LA
ASAMBLEA GENERAL de
la Organización de los Estados Americanos celebrada la semana
pasada en Chile, propuso “el fortalecimiento de los partidos políticos
como intermediarios de los ciudadanos en una democracia altamente
representativa”. La OEA siempre ha actuado como la caballería ligera de
aquellas películas
de la conquista del oeste norteamericano, con una salvedad: que
cuando ¡al fin! se hace presente, ya los feroces pieles rojas le han
arrancado el cuero cabelludo a la protagonista.
No
soy refranero, quizá un poco pilonero, así que pese a todos sus
retrasos,
pese a sus consabidos titubeos, saludamos al mencionado espaldarazo
con el correspondiente “nunca es tarde cuando la dicha es buena”.
Tiene
escrito Borges: “La democracia es un abuso de la estadística”. El
partido es un abuso de la democracia, muchas veces. De modo que si dichas
organizaciones quieren revitalizarse como ahora lo recomienda la instancia
interamericana ya saben: abusar menos, trabajar más en directo con las
comunidades y que les aproveche.
LAS
LAPAS. ¿Qué tienen nuestros políticos contra esos animalitos?. La
pregunta me la hacía años atrás, Miguel Angel Capriles Ayala,
legendario editor venezolano, pero sobre todo connotado “adecólogo”,
“copeyanólogo” e “izquierdólogo”, según orientase sus análisis,
siempre filosos, hacia los partidos dominantes de ese entonces.
La
aspiración a una curul parlamentaria hasta el cargo en la Secretaría de
la modesta seccional de un partido, se ha consolidado a través de la
historia de los partidos, sobre la obediencia perruna. Es allí donde
entra la lapa. O un queso de “telita”, traido directamente del Zulia.
O varios guacales de “arrechón” de oriente.
Porque
es más productivo para supuesto dirigente en ascenso, alegrarle
el paladar el “compañerote” que ejerce la jefatura nacional,
que estar en su localidad, de sol a sol, de lunes a lunes de cada semana,
comportándose como auténtico “intermediario de los ciudadanos” para
usar la transcrita fraseología de la OEA.
A
eso era a lo que se refería
Capriles cuando lamentaba la masacre de lapas. Su queja era menos
como amante de la fauna silvestre, que como creyente en una democracia
horizontal, auténtica de veras, en la que prive el trabajo comunitario y
no la complacencia de quien en un momento determinado jefature
el “Comando Táctico Operatico”, el CEN o cualquiera de esos
sintagmas, que no han hecho sino envilecer la militancia política porque,
su razón de ser termina siendo la de asfixiar toda disidencia.
No
faltará quien nos observe que las llamada Constitución Bolivariana,
habla de elecciones internas como una manera de garantizar la democracia
en dichas instituciones. Pero ya lo tenía dicho el conde de Romanones.
“Para ustedes la ley, que yo me quedo con los reglamentos”. En este
caso tras la declaración grandielocuente del precepto legal o
constitucional, se agazapa el resquicio de la escogencia de las
autoridades de los partidos a través de las llamadas listas
“entubadas” y con otra figura todavía más stalinista todavía, que
encontramos en todos los reglamentos de tales organizaciones. Me refiero a
la figura de la intervención de las seccionales, que faculta a las
autoridades centrales a remover de manera ejecutiva y sin fórmula
de juicio a cualquier dirigente que se ponga incómodo por respondón.
PEOR
QUE LA ENFERMEDAD. Pero los sucedáneos de nuestros vituperados partidos,
han resultado peores que el padecimiento. Si de representatividad democrática
se trata, algunos editores y propietarios de medios que dragonean como políticos,
tampoco la tienen, porque ninguno de ellos se ha sometido a la mínima
elección para asumir semejante rol.
Aquellos
integrantes de ONG que tras la “protección a la lactancia materna” o
cualquier otra causa poética, esconden su verdadera intención de cubrir
plaza como diputados ¿y por qué no? hasta en la mismísima Presidencia
de la República más le valdría por comenzar a renovar sus documentos de
identificación, de modo que en la casilla correspondiente, escriban lo
que realmente son, políticos, molientes y olientes.
Y
llegamos adonde no queríamos llegar: a los militarotes. Un verdadero
desastre cuando han estado al frente de funciones civiles, con marcas
continentales de ineptitud, prepotencia, violación de derechos humanos y
fruición de meter mano en la Tesorería Pública.
¡Bravo!
por la OEA. Hay que fortalecer, horizontalizar, democratizar la vida
interna de los partidos políticos. Aunque mal paguen.
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