Meses
atrás, el peón alzao que
tenemos al frente de las responsabilidades de Estado, la llamó ignorante
¿Qué condujo al susodicho a formular afirmación tan ligera? Basta
escribir “Rice,
Condolezza” en cualquier buscador de la Internet, para conocerla.
Concertista de piano cuando era literalmente niña, académica de
Stanford, ganadora de numerosos galardones como docente, miembro de las
juntas administradoras de petroleras, aseguradoras, institutos bancarios,
aparte de autora y coautora de numerosa obra escrita sobre temas
internacionales.
Sin
embargo, nadie mejor que usted, como nativa de Alabama, sabe que el
racismo tiene diferentes matices. Uno de éllos, dar por sentado que una
norteamericana con pigmentaciones como la suya, solo puede ser famosa si
es cantante de rock, jugadora de
basquet-ball o condenada a la silla eléctrica. Por lo mismo, ha sido
usted, víctima del disparo primero y averiguaciones después, de quien
está, todavía, prejuiciado con su hipotética rusticidad, por el único
pecado de no ser, por lo menos, una catirota.
Le
decía yo, doctora Rice, que en Venezuela, la discriminacion es casi
inexistente. Pero como en todo, se registran las repugnantes excepciones.
Como la cometida contra su hermano de raza - miembro del gabinete para
mayores señas - a quien se le ha impuesto la vejatoria carga de reír por
televisión, a diente pelado, los chistes, malos, fuera de moda o de pésimo gusto muchas veces a costa de su color, que le gastan en los
¡ Aló,
Presidente! O el llamado autoninguneo, que consiste en posar de
víctima, cuando el supuesto
discriminado es el discriminador, como lo demuestra la subestimación
cometida en su contra, doctora Rice, por el solo hecho de ser mujer pero
sobretodo, negra.
Dicho
lo anterior, entremos en materia – a estas alturas, doctora Rice ¿puedo
llamarla “Condy”, así, a secas, sin que el mencionado patán vuelva a
pagarle coimas a Don King o a los gorreros del Black Caucus, para que
ademas de confianzudo, me tilden de miembro del Ku Kux Klan?
En
concreto, doctora Rice, quería pedirle un favor, a raíz de sus
comentarios la semana pasada, ante el senado de su país: no nos vuelvan a
invadir, doctora Rice. Un nuevo desembarco sería de lo peor. Se lo digo
porque ya nos invadió el bobote de Jimmy Carter, que es más
religitimador de gobiernos corruptos y culpables de fraude electoral, que
cuatro divisiones juntas de marines, incluidos sus, navíos, portaaviones y submarinos atómicos.
Sí,
lo sé. La Revolución Forajida, tiene vínculos con la narcoguerrilla,
juega pico-pico-solorico con Tirofijo, Mono Jojoy, Rodrigo Granda y
tampoco me sorprendería que en el mismísimo instante en que usted lea
esta carta, Bin Laden, en persona, se encuentre en paños menores en la
suite presidencial de Miraflores, pasándolo gordo en compañía de varias
integrantes de su harem particular.
No
me venga, doctora Rice, con que vista la catadura del señor Chávez,
Estados Unidos va a exigir la aplicación de la Carta Democrática
Interamericana. El susodicho, igual que un
Teddy
Rooselvelt cualquiera ¿le suena, Condolezza? ejecuta la política del big stick contra todos los países de la región a quienes vende
petróleo, como ya lo vimos con República Dominicana y más
recientemente, con la negativa de asilo de El Salvador y así, doctora
Rice, no se van a conseguir las dos terceras partes de los votos que
requiere el referido tratado.
No
es fácil, salir por metodos democráticos de quien no lo es. Sin embargo
sigue siendo asunto nuestro y nuestra la obligación de ingeniárnosla
para conseguirlo, aunque ayudas como la suya, tampoco son como para recharzarlas,
siempre que sean dignas. Como presionar para que en la próximas
elecciones la veeduría internacional, sea tipo la ucraniana o
interrogar, como Dios manda, al ex viceministro bolivariano preso en
Miami, para que cante, cual Pavarotti, la corrupción aguas arriba que
impera en Venezuela, incluídas las cuentas
off shore en paraísos fiscales.
Y
si la vuelven a maltratar respóndale como sigue, Condolezza que yo, la
volveré a defender: “Más entrometido y bembón, será usted,
mister”.
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