Cuando
se producen tales desgracias, ecológicas, en la fuga de divisas o a causa
del aumento de la tasa de criminalidad, todos los dedos acusadores apuntan
en un solo sentido: la Cuarta República. La mancha verde que invade el
lago de Maracaibo, obedece a una maldición gitana de Alfaro Ucero
proferida al filo de una medianoche, en medio de una conjunción de Júpiter
con Saturno, luego de percatarse que su estrella política declinaba sin
posibilidad de retorno. La contaminación con mercurio de las cabeceras de
nuestro río rey, perpetrada por los garimpeiros
con impunidad, forma parte de un pacto secreto entre el Maligno y el
doctor Caldera, quien acecha, sigiloso, previsivo, calculador, para volver
a presentar su candidatura y utilizar la hecatombe ambiental, en un diseño
diabólico de su publicidad.
MAS
ALLA DE LAS EXCUSAS. Se
ha dicho que las sociedades
pueden juzgarse según el
comportamiento con su medio ambiente. El cronista va más lejos, aunque
este lunes lo menos que deseábamos era ponernos catastróficos.
En
el futuro, los países, las comunidades en general, estarán condenadas a
reptar como alimañas o a vivir con un mínimo decoro, a condición de la
depredación o del acatamiento estricto de normas conservacionistas. Solo
que ese futuro, cada día es más presente y
poco vale en cuestiones tan serias, la babosería de trasladar a
terceros culpas que son propias.
La
contaminación en tierra firme, como en nuestras áreas marinas, cada vez
es menos reversible. A la vuelta de muy pocos años, días quizá, la
mayoría de los espacios devastados lo serán a perpetuidad, sin
posibilidad de retorno, así que los pobladores desaprensivos quedarán
relegados a las áreas desérticas, pues los hombres y mujeres previsivos
se van a negar a la cristiana caridad de compartir con imbéciles, los
escasos espacios amistosos que resten al planeta.
LAS
MAYORIAS MARINAS. Escribía Baudelaire, que el hombre por ser libre,
amará siempre el mar. Quizá, los peces del Estado Vargas, por aferrase a
sentimientos similares han perecido sin remedio.
Seguro
que en los océanos de la república bolivariana, igual que en tierra
firme, escasea el oxígeno del pluralismo, la tolerancia y el respeto a
las normas elementales de convivencia acuática. Tampoco es aventurada la
conjetura, que la convicción libertaria, inherente a las especies amantes
del océano inabarcable, haya naufragado a causa de los remolinos del
fraude para burlar las mayorías marinas y que el saqueo de las riquezas
de nuestras profundidades haya sido el
cambalache criminal para remunerar la burla.
Un
cachalote, regordete y tarambana, pésima imitación de cierta orca
asesina que campea en mares de una isla cercana, es lo peor que puede
ocurrir en cualquier zona isobática. Peor si suma aspiraciones de ejercer
un supuesto virreinado vitalicio, mojado en el agua salobre de la corrupción
y la trampa.
LA
POLITIZACION. Hasta aquí habíamos cumplido la promesa, con nosotros
mismos, de no politizar de la mencionada mortandad. Sin embargo, varios de
los trabajadores de la zona nos obligan a tratar el caso del gobernador
del Estado afectado. Un sargentón de la Guardia Nacional, que no es
nativo de esa región, que la conoce poco y que fue impuesto por el dedote
zurdo de quien mira la descentralización como un escollo a sus planes
hegemónicos.
Benigno
Morales, pescador del sector asegura que el gobernador desconoce si el
“mar es salado”, mientras que Edgar Moreno, también lugareño, se
queja que el peligro de
desastre ecológico, le había sido advertido al mandatario regional, en
siete cartas consecutivas, sin que éste, para evitarlo, se hubiese
dignado a mover un solo músculo de su cara.
Total,
unos verdaderos casos de terrorismo contra la tolerancia y la
habitabilidad. En la tierra como en el mar.
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