El Delito de Reir

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La peligrosa profesión de hacer humor a partir de las extravagancias Presidenciales . . .


  La pregunta se ha vuelto a formular con motivo de la visita que nos hicieron la semana pasada, los representantes de la SIP y del Instituto Internacional de Prensa: ¿existe libertad de expresión en Venezuela?El gobierno se defiende. Dice que no hay periodistas presos, ni ningún medio de comunicación cerrado.

Además, que el lenguaje soez, escatológico, del señor Chávez es consecuencia de la agresividad de los editores, de los dueños de radioemisoras, de plantas de televisión y de alguno que otro opinador o dirigente de oposición.

Magnífico. Máximo. Grandioso, el rasero adoptado por los voceros oficiales como patrón de conducta. Siempre habrá alguien dispuesto a comportarse como un patán. Así que en lugar de reorientarlo, de entregarle un Manual de M.A.Carreño o de aislarlo en su patanería, imitémosle todos, el jefe de Estado antes que ninguno.

PROHIBIDO REIR. Está dicho, pero nunca está de más repetirlo. La irritabilidad de determinados sectores contra lo que consideran "política o culturalmente incorrecto" tiene múltiples formas de exacerbarse.

Días atrás, por ejemplo, cierto babieca fundamentalista exigía represión, para quienes hacen humor a partir de las extravagancias de ese acure-mamá en eso de parir temas para el sainete, que es nuestro presidente de la República. Pero tampoco este pintoresco llamado al orden, constituye un hecho aislado. Anteriormente, el gobernador de Nueva Esparta, al mejor estilo de los camisas pardas de Mussolini, había saboteado una puesta en escena, en la que Ivéyisse Pacheco, Patricia Poleo y Marianela Salazar, desdobladas en excelentes actrices, satirizaban las ocurrencias de nuestro jefe de Estado.

La pérdida del sentido del humor como medio de comunicación –muchas veces la única forma de comentar determinados temas serios-, lo mismo que la habilidad de burlarnos un poco de nosotros mismos, supone la mutilación de parte esencial de la existencia humana.

Sara Davidson, escribía que la habilidad de reírnos de la vida, está con el amor y la comunicación, en la cúspide de nuestras necesidades espirituales. Para algunos psicoanalistas el sentido del humor tiene que ver con el dolor. Cuando se exageran nuestros absurdos o desdibujamos nuestras ansiedades, tomamos distancia de su tragedia a través de la risa y ello supone una dosis de alivio muchas veces insustituible. Además, está dicho. El humano es el único animal que sonríe. No hacerlo, nos convierte en un espécimen más del populoso universo de los cuadrúpedos.

Es conveniente reconocerlo, esto de la hipersensibilidad sucede hasta en las mejores familias. Gubernamentales y no gubernamentales.

Hace unos pocos años, una ONG que lucha contra la supuesta amenaza del lenguaje implícito, cuestionó dos comics de los estudios Disney. El "Rey León", una de ellos, fue calificado de violento, mientras que varios de sus personajes fueron criticados, como sexista (Nala, la leona), racista (las hienas) y homofóbica (Scar, tío villano del protagonista). Ni siquiera, "Fantasía", la mejor producción en la historia de los citados estudios, escapó de la intolerancia de estos celadores de la moral propia – y de ajena también. En San Francisco, California, protestaron en forma airada cuando se reestrenó la cinta. Alegaban, que los hipopótamos, con sus faldas tutú, retozando en "La Danza de las horas" ridiculizaban a la gente obesa; que el desperdicio de agua en "El aprendiz de brujo" violaba principios ambientales básicos y que en la representación del "Rito de primavera" el tema de la evolución, contravenía de manera oblicua nociones cristianas fundamentales. Como lo ha leído.

Me imagino la gorda que se armará si se vuelve a exhibir este verdadero clásico de los dibujos animados, en los cines de Caracas. Seguro que el mismísimo talibán, que propone sancionar nuestras carcajadas, reclamará que la escena de los hongos bailarines de la suite "Cascanueces", constituye una clara alusión a las megatronas de los miembros de los Círculos Bolivarianos. En puente Llaguno o en medio de las movilizaciones para frustrar las protestas de los enemigos del "proceso". Con canabis o con rinquincaya. Lo mismo da. Porque a la hora de atropellar al adversario político, lo que cuenta es el alto octanaje para elevarse el espíritu quintarrepublicano.

DE TRAGEDIA A COMEDIA. Lo que son las cosas. En medio de la tragedia que significan los peligros que se ciernen contra la libertad de expresión en Venezuela, el asunto ha degenerado en cosa de carcajadas. Nos parece leer el consabido avisito, después de los consabidos programas dominicales, para que cada cual tome sus precauciones. "Prohibido reírse del Presidente. Crea hábito".

 


© 2002 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio