Lo informaron la semana pasada los diarios y aunque
nuestra Cancillería protestó, airada, molesta, por la ubicación entre
los países más violadores de derechos humanos, guardó silencio
incriminatorio en lo que se refiere a nuestro tercer puesto, final de
fotografía incluido, entre los Estados más corruptos del continente.
LISTAS DE FORAJIDOS. No se trata de ofender. Pero
una imagen dice más que mil palabras. Así que cada vez que leo el
término "forajidos" relacionado con determinados gobiernos,
evoco las imágenes de los villanos de aquellos spaghetti westerns
de mediados y finales de los 60. Unos duros de la perpetración. Brutotes,
a medio rasurar, desaseados, resentidos sociales, pero sobre todo rapaces,
incluso con las alforjas de sus ancianas progenitoras.
A pesar de las críticas, tal clase de
películas tienen un lugar en la historia del entretenimiento. En
particular las pioneras. Directores como Leone, actores como Van Cleef,
Eastwood, Franco Nero, Volonté, músicos de la talla de Morricone, el
compositor que intercalaba en sus temas, silbidos y voces como auténticos
instrumentos de orquesta, son lo que se dice, verdaderas leyendas del
género.
Pero como todo. Los spaghetti westerns, pasaron
de moda, aunque según lo hemos visto, las imágenes de sus forajidos
persisten en lo que se refiere a los gobiernos, merecedores del citado
adjetivo. Me parece mirarlos en pantalla cinemascope, en particular
a uno de los más hiperactivos.
ESCENA 1ª. Toma abierta. Pantalla completa con la
entrada principal de un pueblecito del Oeste norteamericano. Cae la tarde.
La calle está desierta. Detrás de un barril, se encuentra agazapada la
OEA con el dedo en el gatillo. Sobre el tejado del almacén, mientras
mascan tabaco, afinan la puntería los Países Amigos y el Tribunal Penal
Internacional. Dentro de una carreta se esconde con su fusil, otro de los
supuestos justicieros de esta película, un catire grandote y buena gente,
pero gafo -tipo Jimmy Carter, para hacernos entender mejor. Le montan
cacería a Django, o lo que es lo mismo, a cierto gobierno forajido
que en cuestión de cuatro años ya comienza a figurar en la mayoría de
los "¡Se busca. Recompensa!". De pronto, el jinete se acerca.
Cabalga solo ¡Madre mía! Si no acepta convocar el referendo revocatorio,
será víctima del fuego cruzado de las sanciones multilaterales. Pero
¡atención! Una nube de polvo se arremolina en el camino. Django,
perdón, el gobierno forajido, no le para al llamado orden internacional,
ni se encuentra tan íngrimo como parece. Sus hermanos de causa le cubren
la retaguardia. ¡Sí, son ellos! "Tiro Fijo", "Mono
Jojoy", Bin Laden, el "señor" Goveia y el también
"señor", desde la semana pasada, Richard Peñalver. Las
llamadas fuerzas del orden internacional que pensaban rodearlo, en forma
prudente, bajan sus armas y se retiran. Revienta la madre de la
celebración forajida. Caballos a todo correr y disparos al aire, incluido
al de los pulmones de los adversarios desde Punte Llaguno. Al fondo no
resuena el clásico "Lo bueno, lo malo y lo feo", sino una
musiquilla, inspiración del poeta de la revolución. A saber:
"¡Malandros/ Unidos/ Jamás serán vencidos!".
ESCENA 2ª. Spaghetti western, sin "¡la
bolsa o la vida!" no es spaghetti western. Así que después
de salir ileso de la conspiración internacional descrita en la escena
anterior, Django, corrijo de nuevo, el gobierno forajido, prosigue
el pillaje. Sabe que está en el tercer lugar, pero quiere ascender al
primero. Asalta diligencias, lo mismo que trenes que transportan valores;
la caja fuerte del banco sufre varios atentados dinamiteros, aparte de la
rebatiña de petróleo ajeno, para pagarle favores a su compinche más
cercano.
ESCENA FINAL. La acción transcurre en el saloon.
El pueblo se ha quedado sin ley. Juez, fiscal y hasta el sheriff han
admitido con desparpajo que son unos miembros más de la banda. Pero
¡qué diablos! El ambiente es de jolgorio y al fondo trepida la pianola.
- ¿Bailamos, señorita?
- Por supuesto, la música está sabrosona. Entre
paréntesis ¿a qué se debe este bonche?
- Celebramos mi tercer puesto en el ranking de los
gobiernos que meten más mano en la Tesorería.
- Caramba, yo que apenas soy una aspirante.
Narcorrepubliqueta del Caquetá, humildemente…
- ¡Ah, picarona!
Todos los spaghetti westerns, son diferentes. Unos se
desarrollan entre muertos y disparos. Pero este, lo menos que termina es
en concubinato
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