Horror Gamberro

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Para un demócrata la inminencia de una derrota electoral, no constituye ninguna tragedia . . .


 

  Cierto venezolanismo ilustra el miedo, mejor que cualquier otro término. No lo utilizaremos en la presente crónica, porque aunque la expresión calza con el pánico que recorre el espinazo del oficialismo, hay damas en nuestra lectoría y a estas últimas ni con pétalo de una palabrota.  

Para un demócrata la inminencia de una derrota electoral, no constituye ninguna tragedia. La alternabilidad, el pluralismo, la precariedad del Poder expresada en ese movimiento pendular que libera a sucesivas generaciones de la carga de hipotecarle el futuro a un solo grupo -o a un zafio- es algo inherente a toda existencia civilizada. Pero ¡ay! del cabeza de chorlito cuando despierta de la pretensión que su permanencia en el gobierno es eterna, gracias a un secula securolum que existe nada más que en sus escasas neuronas. Es entonces cuando el pánico cala hasta lo profundo de los huesos y de nada valen el Halol, el Haloperidol, el Litio y el Ritalín con “Pecho Cuadrao” aderezado con café negro y cigarrillos sin filtro al filo de la medianoche, de modo que el horror se transforme en una plácida voladora a velocidad de crucero.

Los traicioneros nervios, son elocuentes. La cómica protagonizada en Santiago, con el ya legendario ¿Por qué no te callas? Las intemperancias en la más reciente conferencia de Arabia Saudita, en la que nuestros socios de la OPEP le hicieron el ¡fo! por contraventor de los convenios internacionales, el protocolo, la palabra empeñada, la urbanidad, las buenas costumbres y hasta la higiene que deben prevalecer en tal clase de eventos  ¿En qué cabeza o mollera, cabe que un mediador o árbitro, en lugar de mediar o arbitrar termine insultando a uno de sus supuestos mediados? Es como si un umpire de béisbol en lugar de cantar bolas y strikes, agarra un bate y le aplasta el cráneo a uno de los peloteros.

Pero están, también, las agresiones verbales a los curas, a los  estudiantes, a los empresarios, a los ganaderos, a los editores. Hasta los traqueadores de “La Rinconada” laboriosos trabajadores, cuya contextura y peso no parecen representar amenaza física –salvo para los espíritus asustadizos- fueron víctimas de las germanías dominicales para a renglón seguido sufrir el viejo y poco noble plan y pa’l cuartel a manos de la Guardia Nacional y efectivos de la Policía Metropolitana.

Leo en la prensa, de un solo día de la semana pasada, que la comunidad educativa de Maiquetía anda en son de protesta por el deterioro del “Liceo Bolivariano Vargas”; que en el Marqués Norte, los vecinos cerraron las calles porque el hampa las tenía tomadas con la consciencia e incompetencia de las autoridades locales; que los alumnos de la Técnica Muñoz Tébar, Los Teques produjeron una descomunal tranca, porque las aulas están en el suelo; que Barlovento permanece inundado por los desbordamientos de los ríos Tuy y Curiepe y los barloventeños siguen abandonados a su propia suerte; que los médicos de los hospitales Vargas, El Algodonal, El Llanito y la Concepción Palacios, anuncian que después del referendo declararán huelga general en repudio a la incuria que azota el sector salud.

Por eso en predios gobierneros campea el miedo. Pánico, porque las dádivas para comprar el fervor popular han naufragado en el sumidero de la ineptitud, el sectarismo, pero sobre todo, de la corrupción. Terror, porque los sectores deapauperados repudian la mendicidad vejatoria a que los condena el régimen forajido. Pavor, porque los venezolanos quieren salir de la pesadilla de inseguridad, sectarismo, y prédica de odio desde Miraflores. Espanto, porque la oposición democrática, pese a la parcialidad del CNE, gobiernero y prevaricador, se va a movilizar el próximo domingo para expresarle un rotundo ¡No! al bodrio constitucional que pretende instaurar una monarquía perpetua, hereditaria, bananera y de opereta. Horror, porque para los gobernantes gamberros la inminencia de abandonar el Poder, no significa volver a casa, sino viaje directo y sin retorno, a las colonias móviles de El Dorado.

 

© 2007 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio