RANKINGS DE RANKINGS. Días atrás, comentamos en
este mismo espacio la publicación de otro ranking. Nos referimos al de
los gobiernos más corruptos del planeta, según el último informe de Transparencia
Internacional.
El cronista era de los que pensaba que los ataques
contra la libertad de expresión guardaban una relación directa con la
pobreza de los países. No es así. La comparación de ambas
clasificaciones nos ha rescatado de semejante error.
Valga el empleo de una expresión útil a los
presentes fines, pero que siempre nos ha resultado antipática. Se puede
ser pobre pero honrado, lo mismo a la hora de no meter mano en el Tesoro
Público, que en materia de respeto a la prensa libre.
Los que sí resultan inseparables, son la
corrupción administrativa y las persecuciones a los medios de
comunicación. Rige entre estos dos factores un vínculo, un auténtico
determinismo cromosómico que ordena que la primera vaya tras la segunda.
Siempre. Como la cola que sigue al can, con las consabidas disculpas a
estas criaturitas de Dios, por una comparación que ofende, hasta al perro
más barriobajero.
Si alguien lo duda, allí están los peor
clasificados por Reporteros Sin Frontera, en el ya citado informe. Es la
misma gente que meses atrás, Transparencia Internacional, consideró
como los duros, del cuánto hay pa´eso, del bajate de la mula y del
¿cómo quedo yo ahí? Para ser más específicos, republiquetas de la ex
Unión Soviética, republiquetas bananeras, republiquetas del llamado
Continente Negro, republiquetas gamberras negadas a inspecciones por
posesión de armas químicas, narcorrepubliquetas y como ya lo habrán
adivinado cierta republiqueta forajida y bolivariana, que es toda una
fija, en cuanto índice internacional de incivilidad se publica de tiempo
en tiempo.
DIFERENTE AVATAR. Por supuesto que ante esta
avalancha de descalificaciones, la revolución bolivariana tiene legítimo
derecho a defenderse. Para ceñirnos a la relación entre la corrupción y
los ataques contra la prensa: cada vez que nos visita un observador
extranjero, la viceministra de Información, esgrime un cartapacio con
material informativo en el que se cuestiona de manera acre, la probidad de
nuestro Alto Gobierno.
-¿Hay un articulista, algún periodista preso –se
pregunta la buena señora a manera de alegato- por levantarle estas
calumnias a nuestros angelitos de la administración pública?
Pero RSF ya lo tiene dicho. La única
forma de reprimir la libertad de expresión, no es cerrar un diario, ni
enviar a la cárcel a sus colaboradores. Además "No todos quedan
heridos por idéntico avatar". Tal es la sentencia de Séneca, un
estudioso del tema, si nos atenemos a su clásico sobre la ira.
Expuesto en otras palabras. Lo que para usted es una
ofensa, un agravio imperdonable que tiene que lavarse con sangre, quizá
para un ministro bolivariano es un halago que, en efecto, debe lavarse,
pero con whisky 18 años. O viceversa. A continuación un ejemplo, en el
que la realidad excede la imaginación.
-
¡El ministro Borromé, es un corrupto, un
verdadero superchorizo! Su solo transitar por nuestras avenidas ocasiona
que se activen las alarmas antirrobo de automóviles y bancos más
cercanos. Documentación en nuestro poder, demuestra que a cambio del
convenio que regaló nuestro petróleo, le depositaron 20 millardos en
Suiza. Del Plan Bolívar se embolsilló 50 más y del programa popular de
viviendas le quedó un edificio de apartamentos de interés social en
Yaritagua.
-¿Unos apartamenticos de interés social
en Yaritagua? ¡Esa vaina, no!
No digamos una visita a las Colonias Móviles de
El Dorado, pero uno quedará anotado en la ruleta loca de un artefacto
explosivo, obsequio de nuestros Círculos Bolivarianos ¡Faltaría más,
semejante ofensa al honor quintarrepublicano!
|