¿ Quien le teme a Isaías?

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¿Tongo publicitario o verdadero propósito de enmienda bolivariano? . . .


 

El miércoles pasado, Elías Jaua, presidente del Fondo para la Descentralización, FIDES, acudió a la Fiscalía General a fin de denunciar a diez de sus subalternos por presunta corrupción.

Jaua, dejó constancia que su iniciativa no constituye un hecho aislado. El domingo anterior, el Presidente había anunciado una cruzada contra la vieja y no muy noble costumbre de sus ministros y funcionarios de meter mano en la Tesorería, de manera que si nos atenemos al paso frente que da ahora uno de sus colaboradores de mayor confianza, cabe parafrasear la retórica del jefe de Estado “¡Guisadores, temblad!”  

 

 

Algo que tampoco mete demasiado miedo. Después de todo, varias veces hemos escuchado similar grito de guerra contra los oligarcas. Pero más allá de las soflamas para el graderío, jamás, la banca había ganado tanto dinero subsidiada con papeles del Estado; las petroleras extranjeras nunca se habían apropiado de nuestras reservas -las gasíferas en particular- a cambio de nada o de casi nada y en cuanto a los importadores, los más “duros” del vituperado Recadi, se ruborizan cuando contemplan el saqueo, a cielo abierto, de los dólares de Cadivi.

Cógito ergo sum bolivariano. El cronista lo confiesa. Ha pecado al negarle el agua y el pan a la gestión del Presidente. Una manera de redimirnos con nosotros mismos, es la de levantar acta de iniciativas como la comentada al comienzo. Es la primera vez, en seis largos años, que el señor Chávez, en lugar de justificarlo, por lo menos promete combatir el robo de sus conmilitones.

 ¿La llamada descentralización y el FIDES, su brazo financiero, viven aún o esos mecanismos indispensables para las regiones, agonizan porque el llamado proceso los mira con recelo?

La terquedad de los hechos, desmienten a quienes hemos sido detractores del gobierno en esta materia. Lo admitimos con independencia de las declaraciones oficialistas contenidas en el papel, siempre aguantador y por lo mismo engañoso. El FIDES y la descentralización, subsisten, palpitan, gozan, jacarandosos y alegres conforme al cartesiano “guiso, luego existo”, única materialización de una burocracia inepta y desaprensiva. Si en el mencionado fondo hay cohecho, es porque el fondo existe. No comprendemos las quejas de alcaldes y gobernadores, en tal sentido.

Los robagallinas. Con motivo de este presunto propósito de enmienda bolivariano han surgido, porque no podían faltar, las consabidas suspicacias.

 Hay quien dice que se trata de una argucia publicitaria en la que los presuntos responsables, se han prestado para montar una farsa. Todo para que la llamada Revolución Forajida se quite el sambenito de tal, en particular, en lo se refiere al encubrimiento de cuanto expolio perpetran los afectos al régimen. El cronista, vuelve a quebrar lanza, esta vez en favor de los presuntos defraudadores del FIDES. Los venezolanos somos esquivos en eso de representar el falso papel de robagallinas. El preconcepto arranca a partir de cierto episodio. Se trata de un viejo episodio conocido por la gente mayor de 20 años, pero como el grueso de nuestra lectoría lo constituye el público infantil, nos vamos a permitir dedicárselo a la chiquillería.

 El general Gómez, detuvo su Packard en Villa de Cura. Como allí ejercía de jefe civil un compadre, quiso tomarse unos minutos para abrazar al viejo paisano.

- Anjá, compadre ¿Y cómo es eso que busté tiene las celdas vacías? A mi regreso de Caracas, voy a volver a visitarlo a ver si “manque” sea, tiene su  presito.

El hombre, no quería perder su modesta colocación, así que le pidió a un amigo cercano que, al regreso del déspota, representase el papel de encarcelado. Este último, cuando se volvió a parar en Villa de Cura, reaccionó como lo que era:

-Así será usted de malandrín que el bueno de mi compadre tuvo que meterlo en la cárcel ¡Trasladen a ese hombre pa’ La Rotunda!

 En cinco años, el Fiscal General no ha imputado ni a un solo miembro del alto gobierno bolivariano, por corrupción. Cohechos de alto tonelaje en el ministerio de Finanzas; contratos a dedo en el CNE; regalo de nuestro petróleo a Fidel Castro; malversación y peculado de uso perpetrados con impudicia por el mismísimo Presidente y miembros de su gabinete, para que ahora venga la vindicta pública a ensañarse con unos funcionarios anónimos y subalternos por una supuestas corruptelas que luego de las comparaciones -siempre odiosas- resultarán de poca monta. Por eso no creemos en la tesis de la farsa publicitaria. Luego del relato gomero, nadie correría semejante riesgo:

-¿Unos bolivarianos como nosotros imputados como robagallinas por un hombre como Isaías? ¡Ni de vaina! ¿A ver si nos mandan pa’ la silla eléctrica?

 


© 2004 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio