Hijos de la Cuarta República

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Nos referimos a la utilización política del hampa, para reprimir a una ciudadanía que cada día luce más replegada, inhibida, confinada . . .


 

  Son variadas y numerosas, las concausas del explosivo aumento de la tasa de criminalidad en Venezuela, en los últimos 11 años.  Baja preparación, remuneración y mística de los funcionarios policiales, inexistencia de una verdadera política de desarme, escasa dotación de los organismos de seguridad, conexiones de sus directivos con las mafias que dirigen los secuestros, el robo de autos, el tráfico ilícito de sustancias estupefacientes, las vacunas o cobro de  protección, la prostitución y la venta de material pornográfico, para concluir con algo que en cualquier sociedad medianamente civilizada resulta inverosímil.

 

Nos referimos a la utilización política del hampa, para reprimir a una ciudadanía que cada día luce más replegada, inhibida, confinada y que por lo mismo, tiene que utilizar hasta la última de sus calorías para que no la asesinen. Pone los pelos de punta la revisión de las estadísticas que reflejan que delito campea fueros en nuestro país. Pero con todo, resulta más presentable, en particular ante la comunidad internacional, cuando la represión política se maquilla con el rostro del hampa común, en lugar de presentarse a su verdadero patrocinador, con nombre y apellido.

Al drama, se ha sumado en las últimas semanas, la conducta de los voceros oficialistas cada vez que dragonean sobre el tema. Burla, desgano por la presentación de soluciones, deliberado propósito de bastardizar el debate, amén de la consabida treta de achacar a los demás culpas propias ¡Al ladrón, al ladrón!

Días atrás, escuchamos con asombro la criminalización de quienes tienen menos por parte de un alto funcionario del gobierno de Chávez. Contradictio in terminis, llaman los latinistas a quienes emplean razonamientos que se contradicen entre sí. He aquí la siguiente muestra. La publicidad oficial se empeña en hacernos creer que en los últimos 11 años, la pobreza ha disminuido en Venezuela. Sin embargo, ahora, al justificar o tratar de explicar el aumento del hampa, los sedicentes bolivarianos esgrimen la precariedad económica de las mayorías venezolanas como la nuez del problema.

¿Si han reducido la pobreza, cómo es que le achaquen a esta última la  creciente ola de  asesinatos, secuestros con sus numerosos etcéteras?  Además, la pretendida “Revolución”, a través de su líder máximo, ha asumido toda una filosofía de vida en materia de estigmatizar a los capitalistas, a los “burguesitos”, a los “hijos de papá”. ¿Y no habíamos quedado, entonces, que lo malo es ser rico, para que ahora nos vengan con que son los más depauperados los culpables de la explosión demográfica del crimen?

La incuria argumental ha tenido, por así decirlo, codas adicionales: Está el bochornoso episodio de las risitas poco viriles de un alto  funcionario gubernamental en un debate televisivo sobre el problema del hampa.

Está, también, la orden judicial a contravía de la Constitución Nacional de la censura de prensa. En Venezuela no es delito matar, lo delictuoso es que un periódico publique las gráficas que testimonien la tragedia.   

El articulista, sin embargo, no quiere finalizar, sin abonarle aunque sea un crédito argumental, a la cuenta de los áulicos del señor Chávez. Nos  referimos al planteamiento según el cual quienes hoy matan, roban y saquean Venezuela, se educaron o se maleducaron en la presunta era prerrevolucionaria. “Niños de la Cuarta República” los han llegado a llamar no sin cierta sorna.

Tienen razón. Si en el llamado puntofijismo, no se hubiese confundido el perdón, con la impunidad; la tolerancia, con la lenidad; el sobreseimiento con el olvido alcahuete, aquellos “niños” o “muchachones” que delinquieron el 4 de febrero de 1992, todavía, estarían reeducándose en un calabozo. Las matemáticas no mienten. Por intento de magnicidio y golpe de Estado frustrado contra un gobierno democrático, las penas suman 30 años de prisión. Para echarse a llorar, si contamos los muertos que se hubiese ahorrado Venezuela de no estar estos “hijos de” la IV República, donde deberían estar.    

 

2010 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio