El Alicate

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Lo mismo ocurre con el hombre cuando es un verdadero inútil. Pasa de herramienta a arma blanca . . .


Entre la estadística siniestra de delitos que se cometen a diario en Venezuela, hemos leído la noticia, según la cual un hombre totalmente fuera de sus cabales, ha amenazado a sus compatriotas con un alicate.
Un martillo, es un instrumento contundente. Usado con destreza, igual sirve para fracturarle el occipital a un adversario, que para el saueo del dinero del Plan Bolívar 2000. Después de todo, una platica extra - martilleo en mano - de los recursos de los damnificados de Vargas, nunca cae mal para comprarle su Ferrari al segundo frente.

Los destornilladores, los sacacorchos y hasta los bates de beisbol también tiernen un largo historial en las páginas rojas de los diarios. Pero ¿ un alicate?

Es una herramienta que no pinta nada en esta época tecnificada. La culpa de la intolerancia política y de las esposas maltratadas dentro del matrimonio, no la tienen las malas costumbres. Ni el machismo. Ni el aumento en la tasa de consumo de marihuana con "Caballito Frenao" en las movilizaciones de campesinos a Caracas. La tienen los alicates. Un par de ejemplos pueden ayudar a explicar el fenómeno.

EN EL HOGAR. El hombre llega a casa y lo primero que vé es un alicate. Alguien lo dejó por ahí, como quien no quiere la cosa. Una verdadera provocación. Hoy, los electrodomésticos no tienen tuercas que apretar. Todo es electrónico y por lo mismo vienen ajustados de fébrica. Para lo que van a durar. Las cosas se usan y ya. No tienen reparación o ésta es más costosa que reemplazarlas por otras nuevas de un todo.

Un alicate descolocado en el seno del hogar es una incitación a la violencia intrafamiliar. Ya pasaron los tiempos en que los esposos gurruminos después de sus horas de oficina, hacían en casa jornadas de carpinteros, electricistas o mecánicos. Las feministas creen que han avanzado entre nosotros, pero se equivocan. En pleno sigo XXI, el venezolano promedio regresa del trabajo, abre unas cuantas latas de cerveza y se pone a mirar la televisión. A ver quien se atreve, como en el pasado, a pedirlo a un hombre que repare una lavadora con un alicate, cuando Bob Abreu, se para en el cajón de bateo, dos outs, parte baja del noveno y el Caracas ha colocado la carrera del empate en la tercera base.

El alicate en casa ha caído en desuso como ciertos maridos. ¿Qué efectos tiene entonces, colocar un instrumento a todas luces inútil, tan a la vista de todos? Provocar, amenazar por la vuelta a la sumisión, incitar a que en lugar del inofensivo control remoto de la TV, se empuñe un arma que en manos de dterminados sujetos puede transformar una plácida velada de familia, en una noche loca en la enfermería más cercana. Las mujeres que se quejan porque han sido agredidas en tales circunstancias - con un alicate o a puño limpio- lo hacen por puro gusto.

EN PALACIO. Un comando desestabilizador ha burlado todos los anillos de seguridad. Los alicates, al igual que las medicinas, no deben dejarse al alcance de los niños, ni de individuos con determinado índice de peligrosidad, lo mismo en el hogar que en el despacho gubernamental. Estos duros del complot lo saben. Así que en lugar de una espora de ántrax o de un artefacto explosivo, colocan un alicate a la vista de su objetivo.La reacción en ncadena se produce de inmediato.

- ¿ Un alicate? ¡Traición! ¡Vilipendio!

No quedan industrias en Venezuela. Las que sobrevivieron al paquete económica de CAP y al control de cambios decretado en tiempos de CAldera, han trasladado sus operaciones a Medellín o a Kabul, donde a partir del 6 de diciembre del 98, el llamado riesgo/país, ofrece indicadores más sosegados que el de nosotros.

Un alicate, colocado así, de manera inocente, a la vista del público, no es más que una cruzada publicitaria para que cunda el descrédito. Una clara incitación de vuelta al pasado que todo proceso revolucionarioa que se precie de su condición, tiene que desalentar a cualquier precio.

LO SUPERFLUO. Todo lo inútil se transforma en maligno. El alicate había caído ya en desuso en Venezuela. Por lo mismo este instrumento, con su puño anaranjado y sustenazas, que en otro tiempo sirvió para calibarar un motor industrial o apretarle las tuercas de la cabeza a los individuos tarambanas, ha dejado de ser un alicate, para convertirse en arma letal. Lo mismo ocurre con el hombre, cuando es un verdadero inútil. Pasa de herramienta a arma blanca. Tanto en las revoluciones como en el matrimonio.

El que a alicate mata, a alicate muere. Habrá que averiguar quien fué el culpable de rescatar este instrumento de las penumbras del pasado.

Es lo que debería preguntar el juez antes de dictar cualquier fallo condenatorio.

A ver, confiese. ¿Quién fué el primero en desenfundar su alicate?

 


© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio