En 2006, después de un año de investigaciones, in situ,
Sorman, les ofreció a sus lectores “China, el Imperio de la Mentira”, en
donde testimonia numerosas cosas que se conocen, pero que nadie quiere
recordar. Como que en China, las organizaciones sociales, culturales, las
ONG, están prohibidas, lo que incluye ecologistas y luchadores contra el
SIDA. Todo porque las autoridades se empecinan en ocultar que ese país es el
segundo o quizás el primer contaminador mundial del ambiente y que año a
año, mueren de la mencionada enfermedad tanto o más chinos que africanos.
Allá, el único partido autorizado es el comunista Las religiones son
toleradas siempre que se sometan al control del “Partido”, incluida la
fijación a través de instructivos, de lo que se puede y de lo que no se
puede creer. La dictadura no se ha hecho más blanda, sino más refinada,
explica Feng Lui, ex dirigente comunista, hoy devenida en solitaria
disidente. Por ejemplo, la pena de muerte se aplica cada año a un estimado
que va entre 3.500 y 15.000 chinos. Sin embargo el gobierno se las ha
ingeniado para que NN UU y organizaciones humanitarias se desentiendan de
semejante tragedia.
“Las redacciones de los diarios reciben cada diez días, una nota
precisa – reseña Sorman- que les indica los temas a tratar, cómo tratarlos y
aquellos que están prohibidos siquiera evocar”. Shi Tao, periodista de Hunan,
fue condenado a 10 años de cárcel por divulgar “secretos de Estado” ¿Qué
clase de secretos de Estado? Las directrices que recibió del Departamento de
Propaganda. Grandes empresas de Occidente se han prestado al celestinaje
–por no utilizar una palabra más gruesa. El mencionado Shi Tao fue delatado
por Yahoo, mientras que Google, aceptó abrir una versión china de su
buscador que censura más de mil palabras: democracia, Taiwan, Tíbet,
Tiananmen, corrupción, presos políticos, verdad, idea, por referir algunas.
¿Y el “milagro económico” chino? Sorman dedica buena parte de su libro
a explicar el combustible que lo impulsa. Millones de campesinos, acosados
por la pobreza abandonan sus provincias para buscar trabajo en las fábricas
de las ciudades.
Una vez allí, son atrapados en el trapiche humano que hace posible ese
“milagro”: salarios bajísimos, horarios agotadores, prohibición sindical.
Los obreros de las autopistas que tanto celebran los occidentales que
visitan China, trabajan 80 horas a la semana y deben vivir en el mismo
obraje.
El Estado chino, practica el appartheid. Las urbanizaciones y centros
sociales de lujo están reservados para los dirigentes del “Partido” y para
el resto de la población, los ghettos hacinados y antihigiénicos.
Con todo, la realidad que más consternó a Sorman, es la práctica del
comunismo chino de recurrir al gerundio. Instaladas en el gobierno desde
1950, al no poder negar la persistencia de los problemas de la población,
las autoridades se escudan en tal forma verbal. Como si hubiesen llegado
ayer y no hace 60 años. Estamos “arreglando” la pobreza, el feudalismo,
“arreglando” la prostitución infantil, las violaciones a los derechos
humanos; “arreglando” los déficits de escuelas, hospitales, vivienda.
Los comunistas bolivarianos también utilizan el gerundio como
burladero. Estamos “arreglando” los apagones, “arreglando” la inseguridad,
la carestía de agua, la inflación, la corrupción, los déficits de vivienda,
escuelas, hospitales, los siniestros de Conviasa, la reaparición de la
tuberculosis, la fiebre amarilla, del mal de Chagas. Tienen 11 años en el
poder y ahora quieren que nos traguemos ese gerundio chino (y comunista
también).
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