El Viaducto

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El articulista denuncia como causante del colapso del viaducto numero uno, a un complot entre el capitalismo salvaje y el concreto armado . . .


 

  En cualquier país, aun en aquellos del denominado Cuarto o Quinto Mundo, el colapso del viaducto de la autopista Caracas-La Guaira, habría desencadenado la destitución de varios ministros, por no decir, la caída del gobierno, lo que incluye, la remisión de su pretendido líder, directo, sin anestesia y sin ticket de retorno, a las colonias móviles de “El Dorado”.

Han sido alrededor de 300 millardos de bolívares tirados al vertedero, en supuestas obras de estabilización de la mencionada estructura.

 

Pero están, también, la pérdida de tiempo, el falseamiento oficial de la realidad, el riesgo de vidas humanas, los perjuicios a terceros y sobre todo, los dictámenes de ingenieros independientes, que por advertir con antelación, la inviabilidad de la hipotética reparación, fueron tildados de golpistas.

¿Cuánto fue el monto de las corruptelas por unos contratos otorgados a dedo, so pretexto de una emergencia que no era tal, porque los alertas por el futuro del puente se remontan a varios años? ¿Quién asume ante los caraqueños, los varguenses, ante los usuarios en general, los irreparables daños por la interrupción de una autopista vital para nuestras comunicaciones?

Una nueva demostración –si hacía falta otra- de la supina ineptitud y sobre todo, de la fruición, de la comezón, de la picazón de miembros del alto gobierno, por meter mano en la Tesorería.

Pero tenemos que reconocerlo. Si en algo la Revolución Forajida, no es segunda de nadie, es en la apertura de investigaciones. “Hasta sus últimas consecuencias”, por utilizar el socorrido tópico. Por eso, es seguro, que cuando se publique la presente crónica, la Asamblea Nacional, el Ministerio Público y hasta el mismísimo jefe de Estado, ya habrán puesto en funcionamiento la implacable maquinaria para ubicar los responsables, por lo menos oficiales, de este nuevo culebrón.

Como primer sospechoso figura, nada más, ni nada menos que don Diego de Osorio:

- Osorito, Osorito: ¡Que voluntad la tuya! Fundar La Guaira donde lo hiciste. Si lo hubieses hecho, por ejemplo, en Casalta o en la esquina de Curamichate, los barcos fondearían en el tunel de la Planicie y no haría falta, ni autopista, ni  viaductos. Incluso, yo, me movilizaría en submarino desde Fuerte Tiuna hasta Miralflores, sin necesidad, ni de espalderos cubanos, ni de autos blindados!

Los veleidosos caraqueños. Aparte de la torpeza consustancial al sedicente gobierno bolivariano, de su descaro para aprovecharse de la primera tragedia o desastre natural para urdir cualquier negociado, de su imprevisión, de la mínima seriedad que le dispensó, el problema del viaducto no constituye sino un capítulo más de esa animadversión pueblerina y acomplejada que sienten hacia nosotros, los caraqueños y hacia nuestra ciudad, ciertos interioranos. Me refiero a aquellos resentidos que asumen, todavía, que el genticilio nace en una bosta de vaca o sabana adentro, en medio del bestialismo de sus andanzas juveniles. Por lo mismo, no faltará alguno, que salga, otra vez, con la estupidez de mudar la capital. Como si las miserias personales se disipasen con un simple traslado o un cambio de denominacion, siempre intrascendentes.

Dicho lo anterior, el segundo sospechoso de este posible saboteo contra el proceso revolucionario no podía ser otro:

-¿A quién se le ocurre construirle a unos tipos respondones y malagradecidos, como los caraqueños, que hoy votan por ti, pero manaña marcan record nacional de abstencion, una  vialidad de tres canales, dos tuneles y varios viaductos? Si no hubiesen tenido autopista, no hubiesen tenido viaducto y sin viaducto, tampoco hubiesen estado con ese lamento por el colapso de este último! ¡El segundo culpable, es Perez Jimenez!

El dedo acusador de la Revolucion es implacable: los usuarios de la Caracas-La Guaira, por la costumbre de echarse un playazo los domingos; los amigos del pescado frito que igual suben y bajan varias veces a la semana, en procura de precios accesibles para el  apretecible condumio y aquí llegamos adonde no queríamos llegar. Nos referimos a un complot urdido entre el capitalismo salvaje y el cemento pretensado.

Asimetria bolivariana. Lo lectores, ya lo habrán adivinado. Es momento de sentar en el banquillo bolivariano al Baby Bush:

-¿Qué es lo que se cree mister Bush? ¿ah? ¿Que le íbamos a dejar ese puentezote, ahí, vía libre, para que luego de un desembarco en Maiquetía,, sus marines se viniesen de un solo pepazo, hasta Caracas, a bordo de los por  puestos que cubren la ruta Punta de Mulatos –Plaza Sucre? ¡No oh! ¡Que suban por la carretera vieja, en sus tanques de guerra. Pa’ que vean cómo nuestros azotes de barrio los dejan en calzoncillos!

 


© 2006 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio