que cada temporada de lluvia permitía a las autoridades
locales de Jericó, embolsillarse unos cuantos denarios, son pretexto de
cualquier tragedia.
Después
de mirar a distancia aquel berenjenal bíblico, Dios tomó cartas en el
asunto. Así que les giró instrucciones a Noé, un sujeto que por esas
cosas, incomprensibles para muchos de nosotros, había cautivado las
preferencias del Todopoderoso: “Tu familia entera y una pareja de cada
especie animal y todos para un arca que debes comenzar a armar de
inmediato, porque lo que soy yo, voy a mandar en cualquier momento,
cuarenta días con sus subsiguientes noches de diluvio. Ya verán si se
van a repetir los atentados contra el patrimonio público”.
Ungido
con tal clase de preferencias, la primera medida de Noé, fue formar un
consorcio con su parentela y amigos más cercanos, para la construcción
de la barca supuesta a salvar la humanidad.
Día
39 antes del gran chaparrón: protesta general porque para la concesión
de la nueva obra pública se había procedido, a dedo, sin licitación
además de los señalamientos de nepotismo y de preferencia con los
amigotes de la nueva administración. Día 37 de la cuenta regresiva:
nuevas acusaciones. Esta vez circuló el rumor, bien fundado, que los
presuntos amigos, no eran tan inocentones, sino auténticos testaferros
conectados con personeros del alto gobierno. Día menos 34: arrecian las
lluvias, asecha la muerte por inmersión y los improvisados armadores
denuncian que la conclusión del arca presenta varios meses de retraso a
causa de un complot urdido por los cuatro Jinetes del Apocalipsis. Día
32: se determina que el dinero de, la quilla, el palo mayor, las propelas
y hasta de la eslora, fue transferido de manera ilegal a una cuenta off
shore,
abierta en un paraíso fiscal. Mientras el Fiscal General atrapa a
los responsables, los constructores cubren el déficit con subvenciones
del gobierno. Día 29: Ira divina al recibirse las novedades de la Tierra.
El Todopoderoso manda varios palos de agua en señal de advertencia.
UNIVERSAL
O LOCAL. Los habitantes de Jericó tenían una concepción un tanto
egocentrista de la existencia ¿Era su diluvio universal o sus vecinos,
cercanos y no tan cercanos, estaban más bien, listos, “mosca” para
beneficiarse de la desgracia ajena?
El
monarca del llamado Gran Imperio, por ejemplo, hombre práctico, de pocas
palabras y de no muchas ideas, en un comienzo concluyó que lo del diluvio
no dejaba
de “ser mucho bueno” para acabar de manera pacífica con los
conflictos de unos pobladores propensos al bochinche. Sus contrapartes de
otro lado del Mar Negro, se lo tomaron como lo que son: unos mercaderes
que al enterarse de la noticia, redoblaron esfuerzos para que la nave,
aeronave o cualquier cosa parecida, en lugar de ser construida por Noé
exhibiese un flamante “made in
France” |y en cuanto a cierto gorrero de una isla vecina, hermano,
padre y hasta madre del protagonista de la presente crónica, cuando fue
informado que Dios preparaba un diluvio contra los infieles, abandonó sus
ínfulas de ateo y comenzó
a construir su propia embarcación.
LA
IMPLACABLE CUENTA REGRESIVA. Día 29: arrecian las lluvias. Día 25:
debido al hueco negro en los recursos para terminar la nave, “Noé
Shipment, Corporation”, de capital mixto, solicita la implementación de
un impuesto
especial para prevenir calamidades. Día 23: El “Sindicato de
Soldadores
Náuticos” decreta huelga a causa de salarios impagos. Días 12,
14, 13 y 12: Arrecian
las lluvias. Día 9: tres especialistas de la citada isla, son traídos
de emergencia para dar los toques finales al arca. Día 5: graves daños
al casco de la nave en el simulacro de su bautizo con una botella de
champaña. Los supuestos técnicos de la isla, se asilan en la Embajada de
Cafarnaúm. Días 3, 2 y 1: las embravecidas tormentas se han convertido
en un problema de Estado. Noé pronuncia su celebre frase (Ex.14.4): “Si
la sangre huele a .... barro, yo estoy herido”. Cunde el pánico entre
los reptiles, gallinetas de vuelo rasante, meros, carites y hasta pargos
anotados como pasajeros. Día cero: sol resplandeciente. Ya lo habrán
adivinado. El Noé de este episodio era un bolivariano cualquiera y en
cuanto a Dios igual. Por lo mismo, el día programado para el diluvio,
“Hidrocapital”, había cerrado operaciones a causa de un supuesto
saboteo.
Lo
que viene después resulta “excesivamente normal” en esta clase de
situaciones. Torre de Badel, con sus ulteriores Sodoma y Gomorra. Pero esa
parte del relato la prometemos para, un lunes de estos.
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