La
tramitación marchaba sobre ruedas, hasta que aparece Mogollón, esposo o
compañero sentimental de la alta funcionaria. Si “no hay leal no hay lopa”,
puntualiza el galán, solo que Juan, hermano de Oly, la ministra, se siente
atropellado por su cuñado o cuasicuñado. Es cuando entra en escena la
parentela extendida. La mater familiae, en compañía del agraviado y
de Miguel, un tercer integrante de su prole, acuden a poner las cosas en su
sitio. Llegan los tres al despacho ministerial. Transcurren ocho largas
horas de antesala, hasta que pierde la paciencia - Oly, no la matrona - quien
según, Juan y Miguel, sin dejarlos pronunciar palabra hace desalojar a la
delegación familiar, “incluida mi vieja”, con los gorilas de seguridad.
¿A qué se debe que en este
caso, no hayan privado los preconceptos del “que le tira a su familia se
arruina”, “nada más feo que pegarle a la mamá de uno”, por no mencionar el
apotegma bolivariano, según el cual “familia que guisa unida, permanece
unida”?
Antes de develar tamaño
enigma, resulta pertinente la siguiente acotación.
El “Fondo para el
Desarrollo, Agropecuario, Pesquero, Forestal y afines” (Fondoafa) se ha
constituido en epítome del latrocinio. Si en algún ente del Estado, se ha
desatado esa comezón, esa picazón o furor de Mesalina, por meter mano en la
Tesorería es en éste, como lo atestiguan más de 300 denuncias, tomas de sus
instalaciones y protestas de campesinos (¿Hay campesinos en Venezuela?)
reseñadas en las páginas rojas de los periódicos. “Fondoafa”, no publica
balances y sus índices de morosidad son un secreto bien guardado. Con los
tres billones de bolívares que ha despilfarrado, no se ha cosechado ni
guaritoto, Venezuela sigue siendo agrodependiente, lo que no ha sido óbice
para que ilícitos en los cuales se ha involucrado, crezcan como la
verdolaga. Desde la falsificación documental, hasta hacer pasar papas por
melones.
Nada nuevo bajo el sol
en un gobierno con el prontuario de, los expolios contra Pdvsa, las
adquisiciones militares, Mercal, Cadivi, las compras de papeles argentinos,
las dádivas a Fidel, uno de los gobernantes más adinerados del Planeta, más
allá que sea un vulgar testaferro. A pesar del silencio mafioso, que priva
en el submundo de la perpetración ¿qué fuerza irresistible hizo que el
mencionado pleito, que al fin y al cabo era de carácter hogareño,
traspusiese el ámbito doméstico?
LOS KARAMAZOV BOLIVARIANOS.
Algún sector
iluminado, ha acudido a las psicosis fraticidas, para explicar el quilombo.
Algo así como aquella inclinación edípica que desencadenó el odio de Dmitri
Karamazov contra su padre y después, contra uno de sus hermanos. O quizá, la
epilepsia - en el presente caso, el flagelo alcanzaría sus cotas más altas al
menor contacto con una chequera - que llevó a Dostoievsky a novelar una de las
controversias familiares más épicas.
¡Pamplinas! ¡Qué
Dostoievsky, ni qué Sigmund Freud! Para comprender estos episodios de la
Revolución Forajida, en lugar de supuestos ejercicios académicos hay que
recurrir a la sabiduría popular.
¿Se acuerdan ustedes,
por ejemplo, de cierta guarachita que alguna vez puso de moda Celia Cruz?
Una invalorable herramienta para deducir porqué se desataron las pasiones
entre Juan, Miguel, Oly, su galán y la distinguida matrona. Extrapolada al
ámbito general, este legado de la salsa y el bembé, explica todos los
atajaperros que a diario se producen entre los partidarios del régimen
gamberro.
¿Por qué Juan acudió a
“Fondoafa” a tramitar un préstamo de siete millardos, si dicho organismo
atiende el supuesto sector de los microcréditos? ¡ Porque Tongo le dio a Borondongo! ¿Porqué Oly, hoy acusada por su parentela de pegarle hasta a su
propia madre, después de su pasantía por “Fondoafa”, un fétido instituto
signado por la corrupción y el derroche, es ascendida a ministro? ¡Porque
Muchilanga le echó Burundanga! ¿Por qué hasta el momento de escribir esta
crónica no hay ni un destituido, o solicitado por la división de capturas
del CICPC, si se trata de un caso que avergüenza, incluso, al más impúdico
gobierno de nuestra historia? Po’que la Revolución Forajida e’
como e’! ¡ Azuca!
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