¡Nacionalizan los Mataderos, Mamá!

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La laboriosa comunidad lusitana que domina esta industria más básica que la extracción, refinación y distribución de petróleo, puso el grito en el cielo . . .


 

  La onda expansiva de la amenaza gubernamental, rebasó el ámbito culinario de la chocozuela, el lomito, la punta de trasero, el solomo de cuerito y el bistec, en general.

¡Nacionalizan, los mataderos mamá! Algo que ni siquiera los partidarios más recalcitrantes del supuesto Socialismo del Siglo XXI justifican y que en lo que a nosotros se refiere, estamos decididos a combatir a toda costa, aunque nos tilden de agentes de la CIA, asalariados del Baby Bush o miembros de la Ovra de Mussolini.

Al divulgarse la noticia, como era de prever, la laboriosa comunidad lusitana que domina esta industria más básica que la extracción, refinación y distribución de petróleo, puso el grito en el cielo.

- Os primierus en llevare a os venezolainus pra el verdadeiro  mar du la felicidade, fuimos nusotrus –bramó Agostinho De Oliveira Caçado, un duro del nada veo, nada oigo y nada digo, con varias décadas en el oficio.

Una injerencia inaceptable de la llamada revolución. Pero sobre todo explosiva, más volátil que el bobalicón y timorato aumento de la gasolina. Porque por mucho que se ajuste el cobro por litro o por galón, los venezolanos siempre pagaremos menos por octanos, que nuestros pares de Harlem, Londres, París, Buenos Aires, Burundi, las islas Galápagos, Bielorús, Turkistán y Malandristán, por nombrar algunas de localidades beneficiarias de las gabelas que el señor Chávez disfraza como subsidios para los pobres, pero que no son más que compra de encubrimientos para las tropelías más repugnantes.

Pero el precio de una noche loca, es diferente. Es más internacional,  más dolarizado, obedece más las ineludibles leyes de la economía y, por consiguiente, depende menos de las veleidades del primer babieca que se piensa salvador de la Humanidad.

Hace unos cuantos meses, comentábamos en este mismo espacio, que así como el llamado Mc Dólar, se ha consolidado como una herramienta de utilidad, para establecer la paridad de los distintos signos monetarios, el llamado Sexi-dólar ofrece un mecanismo todavía más preciso al respecto. Un ramito de flores por aquí, una invitacioncilla a cenar por allá, una entrada a la discoteca para echar un pie seguida de una mentirilla blanca en la oreja por más acá y ¡zas! todo termina donde mismo. En el Puerta del Este, el Dallas, el Montaña del Este, el Bruno, la Toga, Las Mil y Una Noches y demás hotelillos de sábanas calientes o mataderos. Una denominación, justa o injusta, pero que ahora coloca a estos venerables establecimientos en el ojo de la tormenta.

En lo adelante, el precio de este servicio imprescindible se verá envuelto en la vorágine de ineficiencia, soborno y del cuánto hay pa’ eso, que lo mismo priva para obtener un pasaporte, una licencia de conducir o sacar una partida de nacimiento, que para tramitar una petición en Cadivi. Así como la cotización de McDonald’s a través de su comida basura distribuida a lo largo y ancho del Planeta, sirve para el citado McDolar, el costo comparativo, de país a país, de conquistar una chica, disparará nuestro Índice de Precios al Consumidor como consecuencia de una nacionalización de uno de los insumos más básicos en la mencionada actividad.

- Con usted, no hay problema caballero.  Pero me temo que si no se baja de la mula, la damita no podrá entrar a la habitación, no porque sea menor de edad, sino porque figura en la lista de Tascón - nos susurrará el esbirro de la Disip, desdoblado al filo de la media noche, en recepcionista hotelero.

Como se ve una grave alteración de las leyes del mercado, distorsionada todavía más, con los sobornos y bajadas de la mula inherentes a la burocracia bolivariana.

Hay quien dice que la nacionalización de los mataderos de ganado en pie, con su subproducto de carestía de la carne, conducirá al raquitismo de la población. El cronista piensa lo contrario. Lo verdaderamente trágico sería la nacionalización de mis queridos, de mis apreciados mataderos, con su secuela de menor cubicación de amor, pasión y rienda suelta. Es que lo que produce el verdadero raquitismo, es la soledad ¡Ay!

 

© 2007 Derechos Reservados - Nelson "Lonpleipelúo" Ramírez