En
cualquier momento se establece el “Chávez de Oro” para distinguir a
los gobiernos probos, el “Fidel Castro de Bronce” como sinónimo de
pluralismo político ¿y por qué no? aunque descendamos un poco de
categoría, el “Carrasquero de Palo”, para los auténticos paladines
del juego electoral, limpio, imparcial, sin manipulaciones pecaminosas y
de paso, cultores del buen castellano.
LOS
DETALLES QUE FALTAN. El cable que ha llegado de Trípoli con la
noticia, sin embargo, no entra en algunos detalles. Nos referimos, en
primer término, a la parte en metálico del galardón. Es lo lógico. Una
cosa es despotricar contra el
imperialismo yanqui y otra, la fruición desmesurada o más bien, la comezón
por el signo monetario del supuesto archienemigo y como Gadafi siempre
aparece en las listas de los más adinerados del planeta, lo más probable
es que en ésta ocasión especial, demuestre que no solo de volar aviones
-o de apalear mujeres disidentes- viven los integrantes de ciertas cofradías
revolucionarias.
Visto
lo anterior, es casi seguro que el reconocimiento a nuestro Presidente no
se haya limitado, a las condecoraciones, pergaminos y las consabidas
peroratas. Quizá un nuevo “Pashá” haya engrosado la ya engrosada
colección de relojes de oro del mandatario venezolano. O como estaban
entre panas, tal vez la premiación incluyó un “vale”, menos
protocolar, pero más práctico, para retirar dos o tres docenas de trajes
de firma. Es que los tiempos cambian y el otrora muchachote de Sabaneta no
enfunda más aquellos puyaos con
los que proclamaba, sin necesidad de demasiadas palabras, que antes de
ocupar la primera magistratura, era un limpio de solemnidad.
EXIBICIONES
IMPUDICAS. Los venezolanos siempre hemos sido promiscuos en
aquello de otorgar y recibir medallas en tercer, segundo o primer grado,
postizas e inmerecidas. Para expresar tal propensión al autoengaño, al
halago recíproco, al ridículo -o al bofetón contra la decencia
ciudadana- en otro tiempo se satirizó entre nosotros, con la hipotética
“Condecoración de la Gran Torta de Casabe”. Una manera de decir, en
criollo, lo quebradizos que son tales reconocimientos, aparte que sus
dimensiones suelen rebasar las muy limitadas geografías existenciales de
los hombrecillos que las reciben.
Ahora
vemos, que lo que considerábamos una postración propia del gentilicio no
lo es, porque forma parte del subdesarrollo moral, que igual campea fueros
en Libia, que se exhibe con impudicia en Caracas.
No
sabemos si fue por alguna coincidencia macabra o si la onda expansiva del
premio, alebrestó la tripa perpetradora de nuestra revolución forajida.
Pero lo cierto es, que mientras Chávez se regodeaba en Trípoli como
campeón mundial de los derechos humanos, sus secuaces atropellaban en
Venezuela, a los esposos López Castillo. La llamada República
Bolivariana es signataria de la “Convención contra la Tortura y los
tratos Degradantes” y el Código Orgánico Procesal Penal, ordena que en
la aprehensión de los imputados se haga uso de la fuerza “cuando sea estrictamente necesario y en la proporción que lo requiera
la ejecución de la detención”. Pero no. En medio del dolor de una
familia honorable por la muerte de un hijo en circunstancias muy confusas,
había que encadenarla, esposarla y por si fuese poco exponerla en tal
estado ante la prensa. ¡Pa´que sepan que semos gobierno, pues! y de paso, volver a aspirar al premio Gadafi del
próximo año.
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