Nóbel 2006

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Derrotada la candidatura del señor Chávez para el Nóbel de la Paz, correspondiente al presente año, el articulista lo vuelve a lanzar para el 2006 . . .


 

  Sorpresivamente, Chávez no ganó el premio Nóbel de la Paz, correspondiente al presente año. En 2004, su nombre había sido propuesto por el ministro de Información quien organizó un operativo por la Internet para captar apoyos pero, en esta segunda oportunidad, a los fines de desintoxicar la candidatura de las consejas de servilismo, adulación o de lo que es peor, de las deletéreas tomaderas de pelo a sus subalternos más subalternos –y valga la cacofonía- la postulación corrió por cuenta del “Instituto Noruego de la Paz”. Es lamentable, pero cuando todos apostábamos por un seguro primer lugar, he aquí que la celebración que se tenía programada concluyó con un “¿Dónde están los reales!” pronunciado por el frustrado acreedor del galardón.

 

¿Cuánto nos costó, en realidad, a todos los venezolanos, la puesta en escena de este nuevo sainete?

ESA ES LA PRIMERA RESPUESTA PENDIENTE. El “Instituto Noruego de la Paz” es una de las tantas ONG gorreras que, sable en mano, pululan por el planeta. Para hacernos entender mejor, charlatanes tipo, Chomsky, el tal Ramonet, la Heinecker, Hans Dietrich y una supuesta abogada de apellido Gollinger. Gente imaginativa, que lo mismo se hace pasar por intelectual, que convence al primer asno con chequera –con el perdón de tales criaturillas del Señor por la referencia- que es un potencial campeón de la paz o que en su defecto, su futuro está como centrodelantero titular de la Vinotinto.

NOBEL SUBDESARROLLADO. Días atrás, este mismo diario reseñaba la aparición del libro “¿Cómo ganar un Premio Nóbel?” escrito por el australiano, Peter Doherty. “Coma y beba con moderación, trabaje duro, haga grandes descubrimientos, hable poco, no fume, ni abuse de las drogas recreacionales”, sugería por experiencia propia, Doherty, quien concluye con la conveniencia de dominar el inglés, para poder comunicarse mejor con los votantes del reconocimiento. Algo aplicable para los premios serios, como los de medicina, física, química y hasta el menos serio de literatura, pero que como se ve, resulta superfluo y a todas luces contraproducente a la hora de postular a un presunto paladín por la paz.

Tal carencia de los requisitos de, disciplina,  morigeración, de verdadero trabajo productivo se ha reflejado en el número de candidatos. Mientras los aspirantes al primer lugar de pacifismo contabilizaron 199, quienes reclamaban para sí, los premios científicos apenas alcanzaron la mitad.

El Nóbel de la Paz, es la pariente pobre de los Nóbel en general. Aún así, tiene sus propias exigencias. Nos imaginamos que los patrocinantes de la candidatura bolivariana, habrán enviado un expediente con las ejecutorias del señor Chávez, incluidas las consabidas cartas de recomendación. Igual que cuando alguien aspira empleo o que le otorguen una tarjeta de crédito.

Tiro Fijo, Mono Jojoy, Sadam Hussein, Ghadaffi, Mugabe y hasta el mismísimo Fidel Castro, no se habrán hecho rogar a la hora de constituirse en sus fiadores morales. Lo mismo que Daniel Ortega, practicante a tiempo completo del “Hagamos el amor, no la guerra”, según lo atestigua la menorcita de sus hijastras que lo denunció por estupro.

Una imagen dice más que mil palabras. Suponemos que la documentación –o prontuario- de apoyo, habrá estado respaldada por videos. Como el de los superpanas Richard Peñalver y Rafael Cabrices, disparando contra una manifestación que incluía mujeres y niños, para salvaguardar al futuro Nóbel o como aquellas jornadas en las que para referirse a sus adversarios, acudió a la poética de llamarlos “plasta”, “condones usados”, “camión de cochinos”, incluida la presunta “falta de marido” de una dama, por su sola condición de negra, mujer y de no contarse entre sus paniaguados.

LA VENCIDA. Como a la tercera va la vencida, ya han comenzado los preparativos para competir por el Nóbel del 2006. Le deseamos éxito. Lo decimos de manera muy sincera. Más allá de las diferencias políticas, priva en estos casos la solidaridad automática que nace del gentilicio compartido.

Una batida por la Internet, para recavar firmas de apoyo, ha demostrado ser inoperante. Lo mismo que el dispendio, por millones, en promotores que casi siempre resultan vulgares estafadores.

El envío del señor Jorge Rodríguez, directo y sin anestesia, a las Academias de Noruega y Suecia, para que contabilice las papeletas de votación, es la solución terminal. Lo aconsejamos, aunque mal nos paguen. Así, no digamos el de la Paz, sino también el de Física. Después de todo, alguien tiene que reconocerle la alquimia de convertir, en menos de siete años, 350 millardos de dólares  en (. . . ) barro.

 


© 2005 Derechos Reservados - Dr. Omar Estacio