Furor Forajido

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Como marchan las cosas, la captura de Saddam Hussein va a producir más efectos concretos fuera, que dentro de Iraq . . .


Como marchan las cosas, la captura de Saddam Hussein va a producir más efectos concretos fuera, que dentro de Iraq. En ese país la situación ha sido, sigue y seguirá siendo compleja. Asimeterías culturales, grupos extremos con antagonismos milenarios, codazos trasnacionales por ponerle la mano a su riqueza petrolera, corruptelas en el otorgamiento de los contratos para su reconstrucción -que ya han comenzado a incriminar a la administración de Baby Bush- aparte de la presencia de una fuerza civil y militar de ocupación, evidencian la profundidad de una crisis en la que pesa poco o muy poco el destino de un solo hombre.

Además, el hipotético carisma del genocida se basó en el terror y en la vista gorda para que sus supuestos incondicionales asaltasen la hacienda pública y ya sabemos lo que sucede con los liderazgos levantados sobre bases tan deleznables. En una palabra. Después del natural interés al conocerse la llamada noticia del año, a los iraquíes terminará por importarles un rábano si a Saddam lo cuelgan por parte púdica o impúdica, lo mismo que si va a la cárcel por orden de un consejo de beduinos o por la sentencia de una corte internacional de delitos contra la humanidad.

Onda expansiva.  El articulista no tiene reparo en reconocerlo. Se cuenta entre los ingenuos que alguna vez reivindicó el valor ejemplarizante de capturas como la de Hussein. Según ese punto de vista erróneo y hasta bobalicón, cada vez que un gobernante gamberro es sometido a juicio, sus colegas de tropelías alredor del mundo, tiemblan, se muerden las uñas, ponen su barba -o su verruga- en remojo, porque la vindicta pública mundial se halla en la ruta de ponerle coto a sus arbitrariedades.

¡Pamplinas! Pocos escarmientan en cabeza ajena. Menos todavía los babosos que se comportan como si el Poder es vitalicio y para convencerse, le dan crédito a sus propias jaquetonerías. Como esa, según la cual determinado país latinoamericano tendrá que soportar hasta el 2021 -en la menos trágica de las situaciones-cierta Presidencia disoluta y desvergonzada.

Los verdaderos efectos de episodios como el de la semana pasada son otros. Uno de ellos es la proliferación de los análisis sesudos, en este caso concreto, de las causas que iniciaron la caída del sátrapa. Todos recordamos, por ejemplo, que este último se autoadjudicó el 99,99% en las últimas votaciones celebradas en Iraq.

A continuación una típica explicación bolivariana para tales debacles electorales que les llegan de cerca. Me parece oírlo todo, en la grabación de unos de los conclaves del Alto Gobierno, que de cuando en cuando las rivalidades oficialistas filtran a la prensa:

- La caída del "pana" Saddam la inició la sucursal de "Súmate" en Bagdag, cuando le esquilmó el 0,01% del favor de su electorado. Por eso ?reafirmazos a mi? !Qué vao, ese será Saddam que pecó por demócrata!

Silencios que gritan. Otra de las aficiones de los analistas a la hora de dar por sentadas las consecuencias de estos encarcelamientos, es la  interpretación de los silencios. Existe el preconcepto que cuando un gobernante perpetrador no quiere nombrar la soga en la casa del ahorcado, evade estos temas, cierra el pico y no declara sobre la materia pese a su  verborrea -los lectores excusaran el empleo de palabreja tan poco lirica, pero muy grafica atendiendo a quien va referida.

Peor, si se sospecha que a causa de la prisión de uno de sus compinches, sufre crisis depresivas, no habla, no come y en lugar de interrumpir las transmisiones de los Caracas-Magallanes con sus idiotizantes cadenas, le da por mantenerse a fuerza café negro, Belmont con filtro y Prozac.

Pero !pamplinas!, otra vez. Los gobernantes con tales espadas de Damócles en lugar de inhibirse o de morigerarse, son presas del llamado síndrome del "Furor Forajido". Vale decir, si han incurrido en la vergonzosa importación de diez mil sicarios cubanos, el pánico los inducirá a traer 20 mil más y si han metido mano en la Tesorería, precedentes como el de Hussein les alebrestarán sus atavismos por raspar la olla, so excusa que llegadas las circunstancias, un hotelito de mala muerte en La Habana, sale más caro que un hoyo cinco estrellas en Tikrit. El doctor Maza Zavala, en lugar de estar allí, sentadote, leyendo la presente crónica, haría bien en darse una vuelta por el sótano del Banco Central, no sea cosa que en este preciso instante estén vaciando con gandolas, las bóvedas de esa institución.

El articulista no va a solicitar la liberación de Saddam. Nos limitamos a demandar juicio justo. Más allá que su encarcelamiento nos la está poniendo más díficil a los ya sufridos venezolanos.

 


© 2003 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio