Cierta vez,
de visita a El Vaticano, en medio de una trona mental o sentimental,
Maradona, cometió la desmesura de convocar rueda de prensa a fin de
despotricar de la Santa Madre Iglesia, las Tres Divinas Personas y de Su
Santidad, Juan Pablo II.
Pese a
tales antecedentes, la semana pasada, le escuchamos una queja:
-
¡ Qué
he hecho, yo, para merecerme esto!
El
lamento, era por aparecer en alguna lista negra de deudores maulas, por el
carácter de persona non grata, declarada por cierta liga pro la salud
física, deportiva, pero sobre todo moral de los menores de edad o, lo más
seguro, a causa de la reticencia del director técnico del seleccionado
argentino, de incluir a semejante zafio, en el staff de ayudantes
para el próximo mundial de Alemania.
ATRAPADOS
EN LA ANALOGIA.
Una de mis películas favoritas, de los últimos años, es “Atrapado en el
tiempo”, de Harold Ramis. La trama consiste en la peripecia de un
meteorólogo que acude a un poblado a presenciar una ancestral ceremonia en
la que un animalito, una marmota o algo así, anticipa, según la creencia
popular, los sucesos del próximo año. El hombre llegó ayer, hace su trabajo
hoy y al despertarse mañana tiene la sensación de vivir lo ya vivido. Su
extrañeza va en aumento hasta la estupefacción, primero, y la desesperación,
después, cuando las mismas personas, en los mismos lugares le van diciendo,
exactamente, las mismas cosas que le habían dicho 24 y 48 horas antes.
Los
espectadores reímos con la pesadilla, en rigor kafkiana, hasta que
advertimos algo más terrible. No se trata de ninguna historia de
ciencia-ficción. El mensaje de Ramis, a través de una ingeniosa analogía, es
que la vida siempre será así, igual a sí misma, idéntica en lo sustancial,
con las mismas miserias, aquí y en cualquier otra parte, hoy, los días
anteriores y mañana, a menos que mejoremos nuestra forma de ser y nos libere
el ansia de superación.
UN
CALIFICATIVO TERRIBLE.
El
miércoles pasado, William Arkin, articulista de “The Washington Post”,
reveló un informe del Pentágono según el cual el del señor Chávez, ha sido
incluido en la lista de gobiernos forajidos del planeta. Algo que tampoco
nos complace. Una cosa es que, aquí, en familia, tengamos siete años
llamándolo forajido y desvergonzado, –al gobierno, aclaramos- por mencionar
los calificativos más benevolentes y otra, que unos extranjeros nos imiten
para lavar algo que, en definitiva, nos corresponde lavar en casa, a los
venezolanos.
¿Qué
parámetros empleó el Pentágono, para utilizar tal epíteto?
Ese es
otro aspecto, en el cual también discrepamos. El mencionado informe hala la
brasa para su sardina y hace depender la condición forajida de una posible
guerra asimétrica declarada a Estados Unidos por Venezuela, incluida la
detonación de alguna bomba atómica por esta última. Algo de veras
improbable. Un gobierno que no puede, porque no sabe ni está en capacidad de
aprender, mantener la vialidad; que es incapaz de recoger la basura y de
cuidar los hospitales; que cada vez que implementa una misión u operativo,
los recursos se diluyen en corrupción, burocracia, clientelismo y nepotismo;
que ha dilapidado más de 300 millardos de dólares sin ni siquiera, morigerar
la pobreza atroz, la tasa de desempleo, ni preservar la seguridad de sus
ciudadanos; que para mantener una aceptación postiza, tiene que acudir a la
dádiva nacional e internacional, al fraude electoral, la represión, al
hostigamiento de disidentes, incluidos, sus propios simpatizantes, dudamos
que pueda desintegrar el átomo. Total, que si el calificativo de forajido
depende de esto último, me temo que tengo siete años cometiendo una
injusticia.
- Che,
Maradona ¿qué otra cosa habré hecho, yo, para merecer una palabrota como
esa?
Como se
ve, analogías, de tiempo, espacio y personas, que trascienden el llamado
mundo del acetato.
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