Ratas

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Muchas veces amenazó con presentar la madre de todas las batallas o con el "de aquí me sacarán muerto" . . .


RESUENA, TODAVIA, como un eco alrededor del mundo, la sentencia de uno de los captores de Saddan Hussein, apenas le echaron guante al entonces prófugo:

-Lo atrapamos, piojoso, maloliente pegostudo y escondido en un agujero. Igual que una rata. 

 

Pero vamos por partes o por sus pasos bien contados. Un gobernante perpetrador es depuesto, porque en apariencia no había otra salida. Meses atrás, apenas, con la complicidad de un árbitro prevaricador, frustró una consulta verdaderamente limpia sobre su permanencia en el Poder. Peculador redomado. Jactancioso. Bocón y cobardón. Muchas veces amenazó con presentar la madre de todas las batallas o con el “de aquí me sacarán muerto” y sin embargo, a la hora de las calzas prietas lo sacaron muerto del palacio presidencial, en efecto, pero de miedo. Ordenó disparar contra su pueblo. Alguna noche, así, prepotente, para posar ante la TV, se dió un paseo por Bagdad a bordo de su “Mercedes Benz” en compañía de determinado congénere. Pero entonces, lo de siempre. Una vez en prisión, sus aliados de otro tiempo hacen leña del caído con paralelismos siempre odiosos y, uno, cuestionador de oficio, no puede menos que levantar su voz de protesta contra el soldado que lo comparó con los roedores: ¿Y que tendrá ese militarote contra los mencionados animalillos?

UN MILLARDITO RATUNO. Se comete una injusticia cuando se mezcla los animales, con el sórdido mundo de la política. El cronista no quiere que los lectores se vayan a alarmar. Pero se trata de un hecho veraz, documentado y quizá actual, porque siempre se ha mantenido en misterioso secreto.

Existe en el sector conocido como “Colina de Tiara”, Estado Mirada, zona aledaña a la explotación de cobre que hoy se realiza con eficiencia, un cerro totalmente poblado de ratas. De “Ratus, ratus” auténticos, puntualizo. No de esas  malas copias a las que se refería el captor de Hussein.

Durante la dictadura de Pérez Jiménez, algún integrante del alto gobierno, practicante fiel del “plan y pa´l cuartel” con el cual determinados imbéciles pretenden arreglar las cosas en el país, ordenó bombardear al aludido hábitat.

Los venezolanos no nos debemos sorprender porque ahora se amenace a los directivos del banco Central con destituirlos si no liberan un “millardito de las reservas. Ello significaría la emisión de dinero inorgánico, hiperinflación y desplome de nuestra calificación crediticia. Pero qué demonios. Nuestros babosos en el Poder siempre han reaccionado así cuando la ciencia se interpone en sus delirios.

A comienzos del siglo pasado, por nombrar otro caso semejante, el médico que identificó el brote de peste bubónica, en ligar de reconocimiento público por haber lanzado el primer alerta, fue enviado a la cárcel acusado de intento de desestabilizar a la “Revolución Liberal Restauradora” y cuando uno de nuestros técnicos, advirtió al generalote perezjimenista que bombardear “Colina de Tiara” desencadenaría una pandemia, porque la matanza indiscriminada de los roedores haría que sus pulgas, vectoras reales del citado flagelo, migrasen hacia otros mamíferos, fue interrogado por la Seguridad Nacional.

El cronista se abstiene de pasar revista a otros vecindarios con pobladores de iguales o peores pulgas. En  serranías, partidos políticos o en trenes ministeriales revolucionarios. Pero  de  lo que si está seguro, es que las de “Tiara” que al final  no fueron bombardeadas, han permanecido latentes, pasivas por décadas, inócuoas en particular, porque nunca han tenido contacto humano. Hobbes,  se equivocó. El hombre no es el lobo del hombre. El hombre es la rata de la rata.

OTRA LANZA POR SADDAM. Los lectores lo habrán notado. Si quebramos una lanza por los citados integrantes de la animalidad ante una comparación con el déspota apresado, es porque no simpatizamos de ninguna forma con este último. Pero,  en la escala respectiva siempre habrá espacio para especímenes peores.        

Con todo, Saddam, se enterró voluntariamente en vida esperando, quizá, reorganizar sus fuerzas para presentar  batalla contra los occidentales y expulsarlos de su país. En algún momento rechazó el ofrecimiento público de asilarse en una Isla y que se sepa, no se escondió bajo la sotana de un cura, para una vez a salvo, insultarlo y despotricar de su protector a través de testaferro o de  roedor interpuesto.

La frase es del viejo Bernard Shaw. Me perdonan si cometo algún error porque la cito de memoria. Mientras más conozco a esos supuestos revolucionarios, más quiero a la criaturillas que sirven de título a la presente crónica.         

 


© 2004 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio