Un
mecanismo para el chantaje político, el appartheid económico, pero
sobre todo, para la rienda suelta del corruptus tremens, que
anida entre pecho y espalda, todo neoempresario vinculado al régimen
gamberro. Importadores de reses oriundas de Argentina ¡temblad! porque no va
más, ese gato por liebre de las vacas menopáusicas facturadas como rijosos
novillos, con el propósito de embolsillarse los dólares preferenciales.
CUALITATIVO NO CUANTITATIVO.
¿Constituye, en realidad, la propuesta de nuestro jefe de Estado una barrera
infranqueable para lo que ha significado un arrase con premeditación,
alevosía, fractura, escalamiento y nocturnidad o se reducirá, como de
costumbre, a una nueva manifestación de fariseísmo para el consumo de la
galería más barata?
Nosotros no queremos prejuiciar al lector. Es conocida la simpatía que nos
despierta nuestro vocinglero salvador de la humanidad. De allí que en lugar
de expresar una calurosa opinión personal, sospechosa de benevolente,
optemos por remitirnos a las cifras –siempre frías- y a los partes de los
propios entes involucrados.
-¿El
pueblo bebe whisky? ¡No! ¿Necesitamos los vehículos de lujo? ¡Tampoco!.
Entonces, cero divisas preferenciales para la adquisición de tales bienes
suntuarios y ¡Sanseacabó!”.
Ahí
tienen el dictum de nuestro jefe de Estado. Derrotadas sin
posibilidad de resurrección, la estampida de inversiones, la desnutrición
infantil, la inseguridad, el desempleo, el alto costo de la vida, el éxodo
de nuestros jóvenes, pero sobre todo, la fruición de las hordas bolivarianas
por utilizar cualquier rendija, para raspar la olla.
Pero
regresemos a los tercos números. Leemos la página de Cavidi en la Internet
que las bebidas alcohólicas, ni siquiera alcanzan el 1% de las divisas
otorgadas por el mencionado instituto, lo que equivale a insignificantes y
casi abstemios, ocho millones de dólares al mes.
Vistos los anteriores guarismos, era evidente que había algo oculto tras la
restricción del licor importado. El articulista, se convenció apenas sacó su
calculadora. Lo revelamos ahora con el mayor sigilo, no sea que el Baby Bush,
lea –como lo hace cada lunes- la presente crónica y prepare una
contraofensiva devastadora.
El
martes pasado, nuestra tropa empuñó por primera vez los fusiles rusos. Al
día siguiente, despegaron de Moscú rumbo a Caracas los nuevos aviones Zhukov
y ante el arribo de tal apresto de última generación era necesario ponerle
un parao a las voladoras del generalote parlanchín y gagá, ideólogo de la
temible guerra asimétrica. Habría que preguntarle a Sun Tzu, a Clausewitz o
a Liddell Hart, pero que sepamos, jamás se ha ganado ni la escaramuza menos
cruenta, con un ejército de beodos, cuyo pretendido inspirador y filósofo en
compañía de sus huestes, se atrinchere en los botiquines de la urbanización
Las Mercedes. “¡Scotch de 21 años, pa’ rriba y de Cadivi, pa’ que
sepan que semos gobierno!”.
Toma tu Hummer.
Parece mentira. La importación de vehículos de lujo es algo, todavía, con
mayor anclaje en el ideario bolivariano que supera, incluso, la fruición por
el aguardiente premiun, originario de Escocia. La cámara respectiva
habla que los coches más costosos copan el 52% de sus ventas. Reporta, por
su parte, “Todo en domingo” (11 de junio) que el “Hummer”, es uno de los
preferidos, a 320 millones cada uno, con 80 unidades vendidas en lo que va
de año. Pues tampoco habrá dólares preferenciales para los fulanos
todoterreno, para desasosiego de los gobernadores bolivarianos, alcaldes
bolivarianos y cierta parentela del señor Chávez, también bolivariana,
usuarios principales de dichos armatostes.
Informa “La Razón”, número 569 –sin que hasta ahora se haya producido
réplica alguna- la presencia de uno de los yernos Presidenciales, en Ocean
Drive, Miami Beach, al volante de su “Hummer”. ¿De cuáles mecanismos, se
valdrá semejante parentela para renovar su parque automotriz?
- ¡Dame mi Hummer, suegrito! –sugiere el mencionado semanario, que
será el nuevo grito de guerra. Por lo menos en los Mayamis vice y a
falta de los dólares de Cadivi.
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