Pero están, también, la
pérdida de tiempo, el falseamiento oficial de la realidad, el riesgo de
vidas humanas, los perjuicios a terceros y sobre todo, los dictámenes de
ingenieros independientes, que por advertir con antelación, la inviabilidad
de la hipotética reparación, fueron tildados de golpistas.
¿Cuánto fue el monto de
las corruptelas por unos contratos otorgados a dedo, so pretexto de una
emergencia que no era tal, porque los alertas por el futuro del puente se
remontan a varios años? ¿Quién asume ante los caraqueños, los varguenses,
ante los usuarios en general, los irreparables daños por la interrupción de
una autopista vital para nuestras comunicaciones?
Una nueva demostración
–si hacía falta otra- de la supina ineptitud y sobre todo, de la fruición,
de la comezón, de la picazón de miembros del alto gobierno, por meter mano
en la Tesorería.
Pero tenemos que
reconocerlo. Si en algo la Revolución Forajida, no es segunda de nadie, es
en la apertura de investigaciones. “Hasta sus últimas consecuencias”, por
utilizar el socorrido tópico. Por eso, es seguro, que cuando se publique la
presente crónica, la Asamblea Nacional, el Ministerio Público y hasta el
mismísimo jefe de Estado, ya habrán puesto en funcionamiento la implacable
maquinaria para ubicar los responsables, por lo menos oficiales, de este
nuevo culebrón.
Como primer sospechoso
figura, nada más, ni nada menos que don Diego de Osorio:
- Osorito, Osorito:
¡Que voluntad la tuya! Fundar La Guaira donde lo hiciste. Si lo hubieses
hecho, por ejemplo, en Casalta o en la esquina de Curamichate, los barcos
fondearían en el tunel de la Planicie y no haría falta, ni autopista, ni
viaductos. Incluso, yo, me movilizaría en submarino desde Fuerte Tiuna
hasta Miralflores, sin necesidad, ni de espalderos cubanos, ni de autos
blindados!
Los veleidosos caraqueños.
Aparte de la torpeza
consustancial al sedicente gobierno bolivariano, de su descaro para
aprovecharse de la primera tragedia o desastre natural para urdir cualquier
negociado, de su imprevisión, de la mínima seriedad que le dispensó, el
problema del viaducto no constituye sino un capítulo más de esa
animadversión pueblerina y acomplejada que sienten hacia nosotros, los
caraqueños y hacia nuestra ciudad, ciertos interioranos. Me refiero a
aquellos resentidos que asumen, todavía, que el genticilio nace en una bosta
de vaca o sabana adentro, en medio del bestialismo de sus andanzas
juveniles. Por lo mismo, no faltará alguno, que salga, otra vez, con la
estupidez de mudar la capital. Como si las miserias personales se disipasen
con un simple traslado o un cambio de denominacion, siempre intrascendentes.
Dicho lo anterior, el
segundo sospechoso de este posible saboteo contra el proceso revolucionario
no podía ser otro:
-¿A quién se le
ocurre construirle a unos tipos respondones y malagradecidos, como los
caraqueños, que hoy votan por ti, pero manaña marcan record nacional de
abstencion, una vialidad de tres canales, dos tuneles y varios viaductos?
Si no hubiesen tenido autopista, no hubiesen tenido viaducto y sin viaducto,
tampoco hubiesen estado con ese lamento por el colapso de este último! ¡El
segundo culpable, es Perez Jimenez!
El dedo acusador de la
Revolucion es implacable: los usuarios de la Caracas-La Guaira, por la
costumbre de echarse un playazo los domingos; los amigos del pescado frito
que igual suben y bajan varias veces a la semana, en procura de precios
accesibles para el apretecible condumio y aquí llegamos adonde no queríamos
llegar. Nos referimos a un complot urdido entre el capitalismo salvaje y el
cemento pretensado.
Asimetria bolivariana.
Lo lectores, ya lo habrán adivinado. Es momento de sentar en el banquillo
bolivariano al Baby Bush:
-¿Qué es lo que se cree mister Bush?
¿ah? ¿Que le íbamos a dejar ese puentezote, ahí, vía libre, para que luego
de un desembarco en Maiquetía,, sus marines se viniesen de un solo pepazo,
hasta Caracas, a bordo de los por puestos que cubren la ruta Punta de
Mulatos –Plaza Sucre? ¡No oh!
¡Que suban por la carretera vieja, en sus tanques de guerra. Pa’ que vean
cómo nuestros azotes de barrio los dejan en calzoncillos!
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