¡Salven al "Hermano Cocó"!

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Ahora que es víctima de la mala prensa, el articulista pide que salven al “Hermano Cocó” guía espiritual de la Revolución Bolivariana . . .


 

  En el catálogo atrabiliario de delitos publicado en los diarios, leemos el caso del  “Hermano Cocó”, falso sacerdote que preside ceremonias entre la feligresía bolivariana. Pero vamos por partes o por sus pasos bien contados. Un sujeto que no se ha preparado en ningún seminario; que no ha sido ordenado por Iglesia reconocida y que por si fuese poco registra antecedentes por fraude, va, se atavía de cura y lo mismo dispara un sermón en un “Aló, Presidente”, que pronuncia la oración fúnebre en el velatorio del fiscal Anderson, lo cual, de paso, desencadena lagrimones de quien aquella tarde, llora más que cuando murió su progenitora.

 

IGLESIA BOLIVARIANA. No es la primera vez que ocurre  en Venezuela. Recordamos el caso Castillo Méndez, por nombrar uno de los que dio más tema.

Nacido en 1922, Luis Castillo Méndez, intentó, sin suerte, culminar estudios en los seminarios, Menor de San Cristóbal, de Barquisimeto, de los padres franceses de Palo Grande y de San José de los Teques, de donde fue expulsado por pésimas calificaciones y por travestirse de mujer, lo que le valió entre los demás seminaristas, un calificativo que no repetimos, porque no queremos que nadie se dé por aludido.

 Viaja, Castillo Méndez, a España y luego de unas peripecias salpicadas de estafas y forjamientos documentales, engaña al anciano obispo de Solsona, quien en agosto de 1944 lo ordena sacerdote a requerimiento de un falso telefonema del supuesto Arzobispo Primado de Venezuela. Vuelve al país y al ser descubierto, intenta fundar con algunos “colegas” que habían colgado hábitos, la Iglesia Católica Bolivariana, perdón, la Iglesia Católica Venezolana.

Hasta allí las similitudes. Castillo Méndez, jamás, fue tratado con vítores por el Presidente de entonces (Rómulo era enemigo de manoseos, mucho menos, con tal clase de rufianes), ni  ninguno de los viceministros, de Participación Popular o de cualquiera de esas zarandajas, alabó proyectos de semejante malandrín, so pretexto “que una red de edificios para indigentes, a un costo de varios millardos, constituye una propuesta interesante”.

¿Haber recibido coima a cambio de encabezar claque gobiernera, pagada para abuchear a un cardenal valeroso, orgullo del gentilicio, que llamó al pan, pan, en homilía de Barquisimeto, con motivo de las festividades de la Divina Pastora?

¡Eso, jamás! Castillo Méndez, habrá sido pésimo estudiante, estafador, falso cura, adulterador de documentos, sodomita, rapaz del eclesiástico cepillo, incluso, acusado de los delitos de apostasía y de cisma, pero conchupancia con un gobierno gamberro, es algo que no tendrá que purgar en la Quinta Paila.

LA PAGA POR PECAR. Lo tiene escrito sor Juana Inés de la Cruz: “¿O cuál es más de culpar/ aunque cualquiera mal haga/  la que peca por la paga/ o el que paga por pecar”.

Eso lo sabemos todos. Un individuo que se hace pasar por sacerdote, lo que busca es ganarse unos pesos. Peca por la paga, parafraseando el versito.  Pero ¿a qué obedece que, alguien, a sabiendas de la impostura de un falso cura, le pague por pecar, como ha sido con el caso del citado “hermano”?

Los ejemplos más cotidianos - no por ello menos condenables - son algunas farsas de bodas por la Iglesia. Un galán, divorciado, ansioso de contraer segundas o ulteriores nupcias, se tropieza con el escollo que la futura suegra o incluso la novia - con todavía más matrimonios que él mismo -  exige ceremonia de velo y corona. Es cuando se solicitan, los servicios de algún farsante. “Cocó” u otro similar, para guardar las apariencias.

Pero ya está visto, que a la Revolución Forajida, con tanto asalto desvergonzado, a cielo abierto, al Tesoro Público, las apariencias le importan un rábano y ante tal conclusión no queda menos que reconocer que en el caso del falso cura, hay algo más cercano al temor a Dios Padre.

La Revolución, quiere hacerse perdonar y para ello, nada mejor que un buen confesor.

¿Decir los pecados, tener propósito de enmienda y cumplir la penitencia?

¡No, oh! En el confesionario bolivariano, los pecadores siempre son el Baby Bush, la IV República y la conquista española. En cuanto a la penitencia más o menos lo mismo,  pagapedos, los de costumbre: los venezolanos, habidos y por haber, porque se necesitarán varias generaciones, para enderezar tanto entuerto.

¿No salvaron a Giovanni Vásquez, testigo con licencia para mentir? ¡Qué hagan lo mismo con el “Hermano Cocó”, confesor y guía espiritual de la revolución bolivariana, sometido, también, al fuego inclemente de la mala prensa! Sálvenlo en este mundo, porque en el otro, dudamos que sea posible.

 


© 2006 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio