Carrasquero en Fort Lauderdale

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La vigorosa reacción del doctor Carrasquero, ante la reaparición de Carter en Florida como supuesto Elliot Ness electoral . . .


 

El norteamericano, como todos los pueblos, acostumbra a hacer chistes crueles a costa de sus políticos.  Nixon, Clinton y Carter están en altamar. De pronto, los altoparlantes anuncian que el barco donde viajan hace agua y que como siempre, los primeros en recibir auxilio serán las mujeres y los niños.

 - ¿Las mujeres y los niños? ¡Fuck you! –exclama Nixon, el más escatológico y malandro de los tres. Yo, soy un ex Presidente de los United States y como tal, exijo  privilegios...-dicho lo cual, va, le arranca el chaleco salvavidas a una muchachita y aborda, antes que nadie, uno de los botes de emergencia.

 

- ¿Cinco minutos? –se pregunta Clinton, mientras levanta inventario visual de todas las jovencitas que se arremolinan alrededor de las rutas de evacuación- ¡Tiempo más que suficiente para que antes del desembarque, una de esas chicas se me arrodille como la Lewisnky!

 

En Estados Unidos, Jimmy Carter, tiene fama de pelmazo. “Los premios Nóbel de ciencia, para el primer mundo y los de la Paz, para dirigentes de países subdesarrollados. Como Carter nos estaba convirtiendo en uno, le fue concedido el suyo”, “El mejor ‘ex’ Presidente que hemos tenido”. Esos y otros retruécanos de sus compatriotas, resumen una gestión de gobierno, mediocre, gris, que significó un bajonazo de Estados Unidos, como superpontencia mundial. Pero volvamos al naufragio.

 

¿Cinco minutos para desembarcar? – se pregunta el bueno de mister  Jimmy- ¡Tiempo suficiente para recitar unos versos de Walt Withman.

 

Carter declama, otra vez. No ha tenido buena prensa, la reaparición del ex mandatario mencionado en último término. Los votantes del Estado de Florida se lamentan, todavía, de las trampas que hace cuatro años llevaron a Baby Bush a la Casa Blanca y tal experiencia vital, sumada a la bobalicona veeduría internacional del referendo celebrado en Venezuela, hace que cualquier advertencia de Carter en  materia de votaciones se encuentre devaluada, o peor todavía, tropice con la muralla infranqueable de los prejuicios contra su persona. La ecuación es sencilla. Un hombre cuya fama de tonto es materia prima de chistes y que por si fuese poco, acaba de ser víctima del engatusamiento masivo de un Presidente, autoridades del CNE y magistrados de una republiqueta bolivariana, carece de arboladura intelectual, para neutralizar al “hacker” más inocentón de la primera potencia del planeta.

 

Pese a las críticas, el cronista presume la buena fe de Carter. Nadie puede discutirlo. Para que cualquier sufragio obtenga a santificación de “no tricks” que expide el citado ex gobernante –después de su pasantía por Caracas, por supuesto- se requieren árbitros honestos, padrón a prueba de cedulaciones y de naturalizaciones maliciosas, máquinas electorales no sujetas a las contingencias de unas proveedoras piratas. No lo exigió así en el caso de Venezuela, no porque un racismo atávico y sureño, lo obligue a demandar para sus compatriotas una democracia cinco estrellas, mientras que para el bajo perraje latinoamericano considere más que suficiente unas elecciones de fachada, de modo de poder asistir con su consciencia blanqueada a los oficios religiosos dominicales. Pero, mejor complemos la idea, en pantalla Cinemascope.

Talento de exportación. Son las 6:30 am.. Frente al  espejo, un hombrecillo ajusta el nudo de su corbata blanca contra el cuello de su camisa irreductiblemente negra. Luego de contemplarse el clavel en el ojal y de pasarle revista a su traje a rayas verticales –chaleco incluido- se dice para sus adentros y para sus afueras ¡Trrremenda pinta! De pronto, recuerda que le falta el calzado, para ocasiones especiales.

 

-¡Resurrección, cristiana! Buscáme rápido los zapatos blanquinegros que dejé aireándose sobre la batea.

En esto de las indumentarias de ciertos personajes de la farándula política, los opinadores tenemos que asumir nuestra cuota de responsabilidad. La semana pasada, por citar un ejemplo, anunciamos la posibilidad que ante los desafueros electorales, habidos y por haber en Venezuela, se aplicasen en contra de sus autores, las leyes antimafia sancionadas en algunos países extranjeros. Pero no. En lugar de inhibir, de cerrar la tripa siciliana que todo ser humano lleva entre pecho y espalda, nuestra advertencia más  bien la alebrestó y he aquí que al presidente de nuestro ente electoral, le ha dado por derrochar físico a través de la TV trajeado como lo hemos descrito.

 

 - . . .  y ultimadamente, si Carter es el Eliot Ness de las votaciones, yo soy un verdadero Intocable de la operación electoral.

Fue cuando Carrasquero, decidió ofrecerle una asesoría al partido Republicano de Fort Lauderdale.

 


© 2004 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio