Excusas

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La excusa se ha convertido en arte consubstancial del gentilicio. Igual que la impuntualidad, el cafecito a media mañana o la corrupción administrativa . . .


CUALQUIERA ES BUENA. Sobre todo aquí, donde uno observa que gana terreno institucional, vitalidad, incluso, calidad de filosofía de vida En pocas palabras. La excusa se ha convertido en parte consubstancial del gentilicio. Igual que la impuntualidad el cafecito a media mañana o la corrupción administrativa.

-¿Tiene, el acusado, algo que decir antes de la ejecución de la sentencia?

-Verá, usted. Me llamo Epididimo Montiel ¡Lo que me ha traumatizado ir por la vida con semejante nombre! Si tan sólo me hubieran bautizado Supositorio, que era como le gustaba a mi abuela.

Los hijos de excusa.

Puede decirse sin temor a cometer injusticias, que determinados sujetos son unos hijos de excusa. Las fechas de expiración de preservativos y de pastillas anticonceptivas o el gobierno anterior, entre otros, constituyen ejemplos característicos de cuando alguien trata de evadir los errores de una noche loca o de una administración del erario público totalmente rochelera.

Las hay de diverso grosor, espesor y grado de ingenuidad.

"Esa profesora siempre me tuvo ojeriza". "Antes de salir a clases, el perro me ha comido mi tarea". "A mi computadora la contaminaron anoche con un virus". Aparte del consabido certificadodo médico, por un ataque repentino de "reticulosis psicosomática" la tarde previa al examen de trigonometría. Esas pertenecen a las denominadas escolares.

Excusas de los galanes

 "Caramba, es la primera vez que me ocurre. Esa viagra debe ser made in Colombla". De cierta categoría de señoras: "Créeme, es la primera vez que le falto a mi esposo". Laborales: "Esta mañana me robaron el automóvil y los planos estaban en el portaequipaje. Es imposible entregarte el trabajo a tiempo". De su banco, siempre amigo, un viernes cualquiera a las 4:00 de la tarde: "Lo sentimos, se nos acaba de caer el sistema de microondas".

Las históricas

Desde la conclusión del régimen del general Gómez, el petróleo ha sido uno de los chivos expiatorios más populares. De acuerdo con la conseja, antes de su explotación masivas, éramos un pueblo agrícola que se las arreglaba más o menos bien con sus modestos ingresos. Pobre pero honrado, para decirlo con la socorrida expresión.

Honrados un pepino. Nacía, apenas, la llamada primera República, cuando estalló un escándalo porque un tal Pelgron, o algo así, se vio envuelto en la venta con sobreprecio de unos machetes al Ministerio de Guerra y Marina. Páez, Antonio Leocadio, su hijo Guzmán Blanco, Pedro Obregón, José Laurencio Silva, los Monagas -"Goyito", en especial-, Jacinto Gutiérrez (a) Cabeza' e Quincalla, ciertos sobrinos del Libertador y los Pardos, titulares de la concesión de la aduana de La Guaira, por nombrar sólo los más notorios, harían palidecer de envidia a los quintarrepublicanos más duros, en eso de desbancar al tesoro o erario público con la mayor alegría. No tuvimos a largo del siglo XIX acuerdos en la OPEP, ni barril de petróleo sobre la barrera de veinte dólares a quienes acusar de pervertidores. Pero arrasaban con lo poco que había.

Otra excusa que hizo fortuna fue la necesidad de escarmentar, no en cabeza propio, sino en cabeza de algún pez gordo. Según cierto sector, era el click o el eslabón perdido que hacia falta para acceder a la categoría de país, aunque era semicivilizado. Pero destituyeron a Pérez, lo enviaron preso, lo crucificaron en la práctica, y si en la época de CAP soportábamos el sambenito de Estado saudita, hoy tenemos que conformarnos con el de republiqueta bolivariana.

Celestiales

En algunas oportunidades, a San Pedro hay que presentarle cuentas sin previo aviso.

Pequé, mi señor. Lo confieso. Contra el séptimo mandamiento, fué un verdadero despelote. Pero no era yo, sino los ministros quienes abusaban de mi confianza y metían mano en la tesorería nacional ante mis propias narices. ¿Mentiras? en cantidades industriales, mi señor. Pero eran piadosas, para mantener contento al soberano. En materia de reactivación económica, insultos contra los obispos, malquerencia social, regalar lo que no era mío y pecados por echármelas de latin lover, lo que pasó fue que...

-¡Ya, ya, ya! Que hay niños, entre los lectores. ¿Alguna autopista, represa, una edificación de importancia o puro bla-bla-bla?

-Es que los puntofijistas me dejaron aquello en la carraplana.

Y uno, que no le desea mal a nadie, reza. Que por abusar de las excusas no manden a nadie, ni siquiera al purgatorio. Los queremos a la diestra del Dios Padre. Pero eso sí, lo más pronto posible.

 


© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio