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La izquierda light y la ultraizquierda de entonces, hoy en funciones de gobierno, le dió rienda suelta a una versión un tanto burlona de lo tratado en el mencionado diálogo: Este botoncito -comenzó su recuento el francés, que exhibía tan sólo tres botones de apariencia modesta- es por derribar 32 aviones alemanes ME 262 en la II Guerra Mundial; este otro es por hundir dos portaaviones enemigos y el ultimo de todos, es por haberle dado apoyo aéreo a las fuerzas anfibias aliadas en el desembarco de Normandía. Este gran cordón -le replicó el general venezolano- es por puntualidad; estos dos soles, por aseo y esta cruz de oro, por buenos modales.
Si Quieres la paz ... No creo que los beneficiados de los ascensos militares decretsdos en forma masiva por Chávez tengan similares o mejores credenciales guerreras, que su mencionado colega francés. Afortunadamente para ellos, pero sobre todo para el resto de los venezolanos. "Solamente una batalla perdida, puede ser mas triste que una batalla ganada". lo escribía Wellington, uno de esos militares que tampoco obtuvo sus galones como integrante de una cuadrilla de Minue. Pero si de algo pueden enorgullecerse nuestros hombres de armas, es que por haberse preparado para hacer la guerra, han podido conservar la paz. Por lo menos hasta ahora. Porque, uno, que no es experto en tal clase de adiestramientos, duda, se pregunta, se pone a cavilar, si nuestra milicia de un tiempo a esta parte cumple la celebre máxima de SunTzu de prepararse adecuadamente para la actividad bélica, sacándole piojos a los indigentes o en funciones de distribuir el dinero del llamado Plan Bolívar 2000, bajo la mirada no siempre muy atenta de la Contraloría General de la República. Lo escribía Voltaire: "No me gustan los héroes, hacen demasiado ruido". Porque así como no hay nada más calamitoso que un militar derrotado, uno victorioso resulta infumable, sobretodo en el mundo del subdesarrollo tan proclive a colocar todas sus fichas en la ruleta loca del providencialismo y los salvadores de la patria.
Fidelidad a los realazos Quizá una de las manifestaciones más reveladoras de la ingenuidad y de 1a poca fé que Chávez tiene en sí mismo es la pretendida consolidación de un liderazgo a los realazos. Mayormente ahora, que Venezuela tiene que despertar de aquella ebriedad de tía rica para enfrentar la resaca de unos hospitales que perecen de mengua, unas escuelas bolivarianas que se derrumban, en la práctica, sobre los muchachos y un servicio de la deuda pública que se lleva la parte del león del presupuesto del Estado. A Cuba, a los países del Caribe se acude con petróleo barato, como a la China y a Rusia se le compra chatarra tecnológica, so pretexto de la construcción de un supuesto mundo multipolar con Venezuela a la cabeza. Pero así como los jefes de Estado prosiguen sus negocios con los norteamericanos y sueltan la carcajada apenas nuestro Presidente les da la espalda, nuestros militares se enojan, recelan, porque a cambio de unos ascensos atolondrados o de ponerlos donde haiga se pretende la sujeción a un proyeto personal que va más allá de la lealtad que aprendieron en la academia. ¿Tenía méritos el señor que fue elevado a general en jefe? ¿Habían colocaciones suficientes para la avalancha de generales y coroneles que decretó el Presidente sin control de ninguna especie? Bocaranda, siempre bien informado, dice que el número de oficiales de alta graduación, pese a que no ha plazas suficientes para trabajarla aumentó hasta en un 300%,aparte que la normativa sobre la materia es terminante al reservar el ascenso a general en jefe, para situaciones de guerra o emergencia nacional, que por fortuna son dos de las pocas calamidades que por los momentos, no padecemos los venezolanos. Pese a todo, presumimos que todos los recién ascendidos son verdaderos profesionales de las armas. Todo perfecto. Ya que la redistribución de riqueza entre el soberano, ha resultado una mentira más, por lo menos que la redistribuyan entre los generales y los coroneles. Eso sí, que ahora no les vaya a dar por justificar sus galones igual que el francés del relato.
© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio
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