El espantadizo, el pusilánime, el que a la hora de las
calzas prietas vira las fornas y larga el cuero, ¿nace o se hace?
A los gladiadores, para enfrentar como unos valientes los retos del
circo, les obligaban a una dieta a base de testículos de toro. William
Harvey, que partía del principio de que todo lo fundamental proviene del
huevo, 'Omne vivum ex ovo', recomendaba a los soldados, en su
Excertationes degeneration, la ingestión masiva del citado condumio.
'Señor, por favor, uno de colibrí, para mí. Que para gritar,
amenazar, agredir señoras y ordenar que disparen contra manifestantes pacíficos,
tampoco hacen falta dos de avestruz'.
No deja de ser paradójico, Felipe Aurelio Teofrasto Bombart von
Heheheim _Paracelso, para resumir_ firme creyente de la transmutación
absoluta, rechazaba toda posibilidad de regeneración del asustadizo. Bocón
de oficio, cobarde de beneficio, tal era su sentencia inapelable. Dicho
sea de paso, Paracelso se negó siempre a emplear los secretos de la
alquimia, en estos casos que tachaba de desahuciados. El barón de
Coubertin, aparte de su célebre frase 'lo importante no es ganar, sino
competir' aseguraba que los momentos críticos que se presentan en la práctica
deportiva forjan en los jóvenes la valentía necesaria para afrontar los
retos futuros. El columnista comparte este último punto de vista. Lo
pensaba ahora que el señor Presidente toma sus precauciones con motivo de
la marcha del próximo jueves. En éstos, como en otros casos, el hombre
se hace; dejando a un lado las rendiciones del Museo Militar y del 11 de
abril para evitar derramamientos (de 'sangre'), la más reciente madre de
todos los preparativos teórico-prácticos para contingencias de esta
naturaleza. Nueve horas y media seguidas en La Habana _sin hacer lo menor
y sin hacer lo mayor_ bajo la mirada atenta de su mentor, Fidel Castro. Si
éste no es un hombre que ha entrenado a conciencia para el próximo
jueves, que hace esfuerzos para sobreponerse a sus antecedentes, que venga
alguien y me lo diga.
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