Lo tenemos escrito en anteriores crónicas. Hoy día
en la comunidad internacional pululan Estados o republiquetas forajidas,
dominadas por fanáticos muchas veces dotados de recursos financieros,
armas sofisticadas y voto, pero sobre todo voz, en foros internacionales.
Sin embargo, a nombre de la autodeterminación de los pueblos que ellos
mismos profanan o de la comprensión de presuntas identidades culturales
que demeritan el calificativo, se convierten en enclaves despóticos, en
santuarios de criminales y prófugos internacionales o en paraísos fiscales
que legitiman dinero proveniente de la extorsión, del latrocinio contra el
patrimonio público o del tráfico de drogas. Toynbee, los predecía con
clarividencia, como time of troubles. Desafortunadamente las
sociedades libres, plurales, respetuosas de la convivencia que conduce al
compromiso político, no han tenido ni la lucidez, ni la energía
imprescindibles para enfrentarlos.
La reaccion al 11/S. Hasta el momento de escribir
las presentes líneas, la respuesta norteamericana a los crímenes del 11 de
septiembre ha sido mesurada y orientada con acierto. La precipitación es
mala consejera y, además, puede generar injusticias peores. Aunque sea
difícil en un momento de dolor inconmensurable, hay que evitar el
histerismo. Bush y su administración deben castigar a los culpables, como
lo ha asegurado hacer el Presidente, pero no caer en la tentación de
lanzar represalias si no se sabe a ciencia cierta de quien o donde provino
el atentado.
En el plano de la responsabilidad individual de sus,
cómplices, instigadores o encubridores, se deben guardar las normas del
debido proceso, en especial las relativas a la certeza probatoria de
quienes aparezcan incriminados. La liberacion la noche del miércoles de
varios ciudadanos musulmanes, que habían sido detenidos en forma
preventiva por el FBI, es buena señal que la investigación avanza mediante
la contrastación de evidencias y no según la raza, religión o filiación
política de los sospechosos.
Mas difícil, es la atribución de culpabilidades
colectivas a cargo de Estados o de movimientos políticos. Es sabido que en
este ámbito se procede con evidencias menos estrictas que las aplicables
ante una corte penal ordinaria y por lo mismo, mas frágiles a la hora de
llegar a conclusiones. En este sentido, la conducta del Estado
norteamericano, tambien ha sido acertada. Collin Powell, encargado de sus
relaciones exteriores, ha expresado que su gobierno está dispuesto a no
proceder en forma aislada, sino con el concurso y apoyo internacional que
supone exigencias que no estarían presentes de iniciarse una acción
individual de parte del Estado afectado.
Los indicios, hasta ahora, apuntan hacia la
participacion del saudí Osama Bin Laden, cobijado por lo menos hasta hace
poco tiempo, por el régimen talibán con sede en Tabul. Pero incluso, si el
ataque proviniese del mundo islamita, no cabe demonizar como un todo, el
acto de los pocos o aún los muchos responsables. Es preciso desterrar la
idea reduccionista de que estamos ante una prueba brutal del choque de
civilizaciones que pronosticaba Huntington. Sería una contradicción
inexplicable para una sociedad, que como la norteamericana, es por esencia
pluralista y multicolor. Ante lo que estamos, no nos engañemos, es en un
choque de bandoleros con gente que intenta conducirse de forma mas o menos
civilizada.
En el ambito nacional. El ataque del martes pasado,
demuestra el carácter contaminante de conflictos tan enconados como el del
Medio Oriente. Ojalá que su efecto devastador, sirva al gobierno de
Venezuela, para reflexionar sobre su amancebamiento con regímenes, que sin
incurrir en desmesuras, no podemos menos que calificar sino de forajidos.
Menos todavía, incluir a terroristas en oraciones, como lo ha hecho
nuestro mentecato mayor. Ni que él, con sus adversarios internos, se
comportase igual que un san Francisco de Asis.
© 2001 Derechos
Reservados - Dr. Omar Estacio
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