Así,
que Adán Chávez, nuestro recién estrenado embajador en La Habana, se
dejó de malos ruidos e inmediatamente después de la declaración del
mentor de su hermano, agregó el siguiente pronóstico, nada reservado:
“en un mediano plazo tendremos un inmenso bloque revolucionario en
Latinoamérica”. Eterna y por si fuera poco extendida como la verdolaga,
para decirlo en román paladino.
Ese mismo miércoles, en Parque Central,
tenía lugar el “ II Encuentro de Solidaridad Internacional”. Los
lectores lo recordarán.
Cada cierto tiempo, al gobierno gamberro, le ha dado por convocar a toda
laya de gorreros del planeta. Evo Morales, Daniel Ortega –además de
gorrero, borrachín- la hija
de Gaitán, Don King, las Madres de la Plaza de Mayo, los “ex”
guerrilleros del M19, el “Black Caucus”. En fin. Vale todo a la hora
de comer, beber, pero en especial cobrar coimas de la generosa partida
secreta. Una vez, para declarar persona non
grata a Shapiro. La siguiente, para decir que como Chávez es gordo,
negro y feo, sus pares originarios de Barlovento, lo discriminamos, peor
que si fuese un residente de la vieja Ciudad del Cabo. O como esta última
convención, en la que el grupo de facinerosos extranjeros demandó la
legalización de las bandas paramilitares que ya existen en Venezuela
con el objeto que, llegado el caso, tengan mas carta blanca de la
que tienen, para masacrar, a cuanto venezolano tipifiquen de
contrarrevolucionario.
LO
QUE ES IGUAL . . . Siempre que se hagan las
cosas bien y se comience pronto,
harán falta 20 o 30 años, para desandar la regresión del último
quinquenio. El Estado de Derecho de otro tiempo, débil, pero Estado de
Derecho al fin, naufragó en el llamado poder judicial quintarrepublicano,
sectario, genuflexo y venal según muy bien documentadas acusaciones. La
convivencia pacífica, la pluralidad, la tolerancia, han quedado
deshilachadas, producto de un discurso chapucero, demagogo, pero sobre
todo, alimentado de los resentimientos personales más subalternos. Los
vestigios de pudicia que existían a la hora de meter mano en la Tesorería
Pública, son antiguallas para los militarotes incondicionales del régimen.
Esa
fruición del señor Castro y demás gigolós del petróleo
bolivariano, por meter sus narices en Venezuela, sumada a la pretendida
onda expansiva de la revolución chavista en el ámbito continental, también
han dado al traste con la intangibilidad de nuestra soberanía.
No
entendemos a qué obedecen las pataletas del Presidente, su Canciller y
del acólito que figura al frente de la política exterior del parlamento,
porque el Senado colombiano ha exigido la aplicación de la Carta Democrática
Interamericana contra el gobierno “revolucionario” o cuando el
Departamento de Estado, lo amenaza con reeditar el big
stick. De la intrusión de los dos organismos mencionados en último término,
podemos quejarnos los que exigimos la celebración de un referendo
revocatorio, de modo que los venezolanos, por sí solos,
le demos salida a la presente crisis. Caso muy distinto de quien
asume la condición de exportador confeso de su
llamado “proceso” y por consiguiente, de persona poco
respetuosa de las autodeterminaciones ajenas. O peor. Del que trae
bandoleros importados, para que dictaminen
cómo matarnos entre nosotros y por si fuese poco, el mismo día,
recibe con alborozado la injerencia
en los asuntos internos del país, del individuo que aparte de que no nos
paga, actúa como el propio Poder detrás del trono.
GANARSE
LA ESTIMA AJENA. Respetarnos a nosotros mismos y a los demás, para
hacernos respetar. Viejo principio que tendremos que rescatar en lo que se refiere a nuestra soberanía. A menos que se
siga tomando esta última, como se le toma en las republiquetas
bolivarianas y forajidas. De la cintura pa’ rriba, seria en apariencia.
Pero de la cintura pa’bajo, saltarina, regalona y de esfínteres
rocheleros..
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