezuela la actuación de estos últimos, es sinónimo de matraca, abuso, complicidad con el crimen. Los jueces no tienen potestad para mandar a nadie al cementerio y que sepamos, tampoco se tiene previsto delegar esto último, en alguna congregación de monjitas, por lo que serán esos mismos cuerpos de seguridad, postrados moral y profesionalmente los que decidirán, si nos remiten al cementerio.

Por ello hay que ir a votar el próximo 26. Un primer peldaño para salir del hampa común. Y del hampa política, también

 

© 2010 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio