Las pataletas

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¿ A qué se debe que el Presidente pierde toda mesura cuando es criticado desde el extranjero o por un extranjero? . . .


 

Todos hemos oído hablar de las fobias. Un individuo que grita, pide auxilio que se aferra al objeto fijo más cercano con tal de no asomarse al balcón del último piso de un rascacielo, ya se sabe que padece de acrofobia. Otro que no puede permanecer en un ascensor o en cualquier otro espacio cerrado, es víctima de claustrofobia. Crótalofobia, eolofobia, agarofobia, zoofobia, cronofobia, fotofobia, homofobia, en fin un catálogo interminable de calificativos de raíz preferentemente griega, que intenta pasar revista a los terrores que azotan y han azotado a la especie humana.

Las características asociadas a este tipo de pánicos, son su injustificación y la respuesta desproporcionada ante una causa si se quiere insignificante.

Ahora la pataletas.

El miedo normal es a la fobia, lo que la ira por motivo plausible, es a la agresividad desaforada y sin un estimulo que la justifique. Pero en definitiva forman parte de un todo. Según Mirá y López, del negro vientre del miedo, brotan las rojas fauces de la ira.

Para ser más gráficos, relatamos una historia arrancada de la vida misma.

Son las 5:45 pm de un lunes cualquiera. Acrónimo Veracoechea, jefe de la división de Compras y Suministros de uno de los numerosos ministerios ha tenido un día duro. A primera hora de la mañana, había recibido la llamada del bolivariano Borromé para participarle que durante toda esta semana se celebrarían los círculos de orientación revolucionaria, en el salón "Norberto Ceresole" del ministerio. Que como de costumbre, se pasará lista.

-Así, camarada bolivariano, que olvídese de las acostumbradas frías a la salida del trabajo...- le advirtió un intimidatorio Borromé en el tono poco amistoso de siempre.

No había terminado de hablar, en la práctica, con el coordinador de su Círculo de orientación revolucionaria, cuando se presentó en la oficina un tropel de proveedores y contratistas airados, a causa de la morosidad en el pago de las valuaciones a cargo del ministerio.

-O nos pagan o nos pagan, porque pa'eso ya nos bajamos de la mula con el veinte por ciento...- chillaba uno de los manifestantes mientras blandía en su mano derecha unos casettes de grabaciones, en lo que no era otra cosa que una declaratoria de guerra.

 Por sí fuera poco, a las 2:30 pm habían repartido unos volantes anóni- mos, en los que se relataban con pelos y señales el ju-jú que tenía con su secretaría y a las 2:31 pm, una llamada de su esposa, le anunció que ya tenía en su poder copìa del mencionado panfleto.

No se necesitaba ser muy perspicaz, para predecir la gorda que se iba a armar cuando regresara a casa, luego del comité de oríentación revolucionaría de esta noche.

Vaya manera de iniciar la semana, se dijo para sus adentros. Pero Acrónimo Veracoechea, era un individuo con un completo dominio de sí mismo. Nada era capaz de conmoverlo. Ahí estaba. Impávido, con su cafecito, un cigarrillo y el crucigrama de El Universal, dando tiempo que fuese la hora de salida, para ¡qué fastidio! asistir al comité de  orientación revolucionaria.

De pronto, la palabreja surgió de una borrosa conversación que se celebraba a varios escritorios de distancia.

-¿Quién pronunció la palabra licitación? - tronó Acrónimo- , convertido en un doctor Jekyll, aquel personaje de R.L. Stevenson.

Pese a que Acrónimo es del peso y la talla de un jockey del hipódromo, se requirieron siete jóvenes atléticos, para quitárselo de encima al infeliz que se atrevió a pronunciar un término que de sólo escucharlo, transforma a este pacifico bolivariano en un verdadero energúmeno.

Vidas Paralelas.

Negarle a nuestro Presidente alguna dosis de paciencia, ante las críticas a veces virulentas de sus adversarios locales, es una desmesura en la cual no deseamos incurrir. Claro, se trata de un individuo ciclotímico, cuyos altos y bajos según la posición de la Luna, los alterna en responder con desproporción algunos cuestionamientos, , en hacerse el sueco y ¿porqué no admitirlo?, hasta en tolerarlos pero sólo en situaciones excepcionales.

Sin embargo, ¿a qué se debe que así como Acrónimo, pierde toda mesura de sólo escuchar la palabra licitación, el Presidente, se comporta como su citado camarada bolivariano, cuando es cuestionado por un extranjero o desde el extranjero?

En ambos casos, nosotros descartamos alguna asociación con el pánico. ¿Qué temor le puede tener Acrónimo al término licitación si en el actual todos los contratos se otorgan a dedo?

Igual Chávez. No es un hombre de cobardías. Lo demostró en el Museo Militar. Además si le hubiera tenido alguna clase de miedo a las reacciones extranjeras, no se habría metido en las once varas de la camisa por la lucha en pro de un nuevo orden internacional, donde no tiene una Asamblea Nacional, un Tribunal Supremo o un CNE cosubstanciados con el llamado proceso revolucionario.

Total, que para nosotros las causas de tales madres de pataletas, permanecen en la penumbra. Un verdadero misterio de la ciencia.

 

 

© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio