Ramírez y Leocenis García

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Ocurre que en el pleito judicial contra los periodistas, hemos constatado violaciones procesales obscenas, irritantes, bochornosas . . .


DOS CARCELAZOS

 

No he tenido con los periodistas, Leocenis García y José Ramírez Córdoba, ningún trato. Ni social, comercial, profesional o de cualquier otro tipo.  Por lo mismo, al escribir lo que escribo no me mueve más interés, que la vigencia efectiva de las garantías a las que tenemos derecho, sin diferencia alguna, todos los venezolanos.

Si García y Ramírez Córdoba cometieron o no, los delitos que se les imputan, tampoco es asunto sobre el cual vamos a dragonear. Eso es, competencia exclusiva de los jueces que los juzgan. Eso sí, a condición que lo hagan de manera imparcial, autónoma y con riguroso respeto a la Constitución y las normas.

Pero no. Ocurre que en el pleito judicial contra los periodistas, hemos constatado violaciones procesales obscenas, irritantes, bochornosas. Quienes anhelamos que la Justicia –no el linchamiento tribunalicio- sea el mecanismo que dirima los conflictos entre los integrantes de cualquier comunidad humana, repudiamos, sin titubeos esos atropellos. En particular ahora, que para protestar, para hacerse oír, Leocenis García, se ha declarado en huelga de hambre, con lo cual peligra su salud y su vida.

Los mencionados comunicadores, llevan más de cuatro años presos, sin sentencia. Ello, habla por sí solo. Nuestra Constitución consagra el derecho de todo ciudadano a ser juzgado en libertad, mientras que el Código Orgánico Procesal Penal, pauta que después de dos años sin juicio concluido, todo imputado tiene el derecho a regresar a casa. Sin embargo, en el juicio contra los periodistas, tal plazo se ha prorrogado, una y otra vez, de modo que las prórrogas han superado, con creces, el plazo inicial para escuchar la absolución o condena.

¿Y no rige el principio general, que prohíbe  “prórroga de la prórroga”? No obstante, admitiendo lo inadmisible ¿por qué las extensiones no se decretaron, conjuntamente, con medidas menos gravosas que la de mantener a estos venezolanos en cárceles, en donde la vida, no vale un rábano?

En carta a un magistrado del Tribunal Supremo de Justicia, García, ha denunciado que el juez, ha diferido 72 veces la vista de su causa. Resulta, entonces, de exactitud matemática que la mora judicial no es imputable a tácticas dilatorias de los acusados.     

Nuestra Constitución es terminante: las evidencias obtenidas de manera ilícita, son nulas. En el caso específico de Ramírez, la principal prueba de cargo la constituye una pretendida “operación simulada”. Tal técnica policial, excepcional, permitida por nuestra legislación solo en casos de delincuencia organizada, debe practicarse conforme a parámetros muy rigurosos: que el “agente provocador o simulado” sea funcionario, adscrito a unidad de investigación especializada en tal tipo de operaciones; que se proceda a solicitud del Ministerio Público y, finalmente, que la operación simulada cuente con la previa autorización de juez de control. Ni uno solo de tales requisitos se cumplió en este caso. Ergo: nula la evidencia que la sustentaba, la prisión de Ramírez debe ser revocada de inmediato.

Inquieta otra circunstancia. Me refiero a que los dos carcelazos derivan de una disputa con el petrolero Wilmer Ruperti. Tampoco vamos a prejuzgar si este último ha cometido o no, ilícitos en sus contratos con el Estado venezolano, en especial Pdvsa. Pero lo cierto es que el empresario se ha enriquecido hasta alcanzar cotas de escándalo, prevalido de conexiones con el  gobierno. Ruperti ha recibido de este último, tratamiento de salvador de la Patria y como tal, fue catalogado por el propio presidente de la República, al imponerle la más alta de las  condecoraciones. Los comunicadores, en ejercicio de su profesión, informaron de supuestas irregularidades con ocasión de tales nexos, pero mientras el empresario fue poco o nada investigado y reside en un palacete en Miami –estatus que no anhelamos, pero que por sí solo, no criticamos- a Ramírez y a García, les ha correspondido verle el rostro más ceñudo a la pretendida justicia bolivariana.  Imposible callar ante estos encarcelamientos arbitrarios.

2010 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio