Terrorismo de Estado

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El terrorismo, es la bomba atómica del pobre . . .


El terrorismo, es la bomba atómica del pobre. La frase no es de Tiro Fijo, Saddam Hussein, Ilich Ramírez, ni de ningún otro amigo de Hugo Chávez. La expresión se le ha atribuido a Bill Clinton, cuando en sus tiempos de Presidente, analizaba el combate contra el flagelo. Hay un sentido igualador en la cita que comentamos.

 Tan reprimible, tan criminal, tan violador de los derechos elementales, es secuestrar una aeronave por parte de un grupo minoritario, como los atropellos cometidos por los autodesignados celadores del orden internacional. Igual mediante una explosión nuclear o a través de las armas llamadas convencionales.

ALGUNA NORMATIVA. Hay muchas definiciones del terrorismo. Una ellas, lo entiende como el acto violento, premeditado, motivado por consideraciones políticas contra grupos o personas no combatientes.

Los perpetradores de estos crímenes de lesa humanidad, no pueden exonerase por cuestiones ideológicas. El terrorista, no tiene derecho al asilo. Ni a la condición de refugiado. Ni a enervar una petición de extradición, so pretexto de sus convicciones personales. Tal es el interés verdaderamente universal, de perseguir, de castigar estas conductas abominables, no importa donde se escondan sus responsables.

Una de las numerosas modalidades del citado crimen, es su apoyo y financiación. La resolución 1.373 del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, condena la "provisión de fondos internacionales o nacionales, con la intención de que tales recursos se utilicen para cometer actos considerados como terroristas".

En el ámbito Interamericano, las Convenciones de Washington (2 de febrero de 1971) y de Barbados (3 de junio de 2002), ordenan a los Estados que se "abstengan de proporcionar todo tipo de apoyo, activo o pasivo a las entidades o personas que participan en la comisión de actos de terrorismo (…) impedir que quienes financian, planifican, facilitan o cometen actos de terrorismo utilicen sus territorios para esos fines, en contra de otros Estados o en contra de sus ciudadanos"

Si el terrorismo del débil no es merecedor de conmiseración, qué decir del gobernante gamberro, que controla los resortes del Estado, cuando acude a tales prácticas para reprimir a sus conciudadanos. Sería la máxima expresión de la cobardía. De la abyección. Del abandono de la condición humana, para sumergirse en la más reptil degradación.

SEA USTED EL JUEZ. Consulto el www.cbolivarianos@venezuela.gov.ve y leo que los llamados Círculos Bolivarianos, están adscritos y financiados por el ministerio de la Secretaría de la Presidencia de la República, hoy rebautizado con el rimbombante nombre "Oficina de Asuntos Presidenciales".

Para no mencionar sino los hechos en los que sus perpetradores están identificados, sin ni siquiera, un asomo de legítima defensa en su favor. El dirigente Salas Römer fue golpeado en la plaza de Bolívar de Caracas. En El Tigre, con motivo de la conmemoración del natalicio de J.A. Anzoátegui, miembros de "Primero Justicia", resultaron atacados por los Círculos Bolivarianos. Al igual que Salas, al momento de la agresión, colocaban una ofrenda floral al pie del monumento de uno de los padres de patria. Hace apenas quince días, el jefe de redacción de "El Impulso", de Barquisimeto, sus abogados y los jueces que relevaron de responsabilidad al periodista por presunta difamación del gobernador de Lara, fueron atacados por turbas que se identificaron como integrantes de los citados grupos, inconformes con el fallo absolutorio. El 4 de noviembre los venezolanos presenciamos con estupefacción cómo Lina Ron, dirigente de los Círculos referidos, encabezó la balacera contra quienes de manera pacífica, se dirigían al Consejo Nacional Electoral a solicitar un referendo consultivo y el martes último, las diputadas oficialistas Cilia Flores, Desiré Santos e Iris Valera, esta última a los gritos de "¡Mátalo, mátalo!" (no, "¡Sácalo, sácalo!", señora Valera, porque en la grabación de sus imprecaciones, ha quedado testimonio) encabezaron la golpiza y el aparente intento de asesinato, contra el alcalde Peña en el interior un centro de salud.

Como se ve, ni la paz hospitalaria, indemne conforme a la Convención de Ginebra del 12 de agosto de 1948, ha logrado substraerse de la violencia de los grupos dependientes de la presidencia de la República.

Ahora nos explicamos la reticencia del señor Chávez por separarse de su cargo. Cuando se marche, tendrá pocos lugares donde esconderse.

 


© 2002 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio