Una Lanza por Semtei

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Las verdaderas causas de la caída en desgracia bolivariana de Eduardo Semtei . . .


 

  Ahora que Eduardo Semtei ha sido execrado de la Revolución Forajida; tirado al desván de los recuerdos cual coroto viejo; humillado, cesanteado, ninguneado, sometido al escarnio público a tenor de los calificativos más crueles utilizados por sus propios ex camaradas, el cronista cree llegado el momento de quebrar alguna lanza a favor de tal víctima. Porque no es cuestión de hacer leña del árbol una vez en el piso, ni de agredirlo en cayapa, que es conducta ajena al gentilicio como ya lo tiene dicho Augusto Mijares, en uno de sus ensayos más hermosos.

Lo escribió Voltaire: “Solo los débiles cometen crímenes: los poderosos y los felices, no tienen necesidad de hacerlo”.  Aquí está la explicación anticipada de las violencias que todos los días promueven personeros del gobierno.

 

Días atrás anotábamos, que así como la Naturaleza no es inocente (la riada se ensaña, siempre, con los pobres, en Nueva Orleans como en el estado Vargas), la desgracia tampoco lo es.  Esos casos de perpetración, de incitación al delito, de abusos,  no ocurren nunca en las zonas confortables de la humanidad, sino que son  la viñeta atroz de la miseria y la ignorancia. Naturalmente, cuando hablamos de confort, no nos estamos refiriendo a la docilidad de los divanes o a la temperatura del champagne, sino a esa instalación muelle y perdurable en nuestro espacio interno que supone el encontrarse, uno mismo, en el gustoso discurrir de la existencia propia. Esa es, la verdadera metafísica del poder y de la buena vida, algo opuesto al resentimiento de sujetos como el peón alzao que cada domingo le da rienda suelta a su calidad de malquerido social.

DEMASIADO IGUALES. La caída de Semtei, no deriva de haberse presentado, pistola o metralleta en mano, al precinto policial de Chacao, a objeto de excarcelar a uno de sus compinches. Ni de cometer “más que un crimen una estupidez” - como lo sentenció Rangel - lo cual habría quebrantado cierto código no escrito de un régimen que fomenta el delito, pero que deja en zona nebulosa las estupideces que dan lugar a las defenestraciones. Menos todavía, tal caída en desgracia deriva de la condición de diferente o distinto, sancionada por el oficialismo con la inclusión en una lista negra o el apaleamiento inmisericorde. El suicidio burocrático de Semtei, ocurre, precisamente, por lo contrario: por parecerse demasiado a la revolución lo que incluye, en erigirse en casi un clon de quien hasta ayer tenía como su inspirador y mentor.

¿El jefe máximo, de cuando en cuando, exhibe sus adiposidades enfundado en atuendo de comandante? Pues Semtei, no se quedaba atrás, de modo que hace apenas unas semanas, protagonizó una exhibición en la cual estrenó su indumentaria y sus inexistentes capacidades de soldado.

En lo que se refiere a insultos a los disidentes, igual. Lo lectores recordarán que por no ser segundo de nadie, en esa materia, fue condenado a pagar daños, perjuicios y costos de abogado. Claro, nunca es lo mismo la impunidad escatológica que ofrece ofender desde Miraflores, que irse de la lengua desde una oficinita del CNE.

Si de chistes malos se trata, aquel de “el 28, el 28, el 28”  rivaliza en vulgaridad con las jaquetonerías televisivas, que cierto negrito genuflexo, miembro del alto gobierno, ríe con puntualidad semanal y a colmillo pelado, para llegar a la madre de las paridades. Nos referimos a los maltratos al sector femenino, reveladores de alguna clase de reticencias. Porque no me vengan, ofrecerle “lo suyo”, en público a la propia o a Condoleezza -a esta última a través de subalternos- compite con el desprecio que significa exhibirle el miembro viril a unas señoras en medio de una voladora, conducta, que dicho sea de paso, las ofendidas vengaron con el remoquete de “Cañón Corto”, que pesa sobre el infractor con carácter casi vitalicio.

Total, variaciones sobre una misma postración humana. Nos imaginamos que algún rival, en la permanente guerra por ganar  valimiento con líder absoluto le habrá susurrado al oído la intriga que puso punto final a un curriculum bolivariano que hasta antier, era de los más promisorios:

 -  Ese hombre como que anda en una vaina, mi comandante. Quién sabe si hasta aspira, también, ponérsele en decúbito ventral a Fidel Castro para parecerse más a usted.

COMPADECER AL DEBIL. La hipocresía burguesa, nos lleva a tratar ciertos casos como actos de sangre, dando por sentada una raza inferior entre los humanos. “¡Eso nunca lo haría un señor!” Pero el gran Voltaire ya había entendido, que el delincuente es un débil social. Ya que la Revolución Forajida ha enterrado la teoría independencia y separación de poderes, incluido su autor Montesquieu, es momento de reinterpretarla a través Voltaire, que por lo menos, escribía más sabroso.

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio