Sopita

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Peor que una injusticia, es una mascarada de justicia . . .


  Diciembre 16 de 1966. 6:30 p.m. de ese viernes prenavideño. El articulista, pasante de un juzgado de ejecución, formaba parte de la comitiva para la práctica de una medida de embargo contra  “Arepera El Matracazo”, ubicada en la  Calle Real de los populosos Flores de Catia. Algo olía mal, en la Dinamarca de aquella actuación tribunalicia.

- ¡ Eu no debe ni une solo centavu, ni antes, había visto o dottore!

" O Dottore", era el supuesto acreedor, abogado Tito Livio Bustillos, legendario en el foro por sus malas mañas profesionales. En cuanto al que cavaba trincheras para impedir el desmantelamiento judicial del negocio –con sangre, si hacía falta- era su propietario, Joao Da Silva Gonçalves. Entonces, no había celulares, ni buscapersonas. Por la hora y fecha de los acontecimientos, aquel comerciante se hallaba sin esperanza de asistencia jurídica.

Pero de pronto, emergió de las penumbras de la arepera el abogado J.B. Roque. ¿ Que hacía Roque, pulquérrimo, refinado, culto, pelo cano, terno negro, con aires de monseñor, no digamos comiendo, sino más bien zampándose una tostada de mondongo en aquel cuchitril?

Lo que vino después, se desarrolló a velocidad de película muda. El improvisado defensor, esgrimía con la izquierda una ley y hasta varios códigos, mientras que con la derecha sostenía su tostada a medio morder. Incluso, sacó a relucir habilidades de campeón del peso welter, insólitas en un septuagenario, mientras vociferaba “¡ Injusticias, no, injusticias, no!”. El bueno de Joao, levitaba por esa aparición, de veras providencial.

LO QUE VINO DESPUES.

En algún pasaje de la tragicomedia, Roque, sudoroso, jadeante, mientras libraba la supuesta epopeya, se volvió hacia su “defendido”:

- Caramba, señor Gonçalves, he conseguido que no pague  los 85 mil bolívares que le reclaman, pero para salir del paso, “vamos” a tener que tirarle,  una vainita a Bustillos . . .  

HISTORIAS DE FOLLETIN. Leído el anterior relato, ya ustedes lo habrán adivinado. Hoy, lunes, vamos a escribir sobre una farsa similar. Nos referimos a la telenovela montada por el oficialismo para frustrar el referendo sobre el régimen forajido de Chávez. 

Una verdadera mise en scène, con supuestos muchachos de la pelicula, villanos, dobles, claque y hasta amores prohibidos. Por que no se crea. En la presente puesta en escena, aparte de chavistas duros, chavistas lights y pretendidos “Ni-ni”, se han sumado al saboteo, ciertos opinadores vinculados con la oposición, en este último caso, no sabemos si por ingenuidad, por celos, malditos celos por haber sido ignorados o por algo que nunca puede  descartarse: el cedazo rochelero por predios de la partida secreta.

La frase es de Aristóteles. Creo tenerla escrita en este mismo lugar. Peor que una injusticia, es una mascarada de justicia.

¿ Un grupo de electores, exige referendo consultivo a finales de 2002? Se les responde que para que el CNE funcione, hacen falta cuatro directivos ¿ Están los cuatro? Entonces se dictamina que uno de ellos tiene que darse por cesante. ¿ Un semestre sin CNE y la Asamblea no nombra los rectores? El TSJ suple el vacío existente a causa de sus propias sentencias, pero en el fallo usurpa el nombramiento de consultor jurídico del ente comicial y los que tenemos muchas horas de prostíbulo en estos menesteres, nos llevamos las manos a la cabeza, cuando los perpetradores del atropello, reciben elogios como salvadores de la democracia. 

Lo que ha venido después, no puede calificarse sino como variaciones del mismo tema. Un pobre de espíritu, enguacalado desde Maracaibo, que no hace mas que repetir como una cotorra, los latiguillos jurídicos contenidos en el “Almanaque del Abogado”; la anulación de más de tres millones de firmas por sutilezas legales, hasta llegar a la madre de la estafa electoral que no es otra, que un reglamento para el referendo revocatorio, obstruccionista y limitativo de un derecho al que no puede ponérsele cortapisa.

DE LA BANCARROTA A LA GUERRA CIVIL. Tiempo después, Joao Da Silva Gonçalvez, averiguó que Roque y Bustillos eran socios de oficina. Demasiado tarde. “Arepera El Matracazo” tuvo que declararse en bancarrota

Me replicarán ustedes, que ningún negocio próspero, sólido de veras, quiebra por concederle “una vainita” a un par de bandoleros. Eso depende. Cuenta la leyenda que los  citados prevaricadores se cebaron con el laborioso comerciante. Lo cogieron de “sopita” y cada último de mes, acudían a la sede del establecimiento a repetir el mismo show barato, y de esa forma, igual se acaba con una arepera, que se empuja un país por el  resbaloso despeñadero de la violencia.

 


© 2003 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio