La Sociedad Civil

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Ahora que fracasó el llamado gobierno de transición, es hora que la llamada sociedad civil, declare lo que realmente es . . .


 

El impulso popular por una salida constitucional del drama por el cual atraviesa Venezuela, se ha perdido por la prepotencia de los llamados representantes de la sociedad civil.

 

Días atrás la citábamos: "Esto no es trabajo, pero cansa". La frase pertenece a Gonzalo Barrios y devuelve con su carga de ironía, la poca estima que todos aquellos que no lo son, sienten por la condición de político.

No produce valor agregado en términos estrictamente económicos. Menos todavía, existe una ley que sancione su ejercicio ilegal. Para vivir de ella, tampoco se requiere de diploma o de título académico. Pero el aspirante a llenar plaza en el segundo oficio más antiguo del mundo, si desea tener alguna posibilidad de éxito - porque después de todo hablamos de un terreno donde nadie garantiza nada- está obligado a pasar por una institución que es la única que ofrece, la mínima capacitación. Nos referimos a la tambien menospreciada universidad de la vida, política, en este caso.

Se paga muy caro el desbalance entre la veteranía y las herramientas para la responsabilidad que se asume, en esto de aspirar o ejercer el Poder con mayúscula.

Recordaba aquello de la escasa valoración que suele otorgársele a la condición de político, ahora, que en el momento en que usted lee el presente artículo, Hugo Chávez Frías, echa un "camaroncito", a pierna suelta, plácido, gozoso, en la suite Presidencial del Palacio de Miraflores o quizá le da comida en la boca a su célebre morrocoya, en el corral de La Casona - antes se llamaban jardines o paisajismo exterior, pero la semántica de la revolución es como es.

Y AHORA, LAS EXPLICACIONES. Hoy asistimos al sepelio de la recién bautizada sexta república. Como el fracaso es huérfano, pero no precisamente de explicaciones, nos adelantamos a ofrecerle algunas, ante colapso del último golpe de Estado.

¿Se le ocurrirá alguna vez, a los miembros de la frustada Junta de Transición hacer una operación de corazón abierto?

¿Quizá, el cálculo estructural de un rascacielos o el software de una corporación de comunicaciones por satélite, todo sin pasar por las Facultades de medicina o de ingeniería o sin el previo pago del riguroso noviciado?

Por supuesto que no. Pero, sí de ejercer - sin la matrícula respectiva y las horas mínimas de "prostíbulo" - la jefatura de Estado, sin otra vinculación que ser muy buenos amigos entre sí, panas, muy compañeros de la primaria del efímero Presidente, pero con igual o todavía menos millaje político que este último y aquí llegamos adonde no queríamos llegar.

LA ENGAÑOSA SOCIEDAD CIVIL. Los lectores pensarán que el cronista se la tiene jurada. Que alguna clase de preconcepto contra las ONG - asociaciones de vecinos y juntas de condominio, incluidas - hace que incurra en algo que siempre evita: volver sobre un mismo tema.

Pero no. Nada personal. Solo que si algún momento es oportuno para desmistificarla, ubicarla en su exacta dimensión, ponerla en su santo lugar, es éste por el que pasamos. Todavía más, para emplazar a todos los que sientan vocación de políticos, que comiencen por algo elemental. Que declaren lo que son, en realidad. Podrían dar el primer paso en esas incómodas planillas que uno tiene que llenar cuando regresa al país, en la casilla correspondiente a profesión u oficio, escriban "político" -si es con mayúsculas, mejor- de modo que no vuelvan a autoerigirse en la parte pura de la sociedad, porque lo de ellos es amor al arte y no fruición de arrimarse al sabor de un ministerio, una diputación o hasta la mismísima presidencia de la República.. En otras palabras, que estos caballeros de las ONG, la derechona exquisita, la high, o la culai, le pongan un parao a su intentona, ya de varios años, de meternos el gato de su verdadera condición de aspirantes al venerable cambur, por la liebre de su hipotética calidad de voluntarios sociales.

El gobierno de la transición, liderizado por la llamada sociedad civil, fracasó. En menos de 24 horas, esta última demostró que es más excluyente, sectaria e intolerante que el régimen que estaba supuesto a reemplazar. Además, si en algún ámbito no se puede subestimar al adversario -a los alidados potenciales, tampoco- es precisamente en ésta y hacerlo con prepotencia, no es sino el resultado de lo conversábamos al principio: el snobismo, por no llamarlo chauvinismo político.

Más que las guarniciones leales a la quinta república, las tanquetas, el posible ataque de los F-16 afectos al gobierno de Chávez a las instalaciones de Fuerte Tiuna, lo que sepulta al fugaz gobierno de transición, fue la teléfonía celular.

Nos imaginamos a Rangel, por nombrar un solo caso. Malévolo. Con su sonrisa de medio lado. Con un par de los citados aparatejos pegados, uno en cada oreja. Enconchado, pero entregado a tiempo completo a la intriga. Dándole casquillo a los oficiales medios, comandos y tropa ordinaria.

-¿Vio, mi capitán? Esa gente es más sectaria que nadie. Se cogieron el gobierno pa' ellos solos. A Ortega lo dejaron como las guayaberas. Lo mismo a los adecos, masistas de Puchi y Mujica y a la gente de Arias Cárdenas. Imagínese, mi capitán, que a Salas Römer, que siempre ha presumido de sangre azul, le echaron bola negra por plebeyo ¿Y lo que le hicieron al poeta de la revolución? ¿Y al ministro Rodríguez Chacín? ¿Y la autocensura de las televisoras?

O con esta otra:

-¿Qué le pareció la juramentación de Carmona Estanga, mi teniente? ¡La propia conmemoración de un reencuentro de los ex alumnos del Colegio San Ignacio! ¡De broma no instalaron el nuevo gobierno en los salones del Country Club!

Total, que el impulso popular por una salida democrática y constitucional del drama por el que atraviesa Venezuela, se ha perdido por la impericia, pero sobre todo por la prepotencia de estos llamados representantes de la parte pura de la sociedad. Claro, tampoco es para desesperanzarse. En Venezuela, no hay inepto que dure seis años, ni pueblo que lo resista.

 


© 2002 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio