Tualé,
viene del francés toilette, cuya segunda acepción al tenor de mi
viejo diccionario de la Librairie Larousse, significa “aseo”,
lo que trae como corolario la decisión del alto gobierno revolucionario de
limpiarse, literalmente, donde la espalda pierde su decente nombre, con las
advertencias por perpetraciones como las listas de Maisanta y Tascón, las
ejecuciones policiales y a través de escuadrones de la muerte, los
hostigamientos a abogados y periodistas por ejercer sus oficios, los
asesinatos de fin de semana, los dramas carcelario y hospitalario.
En fin, unas cosillas sueltas por ahí,
para quienes, la vida, la salud, la libertad y el derecho ajeno no es la
paz, como proclamaba Juárez, sino asunto de asearse sus propias
esteatopigias.
Desafortunadamente, tal
réplica oficialista recibió una contrarréplica no menos desafortunada. Nos
referimos a las declaraciones de mister Brownfield, embajador de la Casa
Blanca en Caracas. Para el diplomático norteamericano las personas que se
sintiesen aludidas por el informe de State Departament, quedaban en
libertad de hacer un sayo con sus respectivas camisas. O con sus posaderas.
Lo que incluye, caso de persistir la mencionada espada de Damocles
bolivariana, la posibilidad de higienizarse, en lugar de con papel toalé,
con una laptop. Es que mister Brownfield, ha advertido que los
norteamericanos, no divulgan tales evaluaciones en impresos de ninguna
naturaleza. Simplemente, las colocan en la Internet, de modo que según el
embajador, la única posibilidad de ejecutar una pena como la pronunciada por
el señor Vicepresidente, sería en el corpus de los ordenadores
personales.
¡ M0NITORES, TEMBLAD!
Tal es el mensaje que recorre, como un espíritu burlón el mundo de los
cyber cafés, porque ningún bolivariano, por fanático, ni incondicional
que se considere, va a aplicarle esa especie de silla eléctrica a un
computador de su propiedad, de allí que los dueños de los aludidos
establecimientos comerciales teman, con justificada razón, que los platos
rotos de este impasse diplomático, los terminen pagando ellos, que
son la parte más débil.
El cronista, cuando
escucha contrapunteos como el de los dos altos funcionarios mencionados no
puede más que llevarse las manos a la cabeza. Uno, espera un debate de
altura, serio, con argumentos y pruebas en mano, que contribuya al anhelo de
un mundo mejor, en el que se consolide el respeto a los derechos humanos. En
todos los países, sin excepción. Incluidos, Venezuela y Estados Unidos
porque en tal sentido nadie se encuentra libre de sospecha.
Sin embargo, la
mencionada polémica degeneró en una banalización, pero sobre todo
vulgarización indeseable. Como si la supuesta materia prima del papel
sanitario de los personeros de determinado gobierno, fuese la vena de un
asunto que demanda, caiga quien caiga, verdaderas sanciones ejemplares.
GERMANIA REVOLUCIONARIA.
Puntualizado lo anterior, cometeríamos una imperdonable injusticia si
dejamos de señalar al responsable de haber lanzado la primera piedra de
procacidad, de escatología y de malas palabras en el manejo de un tema tan
delicado.
En tal sentido, todos
los dedos acusadores apuntan hacia el sedicente gobierno revolucionario,
consustanciado con el empleo de una artillería lexical, que lo mismo manda
al cipote a Tony Blair, su antiguo mentor; que declara “Cachorro del
Imperio” al presidente Fox, por el solo pecado de disentir de las supuestas
desventajas del Tratado de Libre Comercio, para culminar con la joya de la
corona en materia de coprolalia, pésimos modales y poca o nula consideración
hacia el sexo femenino. Nos referimos al episodio en el que se solicitó, un
voluntario, entre los miembros del alto gobierno, para viajar directo a
Washington, y darle “lo suyo” a Condoleezza, quien por mujer y quizá por
negra, se presumió presa de destemplazas a causa de su “falta de marido”.
LA GUERRA DEL PAPEL TOALE.
En otro tiempo, se
censuraba aquello que se denominó de manera peyorativa, la diplomacia de
micrófonos. Una perversión que consiste en ventilar a través de
declaraciones de prensa, cuestiones que se tienen que sujetar a la fina
ciencia de la negociación internacional y la resolución pacífica de las
controversias. Ojalá que a la vuelta de algunos años la historia del Derecho
Internacional Público, no registre este episodio del papel toalé,
como la institucionalización, de lo que se denominaría, la diplomacia del
lugar donde la espalda cobra su indecente nombre.
|