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LO BUENO. Desplazamiento de una clase. La penosa realidad de la dirigencia política a partir del año 59 era que no la jubilaba la edad, ni la jubilaba el fracaso. Aparte de la presencia de Chávez, el llamado período puntofijista habría colapsado igualmente, aunque con menos estrépito. Despilfarro, corrupción, chapuza, prepotencia, pero sobretodo la poca democracia interna de los partidos llamados tradicionales produjo una dirigencia que conversaba sólo consigo misma y que, por ello estaba cada vez más divorciada de lo que sucedía en la calle. Escribía Bergson que cuando todo está perdido, hay que conservar el estilo. La anterior clase dirigente ha sido desplazada, esperamos que de manera definitiva. Eso hay que abonárselo a la cuenta de estos últimos treinta meses. Lo malo es que persiste el estilo. La emoción. El Presidente ha devuelto la emoción por el poder después del bostezo de los cinco años de gobierno de Caldera. Lástima que esa pasión, esa veneración que despierta entre sus seguidores, corre el riesgo de convertirse en odio desaforado, ante la más palmaria incompetencia en satisfacer ni una sóla de las expectativas creadas. La multipolaridad. No es mala la idea de propiciar un mundo multipolar. La hegemonía de Estados Unidos no le conviene ni a los propios Estados Unidos. Además, resulta en extremo antipática. Lamentablemente, en lugar de buscar asociaciones con la Unión Europea, Japón y hasta con los denominados Dragones del sureste asiático, los socios preferidos del régimen son Fidel Castro, Tirofijo, Saddam Hussein, Gadhafi y los demás maulas del planeta. Las raíces históricas. Ha sido positivo el rescate de las figuras de Simón Bolívar, el maestro Simón Rodríguez, Ezequiel Zamora, Guaicaipuro y hasta de Guzmán Blanco. La pérdida de nuestra identidad, era un fenómeno creciente que amenazaba con disolver los lazos que nos unen como nación. Claro, una cosa es exaltar las virtudes de nuestra historia y otra que en pleno 2001 se crea que con la invocación de gente del siglo XIX vamos a salir de nuestra dramática situación de subdesarrollo. La macroeconomia. Aunque no en las magnitudes de las dudosas cifras de un Banco Central cada día menos autónomo, hay que reconocer que en los últimos treinta meses se ha reducida la tasa de inflación. El incremento del fondo de estabilización es otra de las medidas prudentes tomadas por este gobierno. Lástima el desempleo, quiebra de empresas, la fuga de capitales y la fragilidad de nuestra economía, cada vez más dependiente del precio del barril de petróleo. El deporte. Chávez es el primer Presidente deportista que ha tenido Venezuela. Ello lo ha motivado a interesarse en forma personal por el fomento de una actividad tan necesaria para la formación y la salud de los venezolanos. La importación de técnicos cubanos en la materia es, en principio, una medida acertada. No se puede discutir que Cuba es el país que percápita cubica más oro, plata y bronce en competencias internacionales. Sin embargo la mayoría de estos técnicos importados son agentes entrenados por el G-2 para labores de espionaje. Tampoco su presencia en el país ha sido acompañada con el mejoramiento de la infraestructura deportiva, aparte de que nuestro Primer Mandatario ha pasado más tiempo dándole rienda suelta a sus sueños infantiles de ser un lanzador de grandes ligas, que en una seria planificación en esta materia. LO MALO. Corrupción impúdica. Suele expresarse que la hipocresía es un tributo que le rinde el vicio a la virtud. En la llamada IV República se atentaba contra el Tesoro Público, pero por lo menos había alguna dosis de hipocresía. Ahora lo que persiste es la impudicia. Sencillamente, los peculadores saben que con un Parlamento que no investiga y un Poder Judicial que no se atreve a sancionar a ningún válido del régimen, pueden proceder con descaro. Odio. En los últimos treinta meses ha impuesto una prédica contra los oligarcas de la prensa, los que tienen más, la Iglesia, los hacendados, los extranjeros, los escuálidos. Ahora comenzamos a presenciar con alarma, escalada terrorista fruto de sembrar malquerencias sociales. Inseguridad galopante, desesperanza en la población, éxodo de venezolanos, conversión del país en una republiqueta forajida que cobija delincuentes de lesa humanidad e irrespeta sus obligaciones internacionales, agresiones verbales y no tan verbales contra los medios, viciosa concentración de poder, militarización de la política y politización de la milicia, fraudes electorales, entronización de la chabacanería y el irrespeto hacia el adversario, coronan este período que, en lugar de treinta meses, parecen treinta años. Y LO PIOR. Lo pior, es que el Presidente cree que se la está comiendo.
© 2001 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio
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