Una Lanza por Isaías ( y II)

Principal   En El Universal    Cosas de Julián   El Articulista   Contact

 

Principal
DIARIO 2001
Comunismo y Gerundio
¡Plomo al hampa! Bolivariano
O comunismo o libertad
La Noche que mataron a Brito
Hijos de la Cuarta República
Se van las Colombianas
Lombrosianos y Política
Urosa y cierto comunista
La Operacion Chávez Abarca
Ramírez y Leocenis García
Abogados:Nada que Celebrar
Franklin Brito
Justicia de gorgojo
Magnicidios y Magnicidas
Juridificación Política
Las Milicias, salvarán la Patria
Las Odiosas Comparaciones
Tribunal Supremo de Justicia
A quien no voy en el Mundial
Alvarez Paz
Presidentes Bandoleros y Alcaldes
La Totonataria
Al Sr.Jorge Rodriguez
La Contrarrevolucionaria Arepa
Una Victoria de Butifarra
Duro de Matar
Tronas y Megatronas
El Rey de Tonga
Pagar Viudez
Papa (bolivariano) Habemus
Abogados:Poco que celebrar
Matar Gatos
El Propio Ministerio
La Cruzada de los Abogados
La Narcocomputadora
Circo, enanos y payasos
Mas Secesionista será Usted
La Plancha Salvadora
Prohibida la palabra Loco
La Maleta de Pandora
¿ Loco?
Estimado Juan Carlos II
Su hallaca en Miraflores
Horror Gamberro
En"El Universal"
En "La Razón"
En "El Nacional"
Cañón corto
Desempatarse
El Pimentón
Incensurable
La cadena
La partida
Llegar a Viejo
Llegar a Vieja
Pensando en Exiliarme
El Articulista
CONTACTO

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

El articulista, se opone de manera vehemente a las peticiones de renuncia al Fiscal General de la República . . .


 

  Ahora, que atacar a Isaías Rodríguez se ha convertido, casi, en deporte nacional, el cronista se considera obligado a quebrar una lanza a favor del rapsoda-fiscal. Porque una cosa es la diatriba personal, el ataque contra el hombre moliente y corriente - lo que en el caso de Rodríguez consideramos injusto - y otra, el escrutinio minucioso de sus actuaciones
públicas, lo cual incluye sus presuntas dotes de novelista y poeta.

Días atrás, por ejemplo, con motivo de la publicación del relato de corte autobiográfico “Abril comienza en octubre”, Roberto Giusti (“El Universal”, 8/11/05) formuló con lujo de acierto, la siguiente crítica, estrictamente literaria: “bufonada, que ni siquiera da risa por la pobreza argumental, carente de lógica y de sentido (…) desastre sin remedio, desopilante farsa, lacayuna adhesión al Poder supremo, da cuenta de cuán bajo han caído las instituciones

Antes, Rodríguez, había sido calificado de “carnicero de la lírica” (Nelson Ramírez, “La Razón”, 16-9-01) y hasta el historiador Pino Iturrieta, (“El Universal 27-05-02) conocido por sus equilibrados juicios, llegó, incluso, a preguntarse si Rodríguez, merecía el título de poeta.

Sobre todo eso, la última palabra la tiene el lector. Para que los nuestros, se vayan formando criterio, hemos acudido a la bibliografía del mismísimo Rodríguez: “Con las aspas” (Maracay, 1982), “Los tiempos de la sed” (Ind. Gráfica, sin fecha), “Antología Poética” (Ayacucho, 2000) y la ya mencionada “Abril comienza en octubre” (editada por el autor, 2005).

EN VERSO REGULAR. Decía alguna vez Nicolás Guillén: “Suelo preguntar a los poetas jóvenes si han escrito aunque sea un soneto. No me siento cómodo cuando me doy cuenta que ignoran las formas estróficas más elementales. Para revolucionar un arte, cualquiera que sea, es indispensable dominarla primero”.

Hallamos en la obra analizada, lo que se denomina verso libre y lo que pretende ser verso regular. En relación con el instrumental de Rodríguez en esta última modalidad, apunta el reputado José Ramón Medina, prologuista de  la “Antología”: “Todo en boca de un hombre, poeta elemental (se refiere al prologado) (…) se nota en el grupo de los sonetos que a veces resultan poco rigurosos”.

Despachadas, así, de un plumazo por quien se suponía mentor de Rodríguez, las habilidades de este último en lo que se refiere a la métrica, rima, acentuación, pausa, nos restaría una aproximación a su producción en versificación libre.

 “Al él, le gustaba fregar/ fregaba los platos/ fregaba los cubiertos/ fregaba las ollas/ y fregaba la paciencia (Antología, pág.68). La profundidad filosófica de la anterior estrofa, nos recuerda cierta coplilla de similar mensaje existencial: “Ola que sube/ ola que baja/ ola que arrasa/ ola brutal/ ola que ahoga/ ola fatal/ ¡Hola! ¿qué pasa?/ ¡Hola ¿qué tal?”

HERRAMIENTA LEXICAL. Ninguna palabra, de antemano, está excluida del lenguaje poético. Sin embargo, nada menos que Aristóteles, apuntaba: “Será superior al vulgar, el poeta que acude al lenguaje refinado”. Según Adelan Kohan, “el nivel del poema varía según la distancia entre el habla coloquial y esa otra oración de mayor o menor canto”. “A través de cada palabra - anotaba Dante - es que el hombre ocupa un lugar entre los ángeles o entre los animales” (sin alusiones personales). Por lo mismo, no es igual declamar: “¡Oh, amada mía, me abrumas con el canto desmesurado de tu voz!”, que recitar: “¡Oye, Timotea/  a ver si te curas esa verborrea!”.

A continuación, más artillería lexical de Rodríguez: “De tan gorda que es/ se le partió la columna/ y le pusieron un aparato ortopédico/ que parece un florero (“Con las aspas, pág. 67). “Con su cola de trapos amarrados/ le hacía carantoñas/ a las nubes” (Ibídem, pág.29). “Un nudo de peroles/ y de latas vacías/ me anunciaron su nombre”

Según Elliot “la única forma de encontrar una emoción en forma de arte, es hallar un elemento comparativo o correlativo expresivo”. Rodari, asegura que “No basta un polo eléctrico. Para provocar una chispa se necesitan dos.” Corresponderá al lector el dictamen artístico de quien la lira, en lugar de registros musicales, le emite sonido de peroles; de quien en lugar de guiños traviesos, hace  “carantoñas” a las nubes o, finalmente, a un individuo que le produce éxtasis, “un aparato ortopédico”.

LA RENUNCIA. Cobra fuerza, la petición de renuncia de Isaías Rodríguez, a su cargo de Fiscal General. Es la segunda vez, que quiebro lanza a favor de este último: por favor, no renuncies, Isaías. Le haces más daño a la humanidad, escribiendo versos y autobiografías, que al frente del Ministerio Público. Y no te vuelvo a defender más, Isaías. Ni que yo fuese, el defensor Mundaraín. 

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio