¡ Vienen los Robots!

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La fabricación en serie de tal clase de aparatos, plantea cambios revolucionarios . . .


 

  Acaba de concluir en Aichi, Japón, una exposición de robots. Según fue informado por este mismo diario, la muestra incluyó más de 65 prototipos. Algunos son traductores simultáneos, otros son enfermeros, pero también hay, niñeras, catadores de vino, socorristas, “damos” y damas de compañía multiuso, muy monos, porque a la hora de pasarlo gordo, los fabricantes son perfeccionistas.

NO SOMOS ENEMIGOS DEL PROGRESO. Además, de nada vale oponerse a los avances de la civilización. Pese a ello, cada vez que se anuncian esa clase de experimentos nos invade el pánico. Uno de nuestros temores se relaciona con la casi segura rebelión de los hombres-máquinas en un futuro que vislumbramos cercano.

 

Claro, se trata de mecanismos que cada vez serán más inteligentes, con mayor musculatura, pero sobre todo, más constantes que sus predecesores de carne y hueso, en materia de valores éticos. Harán valer su superioridad. Terminarán por apoderarse de la tierra, sojuzgar a sus inventores si no es que deciden, de paso, borrarnos del planeta, en especial por haber advertido el peligro que representa la construcción de semejantes monstruos.

TREN EJECUTIVO. Aunque nos pese, tenemos que reconocerlo: la inferioridad humana será patética. En particular, en determinados sectores. Un gobernante-robot, por ejemplo, jamás pecaría por peculador. Ni se le ocurriría dar orden de disparar contra una manifestación, pacífica, formada por mujeres y niños. Mucho menos, entregar los recursos no renovables de su país, a menos que se le queme un chip en cuyo caso, no habría necesidad de convocar un referendo revocatorio, enjuiciarlo por vendepatria o de colgarlo de un poste –colgarlo por las antenas, tampoco se piense que fomentamos el capamiento de aparatejo alguno. Bastaría acudir a la ferretería más cercana para reemplazarle el repuesto dañado. Además, quedaría la posibilidad de exigirle daños y perjuicios a la empresa que lo fabricó. Por el contrario ¿A quién van a demandar los ciudadanos de un país, si tienen la desgracia de colocar al frente de sus destinos un humano, dadivoso a cambio de complicidades, manoseador de la Tesorería y por si fuese poco, con la compulsión de hacer el payaso en los eventos internacionales que es invitado?

El efecto cascada, sería otra de las ventajas del mencionado avance de la tecnología. Algo seguro, será el nivel de exigencia del robot que cubra plaza como jefe de Estado, en la selección de sus colaboradores. Serán cosa del pasado, los ministros con cuentas cifradas en Hong-Kong y los televidentes no sufriremos más la pena ajena de ver a un generalote nacido humano y criado en los andes venezolanos, pero comportándose como un androide made in Japan, de testosterona de silicón. Además, los costos de mantenimiento, atentan contra la supervivencia burocrática del desacreditado homo sapiens. Cambio de aceite, y ya. Hasta el 2021. En particular si se trata de un modelo similar al ministro de la mano cansada. De igual forma, lo lamentamos, por el negrito reilón de los chistes malos, en los ¡Aló, Presidente! Lo reemplazará, un muñeco genuflexo y de sonrisa a colmillo pelado, pero que no necesitará que le den cuerda sino que se las arreglará con un par de alcalinas triple “A”.

DISIDENCIA A LA MEDIDA. Un gobierno de los mejores, por lógica, se apegará a los principios de pluralismo y alternabilidad. Por las buenas, sin necesidad de la aplicación de ninguna “Carta Democrática” ni de la intervención de un robot medio bobalicón, tipo Jimmy Carter. Cada período constitucional, una fuerza de oposición se aglutinará alrededor de los últimos modelos con cámara incorporada y que reciban mensajes por la Internet. Como ocurre con las ofertas de teléfonos móviles. Así, los potenciales compradores –o votantes, como usted prefiera- evaluarían las opciones y aparte de los adelantos técnicos prevalecerán aquellas con repuestos garantizados y pagaderas con credit card.

Total, que nos encontramos en el umbral de una revolución de verdad. Mientras llegan los modelos más adelantados, el hombre de la chivita del CNE, no necesitará cedular colombianos, ni comprar, previa bajada de la mula, más máquinas de votación. Le bastará traer desde Aichi, varios barcos cargados de humanoides y así, ¿quién lo duda? incluso la diputada de los rulos repetirá en su curul, sin necesidad de comportarse como una dama, ni de reconciliarse con el agua y el jabón.

En cuanto a los mortales ajenos a la política, pasaremos a la clandestinidad. Hasta que el futuro nos alcance, en un hotelillo de sábanas calientes amancebados con una mujer de hojalata.

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio