Colóquelos
a fuego lento y luego, para darle más sabor a tal fritanga bolivariana,
échele al hombre que dice “íbanos”, “veníanos”o “contábanos”
que no es otro, que el mismísimo que en su próxima visita al mercado
libre, para sacarse el clavo por las tomaderas de pelo a causa de su
incuria, así, fino, sofisticado, pero sobre todo bien escarmentado,
seguro que se dirige al encargado del puesto de verduras como sigue:
-
Señor verdulero, téngase la fineza de despacharme medio kilo de “rábamos”…
PIRATERIA
UNIVERSITARIACarlos Rafael Silva, es un destacado economista.
Miembro de la academia correspondiente, ex presidente del Banco Central,
ex ministro de Educación, profesor de postgrado, pero sobre todo,
estudioso profundo de la realidad del país. En su más reciente obra,
este intelectual se quejaba con amargura, del descenso del nivel de la
educación venezolana. “Me adelanto a presumir –escribe Silva- que el
crecimiento enorme de la población estudiantil y de las instituciones
docentes (…) afectó negativamente su calidad, al incorporar al
ejercicio de la docencia a profesores que no siempre reunían las
calificaciones de un buen educador”.
Cada
cual escribe a su modo. El citado autor, quizá, peca por comedido. En lo
que se refiere al cronista, uno, tiene su estilo, afectos, inclinaciones
políticas o preconceptos, que escondemos mal o no escondemos de ninguna
forma. Por lo mismo, para no incurrir en las injusticias, siempre odiosas,
este lunes dejamos que las conclusiones corran a cargo de los lectores.
Hechas las aclaratorias anteriores, pasamos a las preguntas de rigor.
Amiga
lectora, amigo lector, con el corazón en la mano y dando por visto el
caso perdido del hombre de los “rábamos”. ¿Cree usted que un buen señor
que escribe versos como los que escribe y que por si fuese poco tiene el
atrevimiento de publicarlos, posee la arboladura cerebral, para que en
medio de la presente tormenta, vele por “la exacta observancia de la
Constitución y las leyes”, función primordial del Fiscal General de la
República?
SIGUIENTE
PREGUNTA. Un individuo que le ha dado luz verde a la “tradición legal
en permitir de alguna manera” (sic) la aprobación de normas contrarias
a la constitución y que no lo ha dicho, entre copa y copa o tomándose un
cafecito, sino que ha calzado con su firma, ponencia con tal disparate ¿puede
llenar plaza en la sala judicial, cuyo objeto es, precisamente, garantizar
la supremacía y efectividad de esas normas y principios, no relajables,
por fuerza de la costumbre?
Y
ahora llegamos adonde no queríamos llegar. Tanto el presidente del
pretendido árbitro electoral, su mentor de la Sala Constitucional, como
el titular del Ministerio Público, suelen invocar sus hipotéticas
credenciales de profesores universitarios, cuando alguien les reclama su
poca solvencia en lo que a la recta aplicación de la constitución y las
leyes se refiere.
Pero ya esta visto. Aquello que Silva edulcora con el
eufemismo de “no reunir las calificaciones de buen educador”, para
nosotros no es más que la piratería rampante y sonante que pulula en
nuestras universidades. No sabemos dónde causa más daños. En la cátedra,
sumiendo a nuestra juventud en la mayor confusión o con la aplicación
torticera de la legalidad. Lo mismo para frustrar el revocatorio
Presidencial que para obstaculizar el procesamiento de un jefe de Estado
que hoy, por hoy, constituye un prontuario ambulante.
LA
IMPLOSION. Algunos venezolanos, se impacientan, pierden el
optimismo cuando miran que se encuentran cerradas, en apariencia, las vías
democráticas y pacíficas. El articulista los llama a renovar su fe.
A Chávez no lo tumbará Bush, Kerry, ni un complot de la CIA.
Tampoco lo derrocará el desempleo, la espiral inflacionaria, la corrupción
galopante, el colapso de los servicios, la opinión pública
internacional, la violación de derechos humanos, ni su vinculación con
el narcoterrorismo. Ni siquiera la repulsa popular. A Chávez lo sepultará
la madre de todos los piratas que ha logrado adunar alrededor de su
gobierno. Universitarios y no universitarios, también.
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