Las Milicias, salvarán la Patria

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La sedicente revolución ha sido prolífica en el paritorio de conmemoraciones . . .


 

  La semana pasada, debutó en sociedad  la Milicia Bolivariana de Venezuela. Igual que un acure mamá, la sedicente revolución ha sido prolífica en el paritorio de conmemoraciones: natalicios de Ezequiel Zamora, el Che, Maisanta, Piedad Córdoba; la “Fiesta del Árbol” –el árbol de tres raíces, no se nos malinterprete-; la batalla de “Santa Inés”, el día que mataron a Lola. Ahora se sumará a las efemérides patrias, una proeza que no tiene parangón. Nos referimos al valiente y liberador “¡Muerte al gringo!” que vocearon estos milicianos, sin tener –por supuesto- a ningún gringo a miles de kilómetros a la redonda.

 

Según el comunicado oficial, las tareas a cargo de estas nuevas fuerzas armadas “van desde el reemplazo de las unidades de combate convencionales, hasta la defensa de nuestro petróleo”. Ya están advertidos los militarotes tradicionales. Quedaron, como se dice, pa’ los muchachos. De modo que para conseguir coima o un ascenso a cuatro soles, ya no podrán calar bayoneta,  pilotear un Sukhoi, ni disparar misiles con ojivas químicas contra presumibles invasores extranjeros. Tendrán que erigirse en vendepapas o protagonizar lloronas en público, por nombrar solo dos, de las nuevas modalidades de marcialidad bolivariana. En todo caso, siempre será más lucrativo e ingenioso, chupar medias riendo los chistes malos en los “Aló, presidente” que intentar una repetición de Pearl Harbor o una confrontación tipo Vietnam con los supuestos enemigos de la revolución.

¿Cómo será el desempeño de estos nuevos milicianos? Depende de quien tomen como paradigma. De seguir ciertos antecedentes, no muy edificantes que se diga, se corre el riesgo de la repetición de la historia. En un eventual desembarco de los odiados marines, seguro que los recién estrenados celadores de la revolución, en lugar de la archifamosa “la planta insolente del extranjero”, pronuncian la no menos archifamosa frase, nacida  al fragor de la incontinencia,  precisamente de otras fechas no menos patrias. A saber, el 2 de febrero,  27 de noviembre,  11, el 12 y el 13 de abril de 2002. Vale decir: “Si la sangre huele a…barro, yo estoy herido”. O peor todavía, expuestos a condiciones más peligrosas, los nuevos duros de la resistencia y del “Patria, Socialismo o muerte”,  vuelven a las  odiosas evocaciones y por lo mismo, van, se le arrodillan a un cura, no para recibir extremaunción a causa de una herida en batalla, sino para esconderse bajo una sotana. Lo que es igual no es trampa, dirán los nuevos numantinos bolivarianos.

Sea como sea, las mencionadas milicias llegaron para quedarse. El día de la juramentación bajo la consigna del ¡Nunca más! se contó la historia de las vejatorias condiciones petroleras otorgadas a los yanquis por Juan Vicente Gómez, a quien se calificó de traidor. El Benemérito es ya cadáver por lo que las huestes bolivarianas han tenido un debut muy marcial: pelear contra un hombre que tiene más de 70 años de muerto. De cualquier manera, como de lo que se trata es de defender nuestras riquezas, ya los milicianos preparan su bautizo de pólvora y sangre. Me parece verlo todo.

Los recién erigidos garantes de nuestra soberanía, se reúnen para escuchar una arenga. La convocatoria ha sido con carácter de urgencia, porque hay que ponerle un “parao” al irritante saqueo perpetrado contra nuestro patrimonio bituminoso.

Los ánimos están caldeados, así que el único punto en el orden del día, no es la posible invasión “de” Estados Unidos, sino la invasión “a” Estados Unidos. “¿Paga mister Obama los barriles que le enviamos?”; “¡Al brinco rabioso, señor!”; “¿Lo hace completo, sin  descuento, sin pasar por ¡Go! y a precio de mercado?”; “¡Completo y sin descuento, señor!”.

Pero los milicianos, esa tarde tenían la tripa guerrera abierta. Se habían tomado demasiado en serio – además de los consabidos lamparazos- la condición de defensores de nuestra soberanía. La decisión de ejercer acciones contra quienes nos roban nuestra riqueza fundamental con impunidad y prepotencia era irrevocable. Fue cuando en lugar de corear el revolucionario ¡Muerte al gringo! Decidieron invadir a Fidel Castro.

 

2010 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio